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  • David Kraiselburd: los ideales que defendió y las alternativas de su vida

    » El dia La Plata

    Fecha: 17/07/2024 05:45

    La primera mención documentada que vincula a David Kraiselburd con actividades políticas data de 1927. Menciona que, a sus 15 años de edad, formó parte en uno de los actos que se llevaron a cabo en La Plata exigiendo la libertad del zapatero Nicola Sacco (36) y el pescador Bartolomeo Vanzetti (41), dos inmigrantes italianos, hombres de trabajo y anarquistas que murieron en la silla eléctrica por presuntos robos a mano armada y doble asesinato en South Braintree, Massachusetts. El ingeniero Aquiles Martínez Civelli, destacado militante anarquista que lideró aquel acto y que años después sería designado Vicerrector de la Universidad Nacional de La Plata, relató en un artículo publicado después de la muerte de Kraiselburd que le había llamado la atención un joven que pasó llevando unos cajones, que luego serían usados como atril por los oradores. En esa oportunidad, preguntó quién era el muchacho y le explicaron que era David Kraiselburd, “una incorporación reciente” a un grupo anarquista que integraban estudiantes del Colegio Nacional y cuya asistencia a varias manifestaciones había sorprendido a los militantes de más edad. Aún no lo sabían pero tiempo después, David y Aquiles entablarían una profunda amistad que se mantendría toda la vida (ver aparte). No existen datos sobre qué factores influyeron acerca del joven David para que a tan temprana edad se incorporara a la militancia en una de las fracciones libertarias a la que se solía denominar anarcosindicalista sostenedora de que la violencia servía para justificar la represión. Subrayaban que el cambio para terminar con el Estado patronal era la organización del movimiento obrero, de los estudiantes y la difusión de los ideales que los movilizaban. Además, insistían en la necesidad de crear cooperativas obreras dedicadas a la producción industrial o al comercio, por ejemplo, que demostrarían los beneficios de la propiedad social por sobre la privada o estatal. El pensamiento de ese sector fue expuesto durante años en la revista bimensual Reconstruir, uno de cuyos editores era el gremialista grafico Luis Danussi. Reconstruir, la revista que expresaba el pensamiento del anarcosindicalismo SUS ORÍGENES David nació en Berisso el 1 de julio de 1912, en el seno de una familia modesta. Ernesto Kraiselburd (1882/1949) y Aída Guimpel (1889/1965), sus padres, llegaron por separado a la Argentina, conociéndose en Entre Ríos a fines del siglo XIX, donde se casaron. Ambos provenían de una región de Ucrania ocupada por Rusia en la que el racismo se manifestaba en violencias de todo tipo sobre los judíos. Después de trabajar un tiempo en actividades agrarias, se mudaron a Berisso, para facilitar la educación de sus hijos. Luego de un periodo en que trabajo en el Puerto, abrió una colchonería que más tarde trasladaría al mudarse a La Plata. Allí sus tres hijos (Elías, David y Juan) se recibieron de abogados y sus cuatro hijas (Esther, Dora, Josefina y Clara) de maestras. Mientras cursaba sus estudios secundarios, David ayudaba a su padre en la colchonería. Tiempo después, a sus 16 años, y tras ganar un concurso literario promovido por el club Estudiantes de La Plata, entró a trabajar a EL DIA como cadete. Aunque quiso estudiar ingeniería no pudo porque las cursadas eran obligatorias a diferencia de abogacía, carrera que terminó en 30 meses. UN PRIVILEGIADO Restándose méritos, se consideraba un privilegiado por haber podido estudiar gracias a que sus padres no vacilaron en abandonar la chacra entrerriana que tanto disfrutaban para que sus hijos crecieran cerca de una universidad. Con humildad decía que había podido estudiar en el Colegio Nacional gracias a la ayuda de sus hermanas mayores en la preparación para el examen de ingreso. Mencionaba también la gratuidad de los estudios en la Universidad Nacional como un factor de gran incidencia en su vida ya que pudo entrar sin otro requisito que aprobar un examen. Por eso siempre se sintió obligado a devolver algo de lo que la enseñanza pública le había permitido alcanzar en todos los órdenes. A esa educación gratuita que tanto valoraba le adjudicaba una singular importancia desde el punto de vista ideológico cuando aún no había terminado el secundario. Creía que la educación del pueblo era una cuestión esencial para construir una sociedad igualitaria o siquiera menos injusta. De alguna manera sintió que ese pensamiento era ratificado por la afirmación en contrario de un diputado conservador inglés que sostuvo públicamente que el sistema educativo argentino destruía la posibilidad de la estabilidad de la elite que no advertía que estaba sentada sobre un volcán. El parlamentario que estaba visitando la Universidad recibió una rápida respuesta de Martínez Civelli: bendito sea ese volcán. Es cierto que en la Argentina se vivía una situación muy diferente económica y social a la de hoy bajo todo punto de vista. No hay que pagar para asistir a la Universidad, los cursos de ingreso son una mera formalidad a diferencia de entonces. Pero más del 50 por ciento de los jóvenes hundidos en la pobreza no pueden aspirar siquiera a terminar el secundario que, cada vez, como toda la enseñanza pública, registra más carencias. ENSEÑANZA DE LUJO David siempre estuvo orgulloso de haber sido formado en una institución pública que tenía en su claustro de profesores entre otros a Ezequiel Martínez Estrada, Loedel Palumbo, Pedro Henriquez Ureña, Hilario Magliano, Arturo Marasso, Rafael Grinfeld y Carlos Sánchez Viamonte. Le maravillaba el respeto reinante por todas las opiniones y la pluralidad ideológica visible en dicho claustro. Durante su formación académica, en la Facultad de Derecho, David participó activamente en la agrupación Unión Universitaria, según escribió el ex gobernador Anselmo Marini, que estaba integrada por anarquistas, socialistas y radicales. Eran, por supuesto, sostenedores de los principios de la Reforma Universitaria. David Kraiselburd junto al gobernador Anselmo Marini La participación en el movimiento estudiantil lo vinculó con otros jóvenes socialistas y anarquistas como David Grinfeld quien en 1950 fue detenido y encarcelado en Ushuaia porque a pesar de que el gobierno había colocado bajo el imperio del Código Militar a los huelguistas de los ferrocarriles, Grinfeld, médico de esa empresa estatal, no se presentó desacatando una orden militar. Kraiselburd participó en la fundación de la Unión Socialista Libertaria de La Plata y, debe aclararse, que sus integrantes consideraban, entre otras cosas, que la propiedad es ‘’un robo’’, lo cual los hace muy diferentes a quienes hoy utilizan esa denominación. También contribuyó con otros emprendimientos como la Universidad Popular Alejandro Korn (UPAK) que funcionaba en el Comité del Partido Socialista de La Plata. Jacobo Prince Kraiselburd reconocía su admiración por Jacobo Prince como uno de los teóricos más importantes del anarquismo argentino, a quien invitaba a cenar todas las semanas junto con otras personalidades de diferentes posiciones ideológicas, generándose interesantes diálogos sobre los conflictos internacionales, nacionales y universitarios hasta el día de su secuestro. Luce Fabbri, respetada intelectual anarquista italiana que vivió durante mucho tiempo en Uruguay, decía que a los integrantes de este grupo los unía una misma ética, un mismo modo de vivir. Aseguraba que a estos jóvenes no les interesaba la toma del poder, algo que para ellos no tenía sentido porque creían que la transformación de la sociedad había que hacerla de otra forma. Jacobo Prince LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA En 1936 realizó un viaje que lo llevó a España en el comienzo de la insurrección franquista, a Italia en la que gobernaba Mussolini y a Alemania dónde los nazis detentaban el poder y que adjudicaba a una confusión sobre el origen de su apellido que lo hubieran dejado ingresar al país. Habría vuelto a la Argentina altamente sensibilizado por la expansión del totalitarismo de derecha y por eso habría retornado a España a principios de 1937. Es muy posible que así tomara conciencia de que, como dijo más tarde, ‘’luchábamos por una utopía, una maravillosa utopía, pero una utopía al fin: construir una sociedad igualitaria en la que cada uno tuviera lo que necesitaba y que cada uno aportara lo que pudiera’’. Relataba que redujo sus ambiciones pero siguió pensando que era imprescindible contribuir al cambio que posibilitara una sociedad en la que existiera al menos la igualdad de oportunidades. David nunca le habló a sus hijos de su estadía en España durante la guerra civil Española. Ellos se enteraron de su participación mucho después de su asesinato porque alguien les acercó un libro, “Los Argentinos y la guerra civil Española”, de Ernesto Goldar que lo menciona como voluntario en una brigada. Víctor y Raúl fueron amenazados desde la misma noche del día del entierro de David, como se detalla en otro artículo de esta misma edición. Durante un prolongado periodo de tiempo vivieron tomando precauciones y enviaron a las mujeres de la familia a los Estados Unidos. Y por distintas vicisitudes les llevó mucho tiempo normalizar sus vidas y fue entonces cuando alguien les acercó el libro de ‘‘Los argentinos y la Guerra Civil española’’ de Ernesto Goldar, en el cual se lo menciona como voluntario en una brigada internacional. Algunos amigos de David les relataron que efectivamente su padre había participado en la Guerra Civil, pero evitaban darles mayores detalles. Su madre, Toña, les dijo que era un doloroso capítulo de su vida para David del que siempre evitó hablar aunque seguía en contacto con algunos argentinos que también fueron a enfrentar el golpe de Estado fascista del generalísimo Francisco Franco. Después encontraron algunas tesis en las universidades españolas en las que también se hacía mención a ese hecho. Recientemente accedieron a un libro del profesor de la universidad de Tel Aviv, Raanan Rein, titulado “De Moisés Ville a Madrid: los argentinos judíos y la solidaridad con el bando republicano durante la guerra civil española”, en el que también cita a David como voluntario. Existen otros libros como el editado por el Centro Cultural por la Cooperación Florean Gorini que da cuenta de esa circunstancia y en la Argentina el historiador y periodista Rogelio Alaniz lo afirmó en un artículo publicado en el diario El Litoral de Santa Fe hace años, y recientemente repitió la afirmación el 7 de junio en Clarín. Resultaría casi imposible escribir una biografía de David Kraiselburd con datos precisos de fechas y lugares donde militó. La primera confusión se genera por la existencia del mencionado homónimo en la introducción. Además, por diferentes situaciones vinculadas con su militancia anarquista, a veces usaba documentos de identidad de amigos o falsos para entrar y salir del país. SU COMPROMISO POR LA UNIVERSIDAD El compromiso personal con la Universidad y su creencia de que esa institución podía ser un factor de importancia para producir cambios sociales lo impulsó en su tarea periodística a escribir detalladas crónicas de los acontecimientos políticos en la casa de estudios. Así fue como el 6 de septiembre de 1930 redactó la crónica de las deliberaciones estudiantiles de las que surgió el pedido de renuncia al presidente Yrigoyen, el rechazo a toda dictadura y la convocatoria a los ciudadanos ‘’de buena voluntad y limpias intenciones que estén dispuestos a luchar por el restablecimiento de la normalidad constitucional’’. Se detallaba además que “cuando una entusiasta pero tranquila manifestación”, la policía cargó contra ellos en lo que el diario calificó como “una torpe agresión” y ello fue motivo de una amenazadora llamada telefónica al diario. El entonces director, Hugo Stunz, le daba la libertad para describir con exactitud los hechos mientras David trataba de comprender un complejo panorama político social. Ese mismo día, en otra página, se publicaba que el Dr. Alfredo Palacios “quiere que se exija la renuncia de Irigoyen”. También se dejaba constancia de la explicación del ex rector de la universidad, Joaquín V. González, que decía: “con el estado de sitio dejan de ser inviolables las garantías constitucionales”, era una clara advertencia de lo que podría ocurrir. Algunas de las crónicas en defensa de la Universidad de La Plata que David Kraiselburd escribió y publicó en EL DIA Años después diría “en los jardines de la universidad toda la izquierda festejó la caída de Yrigoyen mientras a sesenta metros, en el Jockey Club, futuros funcionarios de los gobiernos conservadores, en un principio, que luego evolucionaron hacia el fascismo, con el gobernador Fresco a la cabeza brindaban por el éxito obtenido por la insurrección militar”. David sostuvo que esa actitud de la izquierda fue uno de los tantos errores que la impaciencia, el apresuramiento y la falta de valoración del sistema democrático contribuyeron a los golpes de Estado. En Humanidades Poco tiempo después de regresar de España se inscribió en la Facultad de Humanidades para estudiar historia. Allí conoció a “Toña” Suñol, su compañera de toda la vida, y se acercó a una agrupación estudiantil evitando destacarse para no dar fundamento a quienes pudieran sostener que sus crónicas universitarias no respetaban el principio de la objetividad. Sin embargo, el director un día lo hizo llamar por el jefe de redacción del diario, Hugo Stunz, para que concurriera a su despacho. David había intercambiado muy pocas palabras con él y subió al segundo piso pensando si se había extralimitado en algo pero Stunz le dijo ‘’en este diario hay un criterio amplio y no nos fijamos en las ideas de los periodistas mientras respeten las normas del diario pero ¿usted sabe quién escribió el artículo que lo acusa de comunista con términos racistas?’’. Por supuesto que sabía, pero como el autor integraba el personal jerárquico intento simular que lo ignoraba. La acusación partía de un semanario que se definía como nacionalista pero como decían muchos con Z. Entonces el director le dijo ‘’no, no, usted sabe. Va y lo echa’’. David acotó ‘’Yo no tengo autoridad para comunicarle el despido’’, a lo que Stunz responde ‘’desde ahora usted es el abogado del diario’’. Esa era una posición en la que ni siquiera había pensado pero bajó a la redacción con cierta incomodidad y le dijo al autor de la nota ‘’Me han encargado que te comunique que la empresa te despidió’’. Desde ese día sintió un cambio en el trato que sus compañeros le daban asombrados por la autoridad que suponían le habían delegado y el respaldo incondicional que recibió. En la facultad disfrutaba cada día de un claustro de profesores que consideró siempre excelente como de las actitudes que asumía el decano Alfredo Calcagno. En octubre de 1945 Los rectores de las universidades nacionales emitieron una declaración en la que se pronunciaban por la plena vigencia de la Constitución Nacional. Alfredo Calcagno, habia sido elegido rector de la Universidad de la Plata, y ante su encarcelamiento asumió el vicerrector de la universidad, el Ing. Aquiles Martínez Civelli, que convocó al consejo superior de la universidad acompañado por representantes de los profesores, de los estudiantes y los decanos de las facultades de Medicina, Humanidades, Química, Veterinaria, Agronomía, los directores del Observatorio y del Museo, del director del Liceo y del vicerrector del Colegio Nacional. Al día siguiente el diario daba cuenta que durante casi dos horas los estudiantes mantuvieron un enfrentamiento contra grupos organizados que apedrearon el edificio del rectorado, que la policía no había actuado y que los alumnos habían organizado la defensa. El día 7 de octubre mientras los estudiantes y el vicerrector seguían sitiados por la policía, fueron liberados los rectores de las universidades y el Dr. Calcagno fue recibido en el rectorado por una gran cantidad de estudiantes que festejaban su libertad. Habían sido sitiados por la policía para que no recibieran víveres. Martínez Civelli le había pedido a David que se mantuviera fuera del edificio ya que no se podía entrar o salir del mismo para que pudiera relatar los episodios en el diario El Día, ya que podrían suscitarse situaciones que el gobierno querría ocultar. Después a pesar de la resistencia de los alumnos y de muchos profesores la intervención de la Universidad decretada por el gobierno cesanteó a muchos catedráticos mientras otros renunciaban. La normalización de la vida de la casa de altos estudios se produjo después del derrocamiento del presidente Perón. Los estudiantes volvieron a participar del gobierno de la casa de altos estudios mientras se realizaban los concursos para cubrir las cátedras en todas las facultades. En los años siguientes con la plena vigencia de los principios de la Reforma de 1918 la Universidad recuperó el pluralismo y el nivel pedagógico y científico que la distinguía. El 2 de enero de 1962, David Kraiselburd asumió la dirección del diario y, por supuesto, las actividades de la Universidad merecían una amplia cobertura periodística. Cuatro años después el diario daba a conocer una proclama golpista que circulaba en los cuarteles. De esas circunstancias se informa aparte en esta misma edición. Los discursos del nuevo presidente, de altos funcionales civiles que lo acompañaban, como el indisimulado apoyo de un sector de la CGT sugerían que, en realidad, el objetivo final después de gobernar diez años podía ser el establecimiento de un sistema corporativo a lo que se sumaba también el desprecio que demostraban hacia los partidos políticos junto con el apoyo de intelectuales de la antigua derecha argentina y de algunos dignatarios de la iglesia. Ante eso el diario el 27 de julio de 1966 publicó un desafiante editorial afirmando que el único sistema político que había posibilitado el desarrollo económico era la democracia. El golpe de Onganía El gobierno surgido del golpe de Estado contra el presidente Illia decretó la intervención de las Universidad Nacionales lo que produjo la inmediata movilización estudiantil y el 29 de julio la policía ingresó violentamente en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Esos hechos motivaron la renuncia de muchos catedráticos de la casa de altos estudios de la Ciudad de Buenos Aires y dos días después, El Día en su primera página titulaba: “Declinan los cargos en la universidad platense”, que fue la actitud asumida por muchos profesores y se destacaba que la Federación Universitaria local “tuvo una actitud de lucha”. El gobierno militar que ya se había manifestado más que agredido porque el diario había difundido su programa intentó presionar para que no se destacara tanto la resistencia estudiantil. Entre otras, la Agrupación Liberal Universitaria (ALU) afirmaba en un comunicado: “No nos sorprende esta medida tomada por un gobierno que ya en varias ocasiones ha demostrado ser dictatorial”. Todas las dictaduras y los regímenes totalitarios sean de derecha o izquierda han querido controlar las universidades para evitar que en ellas se viva en democracia. La resistencia estudiantil Las protestas de los alumnos continuaron en los años siguientes y el sábado 6 de julio de 1968 la primera página del diario EL DIA informaba: “Fue clausurada hasta el 15 la universidad y toman medidas”, y transcribía declaraciones del rector Rodríguez Saumell, que los mismos dirigentes estudiantiles dejaban traslucir, sobre que la cuestión no era alrededor de asuntos académicos sino de instrumentar acciones con propósitos subversivos. El segundo título fue “Nuevos incidentes entre estudiantes y policías se registraron anoche”, y se detallaba en una extensa crónica los incidentes callejeros y la nómina completa de los jóvenes detenidos. En todo ese período, el diario informó detalladamente de todo lo que iba ocurriendo en la Universidad a la que habían renunciado numerosos profesores dos años antes, cuando fueron intervenidas. Como se dijo, otros eran cesanteados y el país sufrió la pérdida de científicos de prestigio internacional. Con el advenimiento del peronismo, las universidades volvieron a ser intervenidas y en sus nuevas autoridades fueron designadas por el presidente Cámpora, que organizaron un curso de ingreso denominado “De la realidad nacional”. El diario objetó desde un principio que los profesores no fueran nombrados mediante concursos públicos y que las pocas clases que se habían desarrollado tuvieran una orientación claramente partidista. En esa situación, un destacado partícipe de la conducción de la casa de altos estudios se presentó en la redacción de EL DIA y fue hacia Raúl Kraiselburd a quien le dijo: “Decile a tu viejo que se deje de joder, que hasta podríamos darle Radio Universidad”. Pocas semanas después, el director del diario fue secuestrado y luego asesinado. Nunca se pidió el pago de un rescate para su liberación y, a raíz de la presentación de un escrito de su hermano Elías en el Juzgado Federal que tenía la causa del secuestro solicitando que las autoridades penitenciarias preservaran la vida de un secuestrador que había quedado herido en el lugar donde tenían a Kraiselburd, esa misma noche una voz anónima por teléfono les dejó sus hijos la advertencia: ‘’olvídense de todo lo que pasó sino los próximos son ustedes’’. El herido murió poco después sin que aparentemente pudiera ser interrogado. En las 48 horas siguientes hubo manifestaciones de grupos que entonaban ‘’llora, llora la oligarquía porque matamos al director de EL DIA’’ y la agrupación montoneros se adjudicó su muerte.

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