Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Las diferentes formas de abuso en la Argentina

    » Clarin

    Fecha: 05/07/2024 21:15

    Hay un modelo abusivo profundo, y eso es lo más profundo que se debe cambiar. Abuso de poder, abuso de confianza, abuso de la impunidad, abuso de falsedad, abuso de narcisismo, abuso criminal, abuso sexual y todas sus variables perversas, abuso de incapacidad y aún así ejercer posiciones tutelares, abuso del abuso. Es un esquema “paleo abusivo” . Paleolítico, atávico, inscripto como una cicatriz viva que se repite. El caso de Pedro Brieger que dió a conocer el periodista Alejandro Alfie, es una condensación de ese modelo. Abusaba y agredía a distancia; sin tocar a sus víctimas e inoculándoles terror desenfundando su desvergüenza. Acosador, agresor, abusando de la impunidad de invadir e intrusar sin tocar. Pero lacerando. Desgarrando sin desgarrar el cuerpo, pero desgarrando y sin atenuantes. Ahora se percibe algún siniestro e incipiente intento de redimirlo afirmando que el acoso no es delito. Es verdad, pero es falso. Esa fue la máxima perversión. Acosar paralizando de terror a las víctimas impedidas de reaccionar jurídicamente por el pánico inyectado y por la inexistencia de contacto físico. Abrumadoramente hábil el abusador se escondía en las hendijas del derecho, para intrusar otro cuerpo, otra psiquis, sin dejar huellas. Pero dejándolas. Es un caso que condensa innumerables significados que la Argentina abusiva manifiesta en planos muy diferentes con estructuras en un punto análogas. Abusar y romper a los demás a sabiendas de que la impunidad existe. Pero un día deja de existir. Y esa es la compuerta que debe abrirse, la del fin de los impunes, pero claro, los daños persisten, y los dañados, dañados están. Pero se trata de algo más que el fin de la impunidad, es quizás sobre todo, la búsqueda de una ampliación de la conciencia pública, un cambio cultural, que va más allá de las coyunturas o de las fórmulas económicas para intentar salir de la crisis. Son mandamientos elementales. No se mata. No se roba. No se abusa. La desaparición de Loan conmueve a todo el país. Foto: Fernando de la Orden Loan y los crueles y desatinados misterios que embadurnaron su búsqueda representa otro abuso mortal y agraviante para toda la Argentina: el abuso de ignorancia. La consideración de que la ignorancia es inofensiva es un terrible abuso de soberbia. La ignorancia liquida, anula, ampara todas las impunidades, cierra todas las puertas, paraliza, y lo que es peor, hay una tradición que ha celebrado la ignorancia como si No saber fuera un mérito y saber una pedantería. El abusador literal siempre opera según un patrón psíquico que se reitera. Su mensaje frente al acosado, abusado, es “No hables jamás”. Es el despotismo en su máxima expresión. El abusador, el acosador serial, el lobo vestido tantas veces de cordero, o de sofista , aplica un entumecimiento que embota en el miedo. De un modo o de otro corta la lengua del agredido cuyo dolor queda inmerso en sus profundidades. El abuso, bajo la forma de acoso a distancia, persiste hiriendo en el mutismo que inyecta. Es un veneno propio de todas las mafias; y de todos los mafiosos: el silencio obligado por la amenaza explícita tácita, “si hablás todo será peor”. Es un silicio interior el que se aplica, un ácido que no se va, y allí yacen todas los tormentos que devoran con voraces filos la interioridad del agredido, o de la agredida. ¿Cuántas denuncias no se hacen por esa valla instalada por la libidinosidad de los ladrones de intimidades, de los que atraviesan la mismidad del otro sin derecho, con toda la potencia de la maldad? Ese es el mal argentino y el mal en general. La maldad de los malvados. La maldad de los malvados disfrazados de benévolos. Brieger ostentaba pañuelos verdes y potenciaba el uso inclusivo de la E, a la que consideraba una “cuña” que intrusaba el lenguaje para aliviar discriminaciones, y él luego hacía lo que hacía. No alcanza cambiar una letra para modificar la realidad más pérfida. Y así tantos como él en diversas dimensiones. El feminismo es una causa noble. Su distorsión militante, un enmascaramiento que no redujo ni los femicidios ni los distintos tipos de abuso. La altisonancia de los discursos políticos pintados de liberacionistas, fueron tantísimas veces gritos para esconder robos, saqueos, y corrupciones de toda laya y color. Es el cinismo. El cinismo como necrópolis, como cementerio de la verdad. Porque más allá de todos los relativismos que se pretenden imponer, la verdad de los hechos existe. Las víctimas de abusos de Pedro Brieger y las mujeres periodistas presentaron una denuncia pública en el Senado. Foto Maxi Failla Hay una verdad detrás de Loan, detrás de Nisman, detrás de Alperovich, detrás de Brieger, detrás de Espinoza…, detrás de tantos capitanes de la mentira y del abuso en sus diversos formatos. Hay abusos de la propaganda y el antiperiodismo es también una forma de abuso que busca silenciar. No informen, no critiquen, ni siquiera piensen. Obedezcan las reglas de la propaganda, Llama la atención y a la vez no llama la atención esa búsqueda de justificación de los atropellos, de la extralimitaciones, de ese estupro a los que son sometidos todos los vejados, los ultrajados, los abandonados por la justicia, engañados de mil maneras, por estafas ínfimas o mayores, por defraudación de la confianza, por la máscara que no se va de los abusadores profesionales que conocen el arte del maquillaje funesto. Esa cosmética confundidora, esa farsa coreografiada como bondadosa, que incuba el huevo de la serpiente acechante detrás de las buenas palabras, es la gran confusión en la que cualquier puede caer. Caer en la desgracia del ataque, del desdén público, del robo, de las afrentas, de las ofensas más hirientes.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por