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  • Con los alimentos no se juega

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    Fecha: 04/07/2024 14:02

    Sudamérica ha logrado esquemas de producción eficientes y con profundo respeto por el ambiente (Revista Chacra) Todas las ideas deben respetarse. Aclarado el punto, se puede disentir con ellas si los elementos disponibles así lo aconsejan. Las distintas movidas ecologistas, verdes o como se las quiera llamar, enfrentan inconvenientes técnicos que hacen dudar seriamente de su viabilidad cuando se pretende hacerlas extensivas a cada punto del planeta. Es que cuando se trata de algo tan delicado como la generación de alimentos, con las buenas intenciones no alcanza. Quizás el caso más resonante haya sido el de Sri Lanka, exCeylan, una isla en medio del Océano Índico. Aunque el episodio es conocido, un conspicuo integrante de un grupo de siembra brasileño relata que lo sorprendieron las consecuencias del colapso económico ocurrido en este país tiempo atrás. Tan pronto como ganó las elecciones, el presidente Gotabhaya Rajapakse prohibió la importación y el uso de fertilizantes y agroquímicos, incluidos insecticidas y herbicidas, proclamando su objetivo de convertir a Sri Lanka en el primer país del mundo en tener una agricultura totalmente orgánica. Unos meses después de esta decisión, la disponibilidad de alimentos del país entró en crisis. ¿Las consecuencias? Un tercio de la superficie agrícola quedó sin sembrar. Seis meses después, la producción de arroz cayó un 20%. El país tuvo que importar 450 millones de dólares del producto y los precios al consumidor treparon alrededor del 50%. Hay que agregar unos 350 millones de dólares en compensaciones y subsidios para los productores que no se adaptaron. Por su parte, la producción de té, el producto más exportado del país, sufrió una pérdida de 435 millones de dólares. Lo que pretendía ser una ventaja para los agricultores de Sri Lanka pronto fracasó. Incluso renunciando a la idea, el daño ya estaba hecho y el país estuvo al borde de la quiebra. La gente en las calles de Colombo, capital de Sri Lanka. Un grave error de cálculo (NOVA) Muchos agricultores dejaron sus campos, lo que no solo afectó sus medios de vida sino también la vida de los jornaleros que trabajaban en esas plantaciones. La agricultura orgánica tiene un menor rendimiento, por lo que se necesita más tierra para producir la misma cantidad de alimento. Las imágenes de la gente en las calles tomando la residencia oficial del presidente y las de este huyendo del país en un avión militar fueron el crudo reflejo de lo peligroso que es dejar temas agronómicos en manos de los que no saben o viven de la fantasía. Antonio Cabrera, que de él se trata, dice que Sri Lanka es la imagen de cómo un utopismo progresista hace miserable la vida de mucha gente. Y tiene una alta cuota de razón. Hasta acá solo los esquemas habituales de producción, con sus ajustes orientados a la sustentabilidad y el respeto por el ambiente, han demostrado estar en condiciones de alimentar al mundo. En otra movida igualmente objetada se ubica el llamado Pacto Verde, un paquete de medidas articuladas por la Comisión Europea supuestamente para contener los efectos del calentamiento global. Aprobado en 2020, dice tener el objetivo de que el bloque sea climáticamente neutral para 2050. De él deviene un plan estratégico para alcanzar el objetivo de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 al menos al 50 % y hacia el 55 % en comparación con los niveles de 1990. La sensación es que se pone exageradamente el acento en la producción agropecuaria. Desde la Asociación Brasileña de Agronegocios (ABAG), aseguran que este pacto puede contribuir a aumentar el hambre y la inflación en el mundo. También que muchos países tendrán dificultades para cumplir con estas exigencias, y sus producciones se resentirán, especialmente en el caso de los agricultores de menor escala y en ambientes menos favorecidos. Después del intento de Irlanda de sacrificar 200 mil vacas en tres años como supuesta solución al problemas de los gases de efecto invernadero, o la idea de los Países Bajos de sacar de circulación 3000 establecimientos con el mismo propósito, los últimos capítulos de esta comedia de enredos devienen de la intención del gobierno de Dinamarca de imponer un impuesto de 100€ por vaca por sus emisiones, sin base científica alguna. Son las medidas que se les ocurren a aquellos que con la panza llena y desde un escritorio creen conocer la realidad del planeta. Y por supuesto hay que sumar la legislación que pretende frenar la importación de productos que no prueben fehacientemente un origen distinto de aquellas áreas donde se está eliminando el bosque o regiones sospechadas de tal situación. Hasta el propio gobierno de Estados Unidos la ha rechazado dada la forma en que está planteada. Un clásico. La vaca es el objetivo preferido de ambientalistas que miran hacia otro lado con el transporte y la industria (Revista Chacra) Mientras algunos trabajan para preservar la seguridad alimentaria en el planeta, estas exigencias parecen ir en contra de tal temperamento. El libre mercado con reglas sociales y ambientales coherentes debería ser suficiente para alcanzar los mismos objetivos que supuestamente pretende asegurar la legislación europea. Como en la Argentina, Brasil o Uruguay, los productores europeos apoyan medidas para reducir el impacto ambiental en la agricultura, pero están convencidos de que el camino pasa por implementar nuevas tecnologías, agricultura de precisión y el uso de otras herramientas y procesos sostenibles para combatir el cambio climático, y no por mayores restricciones a la actividad. La diferencia es que Sudamérica está probablemente un paso adelante de Europa en materia de producciones agropecuarias sustentables. Es un tema que deberá resolver este bloque internamente, sin complicarle la vida al resto del mundo. ¿Se logrará a partir de la reconfiguración del Parlamento Europeo que acaban de generar las elecciones en el Viejo Continente? Es difícil asegurarlo, pero ahora las chances son mayores. A propósito del debate que plantean las posturas “ambientalistas”, Channa Prakash, profesor de Genética Molecular en una universidad de Alabama, en Estados Unidos, advierte que “la pobreza es la condición natural, no sólo de la humanidad sino de todas las especies. Si los hombres no modificaran el ambiente desmontando, sembrando, drenando, regando, extrayendo minerales, construyendo infraestructura, etc., existiríamos al nivel de los animales salvajes”. La evolución de la agricultura tal como la conocemos ha permitido multiplicar de manera exponencial la oferta de alimentos (Revista Chacra) De ahí que cuesta aceptar que un burócrata en Bruselas, Washington o donde fuera se ponga en la posición de decirle a los agricultores lo que deben hacer. Allan Savory, ecólogo y ganadero de Zimbabwe, advierte que las limitaciones que se pretenden imponer no tienen chances de funcionar. “Nuestra civilización entera depende de la agricultura, y en muchos países también la economía juega su suerte en estas aventuras. Hay mucha más sabiduría en el agricultor que en aquellos burócratas. La agricultura hizo posible la civilización. Y no es merito de los expertos, lo hicieron los productores convencionales, observando, deduciendo”. Bienvenida la intención de satisfacer las demandas del cliente, en tanto sean razonables y no conformen barreras para-arancelarias. Bienvenidas todas aquellas medidas que hagan más sustentables los procesos sin restringir la generación de alimentos, imprescindibles para el sostén de la humanidad.

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