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  • El antisemitismo, una forma de totalitarismo

    » Clarin

    Fecha: 03/07/2024 17:29

    Cuando Hannah Arendt publicó su obra “Los orígenes del totalitarismo”, dedicando una primera parte muy investigada al antisemitismo, aún no se habían desarrollado estudios académicos sobre un tema que, a pesar del tiempo transcurrido desde el nazismo y su juzgamiento en Núremberg, tiene hoy plena vigencia. Como la tiene el ensayo de Arendt, complejo pero no refutado. Arendt sostenía que el advenimiento del antisemitismo en el siglo XIX surgió por un debilitamiento de la Nación-Estado. En una situación así, las sociedades pueden ser más fácilmente convencidas y las mentiras más incomprensibles son aceptadas como verdades. Para Arendt, y así lo recoge Roger Berkowitz en su artículo “Cómo cambia el antisemitismo”, la ideología está en el centro de su pensamiento sobre el totalitarismo, pero -de forma más política- la escritora y teórica describe las ideologías “como armas políticas”. Así incluye al antisemitismo, al racismo y al bolchevismo. Según este fundador y director académico del Centro Hannah Arendt de Política y Humanidades y profesor del Bard College, “el antisemitismo gana su poder porque puede convertirse en un arma e imagina a los judíos como la raíz de todos los males políticos y sociales”. Y subraya que “poco tiene que ver con los judíos reales” porque un arma política “despliega fantasías para lograr intereses políticos que no tienen nada que ver con los propios judíos”. En el pensamiento de Arendt, cuya biblioteca personal alberga el Bard College, el antisemitismo como ideología busca socavar “el sistema” y “el Estado”. Son varios los juristas y académicos norteamericanos que hoy advierten cómo se está transformando el antisemitismo en la política contemporánea y observan que se está divorciado en gran medida de la religión. Esa observación coincide con lo que sostiene Samantha Rose Hill, autora del libro “Hannah Arendt” y directora adjunta del Centro Hanah Arendt de Política y Humanidades en el Bard College, al referirse a Donald Trump, candidato a la presidencia de los Estados Unidos para las próximas elecciones presidenciales. “El aumento de los actos antisemitas desde la elección de Donald Trump no es una coincidencia. Puede que Trump no sea antisemita, pero sus ataques a las normas y su retórica de odio han envalentonado a racistas de todo tipo. Son testimonios del hecho que nuestro Estado-Nación está tambaleándose”, señala Hill. Es precisamente en esa vulnerabilidad que exhiben las instituciones que la retórica violenta en el discurso político y el discurso público en general se derrama sobre la masa alentando comportamientos acordes. Siguiendo la teoría de Arendt, y desde el análisis de Hill, el antisemitismo está separado del mundo de la experiencia vivida e impide la posibilidad de nuevas experiencias. El antisemitismo ha crecido en las redes sociales desde el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre del año pasado y con la expansión de la guerra en Gaza. En un artículo publicado en The Washington Post, Elizabeth Dwoskin señala que si el antisemitismo ha proliferado en internet desde hace mucho tiempo, haciéndose más virulento desde la guerra entre Israel y Gaza y con la flexibilización de los contenidos en X (antes Twitter), hoy tiene niveles sin precedente, coincidiendo con un aumento dramático de los ataques contra los judíos en el mundo real. Los organismos de monitoreo de contenidos en las plataformas sociales y redes comparten su preocupación respecto de este incremento del antisemitismo. A ello cabe sumar el silencio de organismos de derechos humanos, incluido ONU Mujeres, y de organizaciones feministas, que frente a las atrocidades sufridas por las mujeres israelíes durante el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023 ha sumado una luz de alerta. Las luchas feministas, concentradas en alcanzar la igualdad de derechos y de oportunidades, olvidaron a las mujeres israelíes víctimas de violaciones y torturas de Hamas, sumándose a las nuevas expresiones judeofóbicas. Es comprensible la pérdida de credibilidad de estos movimientos que ante la ausencia de solidaridad frente a hechos aberrantes cuyas pruebas existen. La violación y la tortura son crímenes de guerra para el derecho internacional. En los años 90’ las agencias internacionales subrayaron la violencia contra las mujeres como un crimen de guerra específico. A raíz de ese crecimiento en la Argentina se conformó el Foro Argentino Contra el Antisemitismo (FACA) que ya ha alertado sobre la potencia del antisemitismo en nuestros días, algo no visto en décadas en nuestro país y en el mundo. En campus universitarios, en escenarios políticos, en medios de comunicación y en plataformas sociales, las expresiones antisemitas se han multiplicado. La primera voz que se alzó en este sentido fue la de Michal Herzog, esposa del presidente Isaac Herzog de Israel, que calificó de “devastador” el silencio de los organismos de derechos humanos y de agencias como ONU Mujeres y el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) que no condenaron de inmediato esos crímenes aberrantes. Es indispensable volver sobre las causas y la historia del antisemitismo, releer a Hannah Arendt para que la sociedad civil se involucre y lo rechace, porque como escribió Edmundo Burke en el siglo XVIII, “lo único necesario para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada".

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