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» La voz
Fecha: 03/07/2024 03:39
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Ahora, a las puertas de los Juegos Olímpicos de París, es bueno recordar las obras emprendidas y qué fue de esos estadios y villas que se levantaron en las distintas ciudades sedes. Particularmente, hace 20 años, Atenas (Grecia) recibía nuevamente a las diferentes representaciones deportivas (lo había hecho también en 1896). En ese marco, se construyeron todas las instalaciones para las competencias y el alojamiento de cada delegación. Esta sede marcó un antes y un después en el marco de una arquitectura en busca de sostenibilidad y menor impacto ambiental. Así luce hoy el Estadio Olímpico de Atenas 2004, diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava. La suerte que corrió toda la instalación deportiva es el símbolo de las grandes dificultades que tuvo Grecia para gestionar el “después” de los Juegos Olímpicos de 2004. En declaraciones a la agencia France24.com, el presidente del Comité Olímpico Helénico, Spyros Kapralos, señaló que una lección para aprender de los Juegos Olímpicos de Atenas es que las ciudades sede “no deberían construir instalaciones permanentes que después no servirán para nada”. El funcionario destacó además el gasto y la deuda que significó luego una fuerte crisis en toda la sociedad griega el no hacer uso alguno de esas edificaciones. No es un secreto para nadie que Grecia gastó mucho dinero para construir instalaciones ultramodernas. Pero, después de la construcción, ya no había más presupuesto para asegurar la valorización y mantenimiento de las infraestructuras”, explicó Kapralos. Según el ministerio griego de Finanzas, los Juegos Olímpicos de Atenas costaron 8.500 millones de euros (9.230 millones de dólares). La falta de mantenimiento y el abandono obligaron al cierre de algunas instalaciones. Una muestra de eso es el cierre del Estadio Olímpico, cuya obra estuvo a cargo del reconocido arquitecto Santiago Calatrava, donde se desarrollaron las pruebas de atletismo. Fue ordenado a fines del año pasado, luego de que el techo en acero de 18 mil toneladas no superó las pruebas de seguridad. Desde el gobierno aseguraron que durante 20 años ese edificio no tuvo mantenimiento alguno y que muchos otros corrieron la misma suerte o bien fueron destinados a fines diversos: centros comerciales, una universidad, un campo de tiro para la policía y una oficina para la protección civil. Así, en la costa ateniense, en Elliniko, instalaciones deportivas en ruinas desde hace años fueron demolidas para dejar sitio a un proyecto residencial, un casino y un parque. Después de 20 años, los Juegos Olímpicos de Atenas se recuerdan por retrasos importantes durante su preparación. Cambios de planificación, modificación de personal y procesos judiciales inflaron la factura final. En ese sentido, la formación y entrenamiento de los atletas griegos sufrieron las consecuencias de unos recursos financieros hundidos. Muy cerca de 2024, varios deportistas griegos manifestaron quejas por tener que entrenar en el extranjero, al no haber buenas condiciones para hacerlo en su país. En algunos casos, el equipamiento para entrenar es tan obsoleto que los atletas se arriesgan a lesiones, lamentó Spyros Kapralos. Esos costosos Juegos Olímpicos también hundieron la deuda de una Grecia que sufrió 6 años después del evento una profunda crisis financiera que la obligó a recurrir a severos planes de austeridad. Mirada arquitectónica Desde el punto de vista de la arquitectura, las hermosas construcciones se debaten entre el olvido y el derrumbe. El legado olímpico está en ruinas, con la mayoría de instalaciones en un estado de abandono total. La pileta que albergó los saltos ornamentales. El canal de remo está completamente abandonado y el de piragüismo de aguas bravas lleva años en desuso, sin caudal y con las sillas de las gradas arrancadas. En cuanto a la villa de atletas, salvo una parte que se destinó a un barrio obrero, el resto presenta un estado ruinoso, al igual que la instalación que se construyó para albergar el vóley playa. Pabellones multiusos como los de handball y taekwondo no volvieron a ver a ningún atleta. Atenas es sólo un ejemplo. Helsinki, Sarajevo, Berlín y hasta Beijing, también tienen lo suyo. Muestras de que es necesario reflexionar sobre las estrategias “del después de” esas construcciones, para evitar que se conviertan en espacios abandonados y de alto impacto ambiental.
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