Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Ripley, un impostor inquietante

    » Clarin

    Fecha: 01/07/2024 06:08

    A quienes tengan todavía en la retina el sol y los colores del imaginario pueblo italiano de Mongibello en donde Anthony Minghella ambientó la película El talentoso Mr Ripley (1999), quizá los impacte el blanco y negro de la miniserie en ocho capítulos, protagonizada por Andrew Scott, basada en el mismo personaje de Patricia Highsmith, que ofrece Netflix. Ripley (2024), con guión y dirección de Steven Zaillian, subraya otras diferencias en relación con aquel filme sobre las andanzas del timador contratado por el millonario señor Greenleaf, para viajar a Europa a convencer a su hijo Dickie de volver a casa. El insobornable blanco y negro de la serie define una tonalidad, pero imprime esencialmente un pulso alérgico a cualquier vértigo, un talante más afín a Dickie Greenleaf, siempre de vacaciones, que a las urgencias de un impostor al borde de las rejas. “¿Y si yo fuera él?” es la fantasía recurrente que cada capítulo pone en danza. El precio a pagar por concretarla, una medida posible del carácter. Tom Ripley disfrutará en Atrani del prontuario limpio del recién llegado a un pueblo, habilitando reflexiones sobre cómo cambia (o podría cambiar) quien creemos ser en un entorno donde nadie nos conoce, que invita a desarrollar nuevas habilidades, adquirir otros gustos y deshacernos del lastre de errores antiguos. Tom podría elegir en Italia no caer en el crimen, recrearse, y sin embargo… Mucho más fiel en su oscuridad al personaje literario que imaginó Highsmith que al de la película de Minghella (“demasiada seda”, ironizó ante aquella versión Ángel Fernández Santos, gloria de la crítica cinematográfica española), Andrew Scott compone un inolvidable Ripley maduro, experimentado en el delito y la vileza, lejos del veinteañero de Matt Damon, quien aprendía a matar improvisando y a deshacerse de la culpa en el mismo gesto (como el personaje del Chavo del 8 cuando esgrimía un “fue sin querer, queriendo” por excusa). Este Ripley desea, se tutea con el mal y registra las limitaciones del paso del tiempo: las escaleras que hay que subir para llegar a la casa de Dickie metaforizan dificultades y esfuerzos. Lo dejan sin aire, el cuerpo le pesa. Mientras resopla, el antihéroe camaleónico maquina paso a paso cómo ocupar la vida de otro y gozar del lujo sin estrecheces y sin culpa.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por