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  • Final trágico para un gabinete de unidad que no pudo superar las tensiones

    » Tiempo Argentino

    Fecha: 30/06/2024 19:41

    El tercer gobierno de Perón precisó, incluso antes de que efectivamente triunfara en las urnas el 23 de septiembre de 1973, de un gabinete que representara en la medida más equitativa posible las múltiples expresiones del movimiento en tiempos donde todo equilibrio parecía inviable. Salvo por el protagonismo casi excluyente de dos Josés, Ber Gelbard en Economía y López Rega en Bienestar Social, el General se rodeó de referentes del partido pero sobre todo de laderos ya presentes en sus mandatos fundacionales entre 1945 y 1955. La época exigía épica, pero las tensiones entre el sindicalismo, los sectores conservadores y Montoneros trazaron los modos y las designaciones en un sentido trágicamente opuesto. La nómina de aquel gabinete se completaba con Ángel Federico Robledo en Defensa, Benito Llambí en Interior, Antonio Benítez en Justicia, Alberto Vignes en Relaciones Exteriores y Cultura, Ricardo Otero en Trabajo y Jorge Alberto Taiana en Educación. Es justamente el hijo de este último quien le comenta a Tiempo: “El gabinete que se armó para el gobierno primero de Cámpora y luego para el de Perón tiene mucho que ver con el momento que se vivía con la salida de la proscripción”. El excanciller y ministro de Defensa es un testigo y protagonista peculiar de la historia: mientras la anécdota familiar relata que de pequeño imitaba los discursos de Perón, su padre fue un destacado cirujano que firmó las actas de defunción de Evita en 1952 y del presidente aquel frío 1 de julio, 22 años después. Taiana padre ya integraba el gabinete del tercer peronismo desde el mismo triunfo del Frejuli en marzo de 1973. Taiana hijo vivió de bien cerca el desarrollo y posterior colapso del gobierno popular elegido con el 62% de los votos. Su origen político estuvo en las cercanías de la Tendencia revolucionaria, sector que disputó y nutrió con vigor el organigrama del poder en esa vuelta al gobierno a través de Cámpora. Con el paso de los meses y el encarnizamiento de las posiciones en la interna, la Tendencia fue siendo desplazada a medida que el General decide recostarse más y más en el sindicalismo para contrapesar a Montoneros. Desde la “primavera de los pueblos” a las explícitas amenazas de muerte que recibió de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A) del “Brujo” López Rega y luego la prisión durante la dictadura cívico militar desde marzo de 1976, Taiana siempre estuvo ahí y en el intercambio con este medio se detiene a señalar un ejemplo claro del esquema de equilibrio intentado para el nuevo gobierno. “Había distintas personas que ya habían tenido cargos en los gobiernos anteriores de Perón –Llambí, por ejemplo–, pero algo central era la figura de Gelbard en paralelo a Otero”, analiza. De un lado, el hombre del acuerdo con el sector empresarial –o como se decía entonces, burguesía nacional–, fundador de la Confederación General Empresaria (CGE) que nucleaba las pymes, industriales y productores agropecuarios nacionales, a la vez que relacionado de modo estrecho con el comunismo. Del otro, un exvandorista que fue puesto a cargo de Trabajo, lo que significaba que el Ministerio y su capacidad de intervenir en conflictos laborales era de la CGT. En los cálculos del General, sólo así dispuestas las piezas el Pacto Social prometido desde su aterrizaje permitiría el desarrollo del país. Aquella articulación entre gobierno, empresarios y trabajadores para frenar la inflación, recuperar salarios y en simultáneo contener la espiral de reclamos sindicales funcionó, al menos al principio. Pero Taiana destaca también a López Rega por su capacidad de construcción de poder en la cercanía a Perón. El “Brujo” ya había mostrado las cartas en el mismo acto central por el regreso del líder: sin representación popular propia por ser apenas el secretario privado durante el exilio, las bandas parapoliciales que luego conformarían la Triple A bañaron de sangre la jornada de Ezeiza. En respuesta al asesinato del secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, apenas horas después de la asunción, esta organización intensificó la espiral de violencia al interior del movimiento, con el aval de Perón. Por entonces, la izquierda peronista prefirió darle razón a la “teoría del cerco” para comprender cómo era que, recuperado el poder, ese personaje mítico por el que lucharon durante años y el casi octogenario presidente distaban tanto. López Rega e Isabel Martínez, vicepresidenta, se convirtieron entonces en los referentes del “entorno” que aislaba a Perón de la “juventud maravillosa” embarcada en el proyecto revolucionario. En aquella Plaza del 1° de Mayo de 1974, el divorcio de Montoneros y el General significó el triunfo pírrico de la derecha peronista. “De los últimos días de Perón tengo una sensación de tristeza y angustia porque yo sabía que estaba muy, muy grave. Pero también porque con él se iba la única persona que era capaz de conciliar las fuerzas de la unidad nacional y evitar que todo eso terminara en un accionar violento desde el poder”, recuerda Taiana en diálogo con este medio. El gabinete atravesó el duelo y siguió, en casi todos los casos, durante el gobierno de Isabel hasta el colapso del 24 de marzo de 1976. “La figura de Perón es irrepetible y es muy difícil construir en estos tiempos un liderazgo así. El poder real, la concentración económica y los medios tienden también a la fragmentación del movimiento nacional y popular”, señala Taiana poniendo la mirada en el presente. ¿Se puede aprender algo de aquellos meses de gobierno, 50 años atrás? “En principio, tenemos que componer un programa de esperanza para el pueblo argentino que lo saque de esta miseria y explotación a las que lo está llevando forzadamente el gobierno de Milei”, responde el excanciller de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. «

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