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  • Aprendiendo a vivir de nuevo

    » Diario Cordoba

    Fecha: 30/06/2024 16:33

    El alcohol es una droga. Legal y totalmente normalizada en nuestra sociedad. Por desgracia, el alcoholismo afecta a muchas personas y el perfil de víctima está cambiando. Cuando las entidades de ayuda a las adicciones comenzaron su labor en Córdoba, trataban principalmente a hombres de mediana edad con hábitos de consumo de alcohol establecidos. En la actualidad, cada vez más mujeres y jóvenes acuden a pedir ayuda. Una vez que superan la vergüenza y que, apoyados por su familia, dan el primer paso, comienzan el proceso. Un proceso que para nada es fácil porque, en cierto modo, reconocer esta enfermedad es hacerla pública con personas ajenas al núcleo del enfermo. Y esto no es sencillo, puesto que, en muchas ocasiones, puede acarrear insultos, vejaciones o maltrato psicológico hasta por parte de sus allegados. "El alcohol está muy aceptado, es de muy fácil adquisición e, incluso, dentro de los núcleos familiares está directamente relacionado con nuestra cultura, con los momentos de crisis o de celebración". Esta es la percepción del director presidente de Proyecto Hombre en Córdoba, Jesús Tamayo, sobre el alcohol. Y así lo consideran también el resto de asociaciones que tratan el alcoholismo en Córdoba. El director presidente de Proyecto Hombre en Córdoba, Jesús Tamayo. / Víctor Castro Para toda la vida "El alcoholismo, como cualquier otra adicción, es para toda la vida", apunta María Ruiz, presidenta de Acali (Asociación Cordobesa de Alcohólicos Liberados). Para lidiar con una enfermedad sin cura, el paciente tiene que cambiar de hábitos, variar su modo de vida y, una vez hecho esto, desintoxicarse. La deshabituación del alcohol es crucial, ya que el tratamiento de esta enfermedad precisa de una abstinencia total. Para esta deshabituación el entorno juega un papel fundamental, aunque no necesariamente hay que transformarlo por completo, "superarlo, reconocerlo y lidiar con él", apunta la presidenta de Acali. "En Proyecto Hombre somos acompañantes, por lo que podemos señalar algo que se vea evidente, pero no tomamos decisiones por la persona a la que tratamos", señala Jesús Tamayo. Y es que hay personas que, por su situación, no pueden cambiar de entorno, sino que tienen que aprender a vivir con él. Tamayo afirma que "es un factor que afecta, pero no es determinante". El alcoholismo, como cualquier otra adicción, es para toda la vida María Ruiz — Presidenta de Acali "Uno de los problemas graves que tienen las personas con trastornos adictivos es una pérdida de libertad tremenda", según explica el director médico de Renacer, David Cáceres, quien afirma también que, por lo general, el consumo de alcohol de los pacientes de esta fundación suele ir acompañado de otras sustancias, algo cada vez más común y alejado del perfil tradicional del alcohólico. Algo muy preocupante a este respecto es la edad de comienzo en el consumo, que "está entre los 14 y los 15 años y tiene intrínseco un factor de vulnerabilidad importante". "Ni son conscientes los jóvenes ni somos conscientes los adultos", dice Cáceres en relación con los riesgos que tiene el consumo de alcohol en un cerebro en desarrollo. La presidenta de Acali, María Ruiz, en la sede de la asociación. / Víctor Castro "La juventud no está concienciada, no sabe el daño que se hace", apunta la presidenta de Acali. "El hecho de beber les lleva a querer experimentar otras cosas", continúa María Ruiz. Conocerse a uno mismo es fundamental para garantizar la abstinencia Jesús Tamayo — Director presidente de Proyecto Hombre en Córdoba A la hora de tratar una adicción como es el alcoholismo, los grupos de autoayuda y la predicación de la experiencia propia actúan como báculo para el enfermo. La figura del adicto rehabilitado, un paciente que lleva varios años de tratamiento y se encuentra estable -no sufre recaídas- es determinante para que el enfermo profundice en su persona. El autoconocimiento es la piedra angular del proceso de rehabilitación. "Conocerse a uno mismo es fundamental para garantizar la abstinencia y una rehabilitación al cien por cien", indica Tamayo El trabajo de las asociaciones Acali En Acali, cuyo lema es El inicio de una nueva vida, el ambiente es familiar y cercano. "Buenos días, familia, os recuerdo la terapia de hoy". Así es como María Ruiz, su presidenta, saluda cada mañana a los pacientes a través del grupo de WhatsApp que mantienen en común. En esta asociación, que lleva ayudando a adictos en Córdoba desde 1982, actualmente hay unas 13 ó 14 personas atendidas, a quienes se les pretende enseñar que "son enfermos, y que su enfermedad les provoca perder su libertad como individuos", afirma Ruiz. A través de implementar nuevos hábitos se intenta que los enfermos no solo se conozcan a sí mismos, sino que profundicen también en su entorno, "aprendan a reconocerlo, a superarlo y a lidiar con él". "La coordinación entre médicos y psicólogos es buenísima. Son ellos quienes eligen, dentro de los pacientes que desean tratamiento psicológico, a quién atender". Porque, según indica María Ruiz, hay pacientes que no quieren hablar con psicólogos, lo que significa que "no tienen intención de curarse". "Aquí se les da la información, pero no se puede obligar a nada al enfermo". Trabajadoras en la recepción de la sede de Acali. / Víctor Castro Renacer La Fundación Renacer, fundada en 1987, cuenta con tres centros en Córdoba: Hogar Renacer, una unidad terapéutica de larga estancia; un centro de desintoxicación residencial, que cuenta con 25 camas; y un centro de tratamiento ambulatorio para atender a pacientes que no requieren ingreso. David Cáceres, el director médico, señala el alcoholismo como enfermedad como un tema tabú. "Es una patología cerebral. Las personas alcohólicas presentan, de hecho, una patología dual: una enfermedad mental grave y una adicción grave". "Las sustancias psicoactivas, como el alcohol, modifican el equilibrio químico del cerebro y el alcohol, como cualquier otra droga, presenta tres características comunes: es tóxico; tiene un efecto psicoactivo -genera cambios en la estructura cerebral-; y tiene un efecto adictivo -es capaz de modificar estructuras del cerebro que provocan la adicción-". Una trabajadora de Renacer tomando la tensión a una paciente. / Víctor Castro Estas estructuras que provocan la adicción están directamente relacionadas con el denominado sistema de recompensa cerebral (SRC). "Las personas descubren que pueden modificar su estado psicológico de forma rápida, y cada vez que hacen eso están modificando el equilibrio de sustancias del cerebro, lo que imposibilita regular las emociones y convierte al adicto en un enfermo emocional", explica Cáceres. En cuanto a los jóvenes, el consumo temprano de alcohol es aún más problemático, puesto que "la personalidad se conforma gracias al equilibrio de sustancias, y si este se modifica cuando el cerebro no se ha formado, puede haber cambios en la personalidad que van a ser de por vida". Lo que se conoce comúnmente como una borrachera es un "trastorno de la personalidad somáticamente condicionado que es reversible", apunta David Cáceres, lo que se traduce por una anulación del lóbulo frontal. Esto supone que el individuo no tenga control sobre sus impulsos. El alcohol puede causar cambios en la personalidad que van a ser de por vida David Cáceres — Director médico de Renacer En cuanto a los medicamentos que se emplean para tratar esta enfermedad, lejos queda ya el Colme, una solución oral que, debido a sus graves consecuencias si se mezclaba con alcohol, dejó de venderse en farmacias y pasó a ser tabú. En la actualidad, se emplean disulfiram y nalmefeno para tratar el alcoholismo crónico, siempre bajo supervisión médica. Proyecto Hombre Proyecto Hombre lleva operando en Córdoba desde 1994 y ha ido adaptando su metodología de trabajo en función de la evolución del perfil del adicto, sus hábitos y su situación. Se busca "compaginar el tratamiento de la adicción con la vida cotidiana del individuo", afirma Jesús Tamayo. Además, se trabaja mucho la prevención del consumo de sustancias, puesto que, debido al adelanto en el comienzo de este hábito, la juventud necesita conocer, en la medida de lo posible, los peligros que acarrea esta conducta. Trabajadores de Proyecto Hombre preparando una comida en la sede de la fundación. / Víctor Castro Cuando se trata el alcoholismo como lo que es, una enfermedad, "tiene un tratamiento que es eficaz". No obstante, según el director médico de Renacer, "si la persona en cuestión no recibe el tratamiento adecuado, el problema se puede cronificar y agravar a lo largo del tiempo". "El tratamiento tiene que basarse en la abstinencia, porque no sabemos arreglar el mecanismo estropeado del cerebro que determina la dificultad de control para el consumo del paciente", afirma David Cáceres. Las entidades que ayudan a los alcohólicos en Córdoba pretenden renovar las vidas de los enfermos, salvarles de las garras de su situación y otorgarles la libertad que nunca deberían haber perdido. Les enseñan a vivir de nuevo. Pasar un infierno y recuperar la libertad Tocó fondo. Ahora, vuelve a ser libre. Esto fue por lo que pasó Patricia -nombre ficticio-, de 50 años, cuando su problema con el alcohol llegó a un momento crítico. "Lo perdí todo. Mi padre me trajo a Acali y aquí me explicaron que tenía una enfermedad". En Acali, el equipo de médicos y psicólogos enseñó a Patricia a conocerse a sí misma y a descubrir por qué bebía. En su caso, era por una falta de autoestima muy grande. "Muchas veces las mujeres consumimos a escondidas, por vergüenza a recibir insultos y maltrato psicológico. Borracha es uno de los insultos más hirientes". Una vez es consciente de su enfermedad, Patricia afirma que "no es un camino de rosas, porque quieres dejarlo pero las ganas de consumir siguen ahí". Patricia define el consumo como una jaula, y en el momento en que sales de ella, tomas conciencia de lo maravillosa que es la libertad de no depender de ninguna sustancia en la vida cotidiana. "Mis propios compañeros en Acali o hacer senderismo son cosas que he logrado valorar al dejar atrás la adicción", afirma. Además, Patricia asegura que ya no se relaciona con gente "tan tóxica". "En Acali me han ayudado a escapar del lugar en el que estaba, me han salvado la vida", indica Patricia, que reconoce que "el consumo es un infierno, y sin ayuda no se puede salir". A Antonio -nombre ficticio-, de 57 años, le enseñaron a vivir de nuevo en Proyecto Hombre. "Si no llega a ser por ellos no sé dónde estaría. Consiguen que volvamos a ser personas", asegura. El agradecimiento de Antonio a esta fundación es incalculable. Junto a su familia, ha sido el elemento esencial de su cambio de vida, de un infierno a un día a día totalmente normal. "El alta terapéutica te la dan, pero tienes un estado de alerta permanente", explica. Gracias a este conocimiento de su situación, Antonio es capaz de estar en cualquier ambiente sin problema. "Este año he estado en la Feria", cuenta Antonio, consciente de que su vida tiene que estar libre de alcohol para siempre, y de que esto no limita su disfrute. El alcoholismo provocó que tuviera que dejar su trabajo, entre otras cosas, y tras superar este problema, se dio cuenta de que lo más importante es él mismo y no las opiniones ajenas. "Duermes bien. ¿Sabes lo que es levantarse dándole gracias a Dios por lo que tienes?", se pregunta Antonio, que ahora le da mucho más valor a cosas que antes pasaba por alto. Hoy, en el final del proceso, explica que es como si se redescubriera cada día: "Habiendo pasado un infierno, encontrarme donde estoy no es fácil. Y tener la mano de Proyecto Hombre y de mi familia ha sido vital". Suscríbete para seguir leyendo

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