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  • Martín Guzmán: "El mercado le dijo al gobierno que este esquema está agotado"

    » La Capital

    Fecha: 30/06/2024 15:14

    El exministro de Economía analizó la actual conducción del área y las turbulencias cambiarias. También expuso las bases de un programa alternativo y opinó sobre su futuro en la política El viernes pasado, mientras el ministro de Economía y el presidente del Banco Central (BCRA) convocaban a una conferencia de prensa para anunciar la “segunda fase” de su plan , el exjefe del Palacio de Hacienda Martín Guzmán conversaba con La Capital sobre las alternativas que pulsean dentro del propio gobierno para enfrentar una turbulencia cambiaria y financiera que parece marcar un punto de inflexión en esta etapa. “El mercado le dijo al gobierno que este esquema está agotado” , señaló el actual titular del think tank Suramericana Visión, que ve una agudización de la puja entre los economistas que rodean al presidente Javier Milei respecto de los tiempos de la apertura del cepo cambiario y la devaluación que tendría como consecuencia. Analiza esas alternativas y expresa su opinión en ese sentido, pero en cualquier caso estima que el esquema macroeconómico del gobierno se desarmará más temprano o más tarde, probablemente cuando tenga que enfrentar los vencimientos del Bopreal, el bono en dólares que emitió la autoridad monetaria. Muy crítico de la gestión actual, cuestionó la calidad del ajuste fiscal, “que previsiblemente no lo pagó la casta” , y el paquete de leyes recientemente sancionado por el Congreso. “El ajuste a los jubilados y a la clase media financia la reducción de impuestos a 150 mil ricos del país” , dijo sobre la baja de Bienes Personales incluida en esa norma. También fustigó el régimen de grandes inversiones (Rigi). El profesor de las universidades de La Plata y Columbia dio una conferencia en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNR, invitado por la Escuela de Economía, UxU y el grupo Surplus. Allí, y en la entrevista con este diario, también expuso una estrategia alternativa de desarrollo . Una flamante arquitectura del Estado, equilibrio fiscal, producción, conocimiento y una nueva “ética de la política” forman parte del programa con el cual Guzmán se muestra dispuesto a dar pelea, al menos en principio, dentro del peronismo. Los mercados no se calmaron tras la aprobación de la ley Bases y el paquete fiscal. ¿Cómo analizás el futuro de la política económica después de esta aprobación? Ya cuando salió del Senado quedó claro que no generaba un shock en el mercado, ni positivo ni negativo. Hoy los problemas pasan por otro lado, que tiene que ver con los caminos para la normalización cambiaria. Lo que sí hace el paquete aprobado es acentuar el carácter regresivo de la política económica, principalmente por la reducción de Bienes Personales, que en la Argentina es el impuesto a la riqueza, y por el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones. Lo primero significa que el ajuste que sufren la clase media y los jubilados está financiando la baja de impuestos a la 150.000 personas con mayor riqueza en la Argentina. Y el Rigi es una oportunidad para intereses muy concretos, pero le va a dejar poco y nada al país. Es una oportunidad perdida de usar los recursos naturales para apalancar el desarrollo. Inversiones que igual se hubiesen hecho, se van a hacer, pero contarán con ventajas que no hacen falta y dejándole menos al país. El ajuste a los jubilados y a la clase media financia la reducción de impuestos a 150 mil ricos del país” El ajuste a los jubilados y a la clase media financia la reducción de impuestos a 150 ricos del país” ¿La ley blinda el modelo económico de Milei? Una economía que no crece y en la que aumenta la desigualdad es una economía con más pobreza. Como ocurrió en la última dictadura y en la década del 90, con la desindustrialización, ahora estamos viviendo otro período de destrucción de capacidades que será muy difícil de revertir y muy caro para la sociedad contener. Y después nos vamos a quejar de que hay que volcar más recursos a las políticas de protección social. Ese es el problema. Las turbulencias cambiarias y financieras no ceden. ¿Esta etapa de la política monetaria y financiera se agotó? Al principio, el mercado tuvo la percepción de que el gobierno tenía un norte muy definido, el de un ajuste fiscal muy fuerte que, como era de prever, no cayó sobre la casta. La reducción de la tasa de interés que hizo el gobierno durante un tiempo generó la percepción correcta de que iba a reducir la creación de dinero para pagar los intereses de las Leliq y los pases. Pero ese tiempo ya se acabó y el mercado le dijo al gobierno que hay un agotamiento de este modelo. Creo que la decisión de ir demasiado rápido con la baja de la tasas apresuró esa situación. Hubo un poco de canchereo. En pocos días la redujo dos veces. Ahí el mercado dijo “no” y la brecha cambiaria subió. Además, el ajuste fiscal es, en buena parte, de dudosa sostenibilidad. Contribuyó a una recesión que afectó la capacidad recaudatoria. Y la inercia inflacionaria hizo que el tipo de cambio se apreciara. Frente a ese círculo vicioso, cayeron las acciones y los precios de los títulos públicos. >> Leer más: El Banco Central le pasará toda su deuda al Tesoro ¿Qué alternativas tiene el gobierno frente a esta situación? Hoy parece haber dos visiones. Economía y el presidente dijeron que le habían pedido más dinero prestado al Fondo Monetario. Como no hay déficit fiscal, uno presume que se usaría para acumular reservas o gastarlo en intervenir en el mercado cambiario, frente a una salida del cepo. Una alternativa tóxica, porque es mayor endeudamiento. Hay otra visión, instalada entre los asesores del presidente, que es la que parece haber quedado plasmada en el informe del staff del FMI. Le sugieren salir rápido del cepo, de una forma parecida a la que adoptó Mauricio Macri al inicio de su gobierno, cuando precisamente uno de esos asesores era presidente del Banco Central. O sea, salir sin endeudarse más con el Fondo ni regular la cuenta capital financiera. En ese esquema el salto cambiario sería mucho mayor y habría mucha inestabilidad. Y, como hay muchas utilidades de multinacionales retenidas, podrían tener incentivos para salir. Cualquier gobierno que salga del cepo enfrenta esa disyuntiva. Pero lo que se ve es que el actual esquema está agotado. ¿Hay ahí una “ventana de oportunidad” para levantar las restricciones? Es probable que a medida que se acercan las elecciones el gobierno se vea incentivado a cambiar rápidamente. Las condiciones hoy son distintas a las de diciembre. Se hizo un ajuste fiscal muy importante y, por la licuación, cayó la liquidez de la economía. Eso disminuye el riesgo de espiralización inflacionaria en caso de un salto cambiario. Además, la recesión es muy profunda y el traspaso a los precios sería menor que en un momento en el que haya un poco más de actividad. Supongo que es lo que se discute fuerte dentro del gobierno. MG2.jpg El exministro se muestra dispuesto a dar pelea, al menos en principio, dentro del PJ. Foto: Héctor Río / La Capital. ¿Cuál es la opción menos dolorosa? En cualquier caso, cuando se salga del cepo habrá dos cuestiones muy importantes a atender. La primera es la compensación a los sectores más vulnerables porque, aunque sea más bajo, el impacto inflacionario estará. La segunda es que no se debería hacer como en diciembre de 2015, pero tampoco tomando más deuda con el FMI. Hay que mirar con mucha atención lo que se hizo después de 2002, cuando se aplicaron un conjunto de regulaciones en la cuenta capital financiera. Las restricciones se fueron relajando en forma paulatina, siempre bajo el criterio de evitar los movimientos de capitales especulativos. Por ejemplo, con encajes. También habría que mantener ciertas restricciones de acceso a divisas, que impedirían, por ejemplo, que haya una salida de golpe de utilidades retenidas. Y mantener requisitos de liquidación de divisas. Hicimos un trabajo entre Fundar y Suramericana Visión sobre ese tema. La salida del cepo tiene un impacto inflacionario inmediato pero el piso de la inflación baja para adelante. Si no se sale y hay brecha cambiaria, el piso inflacionario es más alto porque todo el mundo espera un salto del tipo de cambio oficial. Es muy costoso salir del cepo, pero la economía en algún momento necesita normalizarse. Y lo digo habiendo sido ministro de Economía durante dos años y medio en los que no se pudieron crear las condiciones para sacarlo. Era el plan inicial, pero vino la pandemia y, con ella, la necesidad de emitir mucho para financiar al fisco en la emergencia. Y, cuando se firmó el acuerdo con el FMI, ese programa nunca se pudo aplicar por problemas políticos. Al no poder ir ordenando lo fiscal y lo monetario, tampoco se generaron las condiciones. Pero se debe poder salir de esa situación, siempre de la forma más equilibrada posible desde el punto de vista social y financiero. ¿Y qué viene después? La salida del cepo no resolverá el problema fundamental de la estructura económica hacia la cual va la Argentina con las políticas del gobierno. Creo que la situación macroeconómica se le va a desarmar al gobierno, con o sin restricciones cambiarias. Y empezará con el Bopreal, el bono en dólares emitido por el Banco Central. Si la Argentina tuviese un fuerte proceso de acumulación de reservas, nadie dudaría sobre la capacidad de pago de ese bono. Si eso no ocurre, el tenedor te va a pedir los dólares o un nuevo bono más corto y a tasa más alta. Crecerá la deuda del Central y su balance en dólares empeorará, con consecuencias cambiarias e inflacionarias. Más allá de variaciones estacionales, no veo tampoco que ese esquema vaya a resultar en una reducción permanente de la inflación. Tampoco veo progreso productivo ni en la distribución del ingreso. Por otra parte, es una anomalía grave que un Banco Central tome deuda en una moneda que no emite porque le genera riesgo de quiebra. >> Leer más: La sanción de la ley Bases no frenó la corrida del dólar ni la baja de los bonos ¿Cómo ves el proceso de migración de pasivos del Banco Central al Tesoro? El gobierno bajó el déficit fiscal y, desde el punto de vista del Tesoro, se pudo contener la situación. Aunque al superávit se llegó de una forma absolutamente regresiva, con la casta ganando y los jubilados y la clase media perdiendo significativamente. El último dato de distribución del ingreso mostró un aumento brutal de la desigualdad en la Argentina. ¿Cómo sería un programa económico y político alternativo? El pilar es lo que estábamos haciendo en 2021, más lo que no se pudo hacer y lo que exige ir cambiando. Primero, hay que definir qué perfil productivo queremos. Este mundo es muy diferente al de hace cinco años desde el punto de vista geopolítico, económico y tecnológico. Tenemos oportunidades y sectores que son capaces de darle al país trabajo, inclusión, dinamismo productivo y divisas. La energía tiene mucho potencial, pero con ciertos niveles de regulación e infraestructura para que redunde en una baja de su costo en el país. El sector agrobioindustrial es clave. También el conocimiento, por eso es tan importante cuidar el sistema de universidades. Todo requiere una combinación de infraestructura, capital humano y regulaciones adecuadas. Y ahí entra el Estado, que necesita una institucionalidad adecuada. Hoy la arquitectura del Estado está rota, consecuencia de que se abrieron muchos kioscos, estructuras fuera del gobierno central que funcionan como cajas para construir poder. ¿Cómo se cambia? Con una nueva ley de administración financiera. Después hay que tener las cuentas en orden, pero no con un ajuste de mala calidad como el actual sino con el Estado definiendo una opción de gasto que privilegie lo que da mayor productividad y no gastos absurdos, como un subsidio energético pro rico. La reforma tributaria y una adecuación de la legislación laboral tienen que venir de la mano. Si no lo hace el peronismo, no lo hace nadie. Tiene que haber un cambio en la carta orgánica del BCRA y en el federalismo fiscal. No puede ser que las provincias tomen deuda en dólares. Y tiene que haber una ética de la política con otra altura, que la revalorice y atraiga a los jóvenes. La corrupción daña enormemente la capacidad de hacer política pública. Hoy el PJ está muy fragmentado. Un peronismo ordenado y con una cara distinta sería lo mejor” Hoy el PJ está muy fragmentado. Un peronismo ordenado y con una cara distinta sería lo mejor” ¿En qué lugar te ves en ese programa? Tengo mucho diálogo con gestiones municipales, en territorio. Hoy está todo muy revuelto y hay un vacío, que es la fortaleza del gobierno. Pero los vacíos se llenan y eso no tardará demasiado en ocurrir. Dedico mucho a la generación de contenidos. Abrimos Suramericana Visión, donde además de hacer análisis del día a día pensamos políticas públicas para los próximos años, incluso con proyectos de ley concretos. No se debería subestimar el valor de los contenidos para un proyecto que busque transformar la Argentina. ¿Eso lo pensás dentro del peronismo? Dependerá de lo que sea el peronismo. Si logramos abrirnos a las discusiones que la Argentina se merece, dará una alternativa para la victoria y gobernar en pos de mejorar la calidad de vida de la gente. Si es un peronismo que se cierra a las discusiones difíciles, será complicado. Hoy el peronismo está muy fragmentado, con convocatorias y reuniones relativamente parciales, sin una apertura a contenidos que generen alternativa de futuro. Uno trabaja para eso. Si es en un peronismo ordenado y con una cara distinta, sería lo mejor. Y si no es, será otra cosa.

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