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  • Suicidios y accidentes en las vías del tren: “Uno no se acostumbra nunca pero trata de asimilarlo”

    » El dia La Plata

    Fecha: 30/06/2024 11:42

    “A los 15 días de haber comenzado a trabajar tuve el suicidio de una persona. La sensación es de impotencia porque uno no puede frenar como si fuese un vehículo particular” Lucas Iglesias, conductor de tren Hace unas semanas una mujer murió al ser embestida por el Roca en la intersección de 1 y 36. Mientras las autoridades investigaban si se había tratado de un suicidio, otra persona perdió su vida en las vías del Sarmiento. En poco menos de 7 días se registraron un total de cuatro víctimas fatales de la misma modalidad en diferentes puntos del AMBA. Suicidios, negligencias de los peatones y automovilistas o accidentes. Los conductores de tren se retiran con una decena de arrollamientos en su haber y a pesar de tener en claro que la mayoría no fueron su culpa, las consecuencias del estrés postraumáticos son inevitables. Casi tan imposibles de frenar como los ferrocarriles. Este es un tema que preocupa a las autoridades del sindicato de La Fraternidad, desde donde indicaron que en promedio a lo largo de su carrera pueden llegar a protagonizar al menos unos 30 arrollamientos. “Hay rachas, a veces tenés más de uno por semana, a veces pasan cinco años sin que ocurra ninguno”, observó Lucas Iglesias, maquinista del Roca. “A los 15 días de haber comenzado a trabajar tuve el suicidio de una persona en cercanías a la estación Villa Domínico. La sensación es de impotencia, porque uno no puede frenar como si fuese un vehículo particular, por más que vengas a baja velocidad por la cantidad de toneladas que transportas es muy difícil detenerlo. En su momento, con las locomotoras diesel si venías a 30 kilómetros por hora quizás te llevaba unos 100 metros poder detener la marcha, con el tren eléctrico a esa velocidad quizás en 50 metros o menos se puede llegar a detener. Pero hay casos que así y todo no se pueden evitar”, relató Lucas a EL DIA. Lucas tiene 35 años y desde el 2008 trabaja en el tren. Es vecino de Tolosa y desde que nació su vida estuvo ligada al tren. “Me crié en el barrio ferroviario, gracias al ferrocarril mi abuelo compró una casa ahí y la heredó mi papá. Viví ahí hasta hace poquito, ahora estoy en Ringuelet enfrente de la vía, como para no perder la costumbre”, contó el joven que es hijo, nieto y bisnieto de ferroviarios. “Se escuchaban los gritos desgarradores y llantos de la familia de la persona que habíamos arrollado” “Desde chiquito iba con mi abuelo a los galpones del depósito de locomotoras de Tolosa y después con mi viejo que me llevaba algunas estaciones con él. Soy cuarta generación de conductores de trenes, es una pasión algo que heredé”, contó Lucas quien casi de manera automática en julio de 2017 comenzó a formarse en la profesión. Por su historia familiar reconoció estar un poco más “curtido” en lo que refiere a los arrollamientos, pero a pesar de esto y del paso del tiempo es algo a lo que nadie puede acostumbrarse. “Uno no se acostumbra nunca a esto pero trata de asimilarlo y superarlo” “Después de un arrollamiento uno siente una molestia o un vacío en el pecho, molestias estomacales, sensación de impotencia y nerviosismo”, describió el conductor y añadió las consecuencias “no quedan solo en el suceso, en el momento del shock, sino que después uno tiene que pasar por distintos pasos legales ya sea con la policía o con los bomberos que te piden tus datos personales una y otra vez”. Tal como contó, a las dos semanas de haber comenzado a trabajar como ayudante de conductor y con tan solo 19 años, protagonizó su primer arrollamiento. Después de un accidente de este tipo “tenes que ir a la comisaría, en la de Villa Domínico se escuchaban los gritos desgarradores y llantos de la familia de la persona que habíamos arrollado con el conductor. Por suerte no nos cruzamos sino que ingresamos por otro lado, pero hay veces que los compañeros tienen que pasar por esa situación donde se cruzan con familiares o llegan al lugar del accidente y se la agarran con uno, quieren golpearnos o hacernos daño. Esa también es la parte no grata de la situación”, detalló Iglesias, que por su primer arrollamiento terminó declarando en los tribunales de Talcahunao “con 19 años, mirando contra una pared y bajo juramento contando todo lo que pasó en el arrollamiento, porque la familia de la persona que se suicidó quiso hacerle juicio tanto al Estado como a los ferrocarriles”. Algo difícil de olvidar “Uno no se acostumbra nunca a esto pero trata de asimilarlo y superarlo de la mejor manera posible. Uno tiene la atención psicológica se recupera vuelve al trabajo y al poco tiempo tiene otro arrollamiento, otra vez baja psicológica y vuelve el trabajo. Hay momentos en los que quizás pasas unos años sin tener ningún arrollamiento y después en solo dos semanas tenés dos casos arrollamientos, tuviste uno tuviste baja psicológica volviste y enseguida otro. Nosotros le decimos las malas rachas”, explicó Iglesias. Gracias a la lucha de los propios trabajadores, los ferroviarios lograron la modificación de la resolución 558 de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, que reconoce el estrés postraumático que sufren los maquinistas después de los arrollamientos. “En su momento, la ley decía que una vez que teníamos el accidente teníamos que continuar con el tren, pero por suerte y con el trabajo del sindicato junto a abogados, médicos y psicólogos se pudo demostrar que el arrollamiento de personas o vehículos —o el casi arrollamiento— genera estrés postraumático. Ese estrés postraumático los sufren por ejemplo las personas que van a la guerra donde les afecta ya sea psicológica o fisiológicamente. Quedó científica y médicamente comprobado que al tener un arrollamiento de una persona un vehículo afecta al conductor de trenes”, destacó Lucas. Hay conductores que nunca más vuelven a subirse a una locomotora. El padrino de Lucas, fue uno de ellos que tras el arrollamiento de un niño, dejó de conducir y se dedicó a difundir la problemática en los medios hasta que finalmente se modificó la legislación. “Lamentablemente es algo mucho más habitual de lo que se piensa. Hay veces que incluso no llegas a arrollar a las personas pero te lo acordás como si fuese hoy”, dijo Lucas y consideró que “a veces es más grave porque tenés criaturas y eso es lo peor de todo”. A pesar de todo “con la experiencia uno se va dando cuenta y ve cuando la persona ya tiene decidido quitarse la vida o intentar quitársela, o cuando hay una negligencia o una imprudencia del peatón o del vehículo que cruza con las barreras bajas”, de todos modos la sensación de impotencia es lo que predomina entre los conductores. “Es lo único feo que tiene nuestro trabajo, porque después es hermoso el poder conducir el tren poder transportar pasajeros, poder transportar la carga, el compañerismo existe dentro de nuestro trabajo y el apoyo que tiene el sindicato hacia todos los trabajadores es muy fuerte”, concluyó Lucas.

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