Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Ernestina Elorriaga o “el dolor enterrado en la garganta”

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 30/06/2024 02:31

    El asaltante nos trae voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acerca, además de poemas, su visión de la poesía. Poética ¿Qué es la palabra? Es esa bocanada de aire que necesito para olvidar la desmesura del laberinto y no extraviar mi sueño en el sitio donde aguarda el abismo. Es la que aparece en la penumbra para que no olvide que andar tras ella es un destino porque la palabra está en el latido del corazón y allí vivimos. ¿Quién es? Si no la que nombra la sombra que en la noche pregunta por el secreto atroz de una niña que sabe que la palabra ha de salvarla de ese recuerdo que le picotea el cráneo a la hora de la comunión y a la hora en que ve a su madre perpetuarse girando la cabeza para que el mundo siga sucediendo mientras Dios vaga ciego. Ella la niña que come tierra debajo de la mesa y no encuentra en su boca la lengua que traiga la palabra y la sirva para que todos coman de ella. ¿Qué es? Si no el tiempo entre tu boca y mi boca y ella que va y no se detiene porque la palabra pertenece al reino de lo inorgánico y al pasar por nuestros labios se hace corpórea y puede estrellarse en los cristales de la ventana buscando emigrar de la desolación. Ella ve cuando el auto verde oliva sin patente levanta victimas para arrojarlas desde un avión y sus palabras libertarias se extravían en las aguas contaminadas del Río Marrón de la Plata. ¿Qué es sino el volcán violento que estalla en mi boca a la hora de la siesta cuando los higos acechan a las loras? ¿Qué es sino las consignas que las mujeres en la avenida gritan? ¿Qué es la palabra sino ese salvavidas que me acompaña cuando nombro de a retazos el infierno que profana mi sueño? La palabra es tu nombre padre la cadencia de sus sílabas que tintinean en mi boca y a la hora en que aún los gallos no cantan vas amansando caballos para que una niña osada abra su boca y grite padre es la hora es la hora. La palabra es mi madre y su sueño de aviones y Carola Lorenzini trayendo el cielo a su cama y ella empecinada intentará, pero no, no ha de volar si no tan solo lo necesario a la hora de lavar los platos para escapar del tedio con un canto que dice palabras bonitas a su oído Las palabras vienen y a ellas me entrego sabiendo que cuando las nombre algo se irá para siempre y habrá un tiempo para cobijar la vida. Ellas, la dan a luz. Ernestina Elorriaga Muestrario mínimo I Y era angustia la ausencia y era el dolor enterrado en la garganta un río embravecido en el territorio del silencio cuando una madre no puede sostener el cuerpo del hijo que se arroja al abismo a la rasgada grieta sin saber del infinito ni del límite de la oscuridad habla con las estrellas oprime sus sienes sabe que en los ojos de loba de la noche mora el tiempo no quiere sentir los pasos del hijo rumbo el espanto. II Tus años frágiles no espejaban desprecio ni rencor de mi mano intentabas la eternidad el lugar donde el cielo es un aullido pero alguien te arrancó de mí quién fue o era yo sin saber lo que hacía una madre constriñendo al hijo a sentir los latidos de un corazón con miedo es capaz de engendrar una fiera por qué se pregunta ella por qué a su lado se desgaja en la sombra que ha sido III Devorado el niño que fuimos no hay regreso el cielo es una rosa desnuda la sangre se va yendo la mirada se enturbia se emponzoña sin embargo bajo la lluvia los árboles no cesan de brillar devorado el niño los barcos dejan de parecer secretos emergiendo del vientre de una ballena y el sol una pepita de oro atrapada en el zumbido de la noche en la vigilia la mañana es una ventana despedazada. IV Piedras de eternidad cortan el filo de los días saltan bajo el aguijón punzante del taladro en la calle enmarcan el rostro de un hombre lo devoran el polvo un cerco de nieve en sus ojos se entrevera a la lágrima que duele el rictus una puñalada que no encuentra su corazón su mano agarrotada se detiene piensa en el hombre que fue en quien va siendo intenta un alarido de su boca huye un niño lleva en su corazón una piedra que quema V Dónde están los mercaderes dónde están los que ofrecieron el becerro dónde están los que amurallaron mi cuerpo y lo escondieron dónde están los que dibujaron esta máscara dónde estoy dónde mi rostro dónde me busco dónde si en el diluvio de los ojos de mi hijo no he podido ver su corazón desbocado aquel caballo rondas de azúcar ni al velo de la noche con palabras expulsadas de dios dónde estas hijo mío dónde estoy hijo mío si no estoy a tu lado y me salvo contigo VI La ronda me lleva me acerca me aleja me río me arrullo me canto y celebro como el viejo Walt ya siento me respiro estoy a tu lado ya te miro te veo ya me veo la ronda me eleva me vuelo ya la ronda se vuela ya este sueño es tu sueño y me sueña ya te oigo ya no ríes ya no cantas hijo quién se lleva la casa a la deriva quién golpea a la lluvia en la mañana y a la ronda redonda me la roba? VII Miren ese cuerpo que cruza buscando el tiempo de la infancia miren el agujero en el pecho abierto a los pájaros y a los vagabundos no miren los puños apretados luciendo una rabia añosa ni la tajadura en la frente ni a sus pies cansado de buscar miren los secretos que arrastra las preguntas sin respuestas y vociferen como un tifón hasta romperle el tímpano que no escuche que su corazón no late .

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por