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  • Teuco Castilla o “para cruzar el infinito hace falta una infancia”

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 25/06/2024 21:10

    El asaltante hará un recorrido por las voces vivas de la poesía argentina. Cada poeta nos acercará, además de poemas, su visión de la poesía. Arte poética. Cree que un poeta que proclama su arte poética está condenado a traicionarla. Además, afirma, es la poesía la dueña del fondo, de la arquitectura y de la música del poema, son marcas que trae de su insondable origen. El poeta sólo busca como ordenar ese impulso, es sólo un amanuense de un esplendor que no puede provocar su voluntad. Aunque hay poetas a los que la poesía les concede una sola voz. No hay deber ser en la poesía que sea eficaz sino el que origina su mandato. Teuco Castilla Muestrario mínimo Del libro Baniano India XIX A Joaquín Giannuzzi y Libertad Demitrópulos La brasa de la luz y la carne dilatando los hombres, afeminando el barro hicieron Benarés. ¿Hay un sitio donde se una lo sagrado y el cuerpo que no sea en el asombro de ir desapareciendo? ¿Quién sino el hombre que huye de su propia distancia, que se va quedando en lo que ya se ha ido puede, sin ver su llaga, mirar un río? No hay como su sensación templo tan profundo que deshunda el agua, ni inmensidad como la de seguir naciendo para perder futuros. Como el río. Aquí viene a morir, en una casa azul espera que se borren el día, sus hijos, el olfato y el tacto. Junto a su mujer anciana secreteándose comen sus huecos, intersticios de su historia pedazos de un pan que nunca podrá ser dividido. Ella lo ayuda: si ocupa todo el recuerdo le vendrá el olvido. Le deja, eso sí, que tenga, su jarro, su nombre, su sombrero (todavía está imantado) y lo lleva al Ganges para que alce el agua y la aplauda y la deje caer en la luz pues para cruzar el infinito hace falta una infancia. Junto a él, otros, van perdiendo su alguien (también su alguien pierde el que pide salvarse) Todos lámparas con el agua al pecho entre la vida y la muerte perplejos en un fuego sin instantes hicieron esta turbulencia, estas lenguas sin gravedad que unge el río y tiemblan de tanto adiós sin salir de la carne. ¿Qué media entre ese adolescente que se zambulle y el niño que flota sin luna, en el fondo? No es la muerte sino la forma en que los abandonó el espacio. ¿Qué abisma al hijo con esas varas encendidas que, antes de prenderle fuego, da vueltas alrededor de su madre, que no sea señalar un sitio pues no hay sustentación ni pierde distancia lo que cae? Y entre la muerta sin fondo, en su mortaja y el esposo que se afeitó los cabellos para despedirla qué se rompe sino un relámpago y cada uno vuelve a su soledad de no ser ni solo pues a la muerte la une la asimetría. Ese cadáver que pasa sobre la corriente con un pájaro vivo parado sobre la profundidad de su cabeza flor de agua va como el río de cuerpo presente en su ausencia. ¿Dónde está Benarés sino en todo lo lejos que estamos de nosotros?, cruzando el día como apagones, haciendo noche en la fosforescencia, buscando camino donde sólo hay señales, cada uno en su espejo para que el otro no se vea, llamando dios a lo inestable queriendo llenar la velocidad con una piedra hasta llegar a Benarés y hundirse en el río para acabar en alguna forma y ser uno la salida a la que nunca llega. Y el hombre le dice al dios: esta es mi carne la única que te queda. Desde el río se ve el humo sólo hay una orilla donde el muerto comienza. Esa nube es él. Ahora se ve cómo se sentía y cual era la forma que se desorientaba en la forma que él era. Ahora no importa dónde arde. Tampoco en la vida tuvo dentro ni fuera ni lo retuvo un sitio. Lleva una luz que la luz no toca. No se detiene porque todo lo atraviesa. Lo dan al río. Se lleva el agua sus cenizas. Agua sin agua sentirán que llueve cuando nunca vuelva. Del libro Poeson (Al Universo) Imprecisión Estos sistemas ocurren en un solo acto inconcluso. O son una pérdida interminable o una anunciación, sólo una anunciación por lo que somos temerariamente reales e inconcretos. Reconocemos el huero esplendor de estas regiones -ambulábamos allí cuando no éramos-. Ese abismo perdura en los ojos sin fondo de los animales, la desolación de la luna, y en la atónita orfandad de los objetos. Ni en la muerte podemos acampar ni llegar al origen, ni hacer pie en el tiempo. Concebimos el mundo que nos está concibiendo O quizás, todavía no estamos en el mundo sino en su presentimiento. Neutrinos Nos atraviesan. No los detiene la ofuscación del astro ni los varía la lenta insolencia del cometa. Una lluvia interminable en los predios sin edad del espacio que contiene estos sistemas que no están donde creen pues todo ocurre en un tiempo perdido. Hilo por hilo unen la materia al vacío. Y en esa trama eres otra línea de fuga. Los neutrinos te sostienen aquí, latente. Sólo un momento. Para que el mundo pueda construirse lo que existe no debe saber que ya se ha ido.

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