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  • Famosas que lloran: La moda de mostrarse vulnerables

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    Fecha: 24/06/2024 06:22

    Fue una de las primeras. En el marco de un desafío de Instagram que invitaba a compartir cuánto había cambiado cada uno en una década, la modelo Kendall Jenner compartió imágenes suyas como adolescente, cuando a sus 13 años tenía acné y sufría por la mirada de los otros. Lo hizo con un video donde se la veía visiblemente angustiada y con los ojos vidriosos. El texto que acompañaba decía que padecer acné había sido debilitante para ella. “Es algo con lo que he lidiado desde que era una adolescente y me ha hecho sentir ansiosa, indefensa e insegura”. El mundo empatizó con ella. Pero cuando al poco tiempo se convirtió en la cara de la firma de cosméticos antiacné Proactiv, ese afecto y contención se difuminó. Muchos se sintieron estafados al comprobar que las declaraciones de la modelo habían estado pensadas, desde el inicio, para sacar rédito económico. Y así, fue tanto de las primeras en llorar en cámara y utilizar la vulnerabilidad como puente para generar mayor conexión, como de las que cruzó un límite y se encontró con el efecto contrario. Con nombre propio El fenómeno es tan difundido que hasta tiene su propio nombre: “sadfishing” (se podría traducir como “la pesca de la tristeza”). Se trata de una tendencia por la cual las personas exageran sus emociones para generar simpatía. “Es un ejemplo de cómo la intersección entre la tecnología y la psicología está generando patologías que no existían hace unos pocos años”, alerta Silvana Weckesser, psicóloga, autora de “Recalculando” (Hojas del Sur) y parte del podcast “Psicología y Negocios”. Cuenta que si bien la búsqueda de validación y apoyo emocional es normal en los humanos (ya que desde niños tratamos de satisfacer los deseos de nuestros padres a cambio de afecto y atención), esta práctica aumenta esta necesidad de manera exponencial. Cuando en lugar de apoyo se reciben críticas (como en el caso de Kendall), las emociones se vuelven más desesperantes. “Al compartir con los seguidores se espera que el sentimiento de soledad -producto de nuestras crisis emocionales mal llevadas- desaparezca, o que al menos el dolor se reduzca. Y me refiero a 'crisis mal llevadas' porque al salir de ellas la autoestima debería fortalecerse y debería mejorar la gestión de las emociones y la posibilidad de ser responsables afectivos de nosotros mismos”, explica. Pero esto no sucede: una crisis, duelo o situación conflictiva bien elaborada dejaría a la persona en un lugar de paz e introspección muy distinto al grado de exposición del “sadfishing”. Weckesser explica que los buenos comentarios pueden proporcionar un breve alivio emocional al sentir que se recibe apoyo, pero también pueden generar efectos negativos en la salud mental a largo plazo. La dependencia excesiva de la valoración externa puede perpetuar un ciclo de búsqueda constante de la atención, lo que lleva a una sensación de vacío y desesperanza cuando la respuesta de los demás no cumple con las expectativas. “Desde la pena se intenta movilizar emocionalmente a los espectadores para captar su atención, simpatía o cuidado. En este sentido tampoco debemos dejar de lado el componente adictivo que este bucle produce”, advierte. De Hollywood al mundo ¿Y dónde comienza esta tendencia? Como suele suceder, en las celebrities de Hollywood. Como Kendall Jenner, son varias las que se filmaron llorando o contando sus penas en los últimos tiempos. La modelo Bella Hadid posteó una serie de selfies con la cara enrojecida y las lágrimas rodando para alentar a sus seguidores a no sentirse solos. Según contó, esas imágenes son las que suele enviarle a su madre y a su psicólogo cuando se siente insegura, sola o ansiosa. Por su parte, la actriz Jennifer Garner suele mostrarse conmovida con diversas cuestiones, desde una serie o una película, hasta momentos cotidianos de la vida de su familia. Sus posteos, emocionada hasta las lágrimas, son moneda corriente en Instagram. El video de Adele llorando y contándole a sus fans que debía cancelar su show en Las Vegas, es otro ejemplo que circula por las redes (aunque basta con googlear “Adele llorando” para encontrar muchos otros momentos emotivos de la cantante, tanto en redes como en público). Y hace un mes, Justin Bieber compartió una selfie llorando sin demasiada explicación, aunque algunos indicaron que era en relación a su profunda fe y que había sido un llanto posterior al rezo. En nuestro país, el ejemplo de Tini y su impactante corte de pelo frente al espejo, muy lejos de la imagen radiante y sexy que suele mostrar, fue un gran cambio de paradigma. También el puntapié para revelar que la diagnosticaron con depresión, y para lanzar su nuevo disco, “Un mechón de pelo”, mucho más íntimo, profundo y catártico. Un nuevo puente Está claro que, en sí, la intención de mostrarse más auténticos y menos irrealmente felices todo el tiempo es loable. Conectar con la vulnerabilidad puede ser sanador. Y también puede ayudar a que el público renueve su vínculo con la celebridad. “Toda esa vida fabulosa y fantástica de a poco se va cayendo a pedazos, porque es insostenible. Incluso para quien lo sigue, porque no hay identificación posible. Se genera una distancia difícil de acortar”, explica Manuel Colombo, coach y cofundador de la escuela View Connection. Poder ver a quienes admiramos de una forma más abierta y real vuelve a despertar el interés y la empatía. “Se genera un nuevo pacto, porque ahora pareciera que la celebrity comparte algo conmigo y puedo sentirme reconocido”, analiza. Así como durante mucho tiempo no fue “cool” expresar lo que nos sucedía, hoy el imperativo pasó del éxito a la transparencia. Y las figuras famosas aprovechan esa oportunidad para volver a generar conexión. Para Colombo, sin embargo, mucho más importante que lo que decidan hacer los famosos es qué le pasa a cada persona con esto. “¿Por qué necesitamos del otro para habilitarnos a sentir lo que nos pasa? Mostrarnos vulnerables es la puerta a vivir una vida plena, sintiéndola en todo su esplendor, en vez de solo pensarla”, recomienda. Y la idea no es no decir lo que nos pasa, sino no quedarse simplemente en la superficie de los hechos. “Decir que vamos a mostrarnos vulnerables implica el mal uso de las palabras y su significado. En realidad, es pasar momentos de vulnerabilidad lo que nos hace humanos. El problema radica en glorificar algo que daña sin hacer nada al respecto”, apunta Weckesser. Mostrar el dolor por el dolor en sí mismo no ayuda ni a la celebridad ni a quien lo está viendo. Para los expertos, el mejor camino es plantear una posible salida y lo conveniente de buscar ayuda. Será un trayecto de sanación personal capaz de influenciar en el mejor de los sentidos.

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