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  • La escritura en bata del quirófano

    » Clarin

    Fecha: 24/06/2024 06:17

    Exponerse es uno de los temores más comunes de quienes empiezan a escribir. Suelen usar ese verbo, exponer, para referirse al miedo que les produce que algo propio, quizá íntimo, quede a la vista. En honor a eso, suelen escatimar a los textos sus ocurrencias más monstruosas o las referencias a familiares que podrían reconocerse, lo que suele resultar en personajes a una distancia siempre prudencial de lo inmoral, historias tal vez distópicas, de ciencia ficción o realismo “inventado”, cualquier versión de: “cosas que nada que ver conmigo”. Supongo que no hace falta aclarar que no estoy diciendo que todas las distopías o historias de ciencia ficción son fruto de ese cuidado al escribir, sino que pueden prestarse a la ilusión de mantenerse a salvo. El propio Ray Bradbury, en el libro Zen en el arte de escribir, dice que “el primer deber de un escritor es la efusión: ser una criatura de fiebres y arrebatos” y que “en el fondo, todas las buenas historias son de una sola clase: la de la historia escrita por un individuo con una verdad propia”. Pienso que el primer problema está en el verbo, exponer, cuya definición más simple es: “presentar algo para que sea visto”, pero escribir literatura nunca consiste en exponer, no con ese tinte excesivo que tiene la acción de poner algo deliberadamente a la vista. Eso nunca es escribir, como tampoco lo es esconder; quizá se trate de su pariente etimológica sembrar. Lo que los escondedores no tienen en cuenta es la naturaleza traicionera de las palabras, que son como esas batas para ir al quirófano: cuando uno cree que está cubierto, resulta que camina con la cola al aire. Es decir, lo que queda a la vista no necesariamente está donde el autor supone. Si así fuera, podríamos pensar que dominamos las palabras y nadie mejor que quienes escribimos para saber que no es así. Escribir es caminar con la bata del quirófano. Es no saber por dónde viene la mirada, porque al escribir no solo digo lo que quiero decir, también se lee mi forma de componer un texto, las lecturas que tengo y las que no, mis determinaciones históricas y socioculturales, la geografía en la que vivo.

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