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  • Brote, internación y muerte: testimonios de cuatro pacientes reinstalan el debate sobre la Ley de Salud Mental

    » TN

    Fecha: 23/06/2024 07:40

    Juan Roza reconoció los síntomas que estaba manifestando su hermano una semana antes del trágico ataque. Eran las mismas señales que había mostrado nueve años antes, previo al primer brote. Preocupado, le advirtió al psiquiatra sobre lo que percibía, pero el profesional determinó que Rodrigo no necesitaba internación y con el correr de los días todo empeoró. En la tarde del 28 de septiembre de 2020 se desató el segundo episodio. Rodrigo llegó al puesto 2 del destacamento de la Policía Montada y comenzó a amenazar con matar a quien se le acercara. El oficial Juan Pablo Roldán intentó calmarlo y lo dejó ir, aunque decidió seguirlo junto a otros policías para contener la situación. Leé también: Adicción, culpa y autodiagnóstico: así afecta TikTok a la salud mental de los jóvenes Mientras caminaba por las calles de Palermo, el hombre hablaba incoherencias y en ese estado llegó hasta la vereda de un bar frente al Malba. “¿A quién me llevo primero?”, decía Rodrigo y apuntaba con un cuchillo grande. Fue entonces que Roldán disparó al suelo para evitar que avanzara. Sin embargo, el hombre se abalanzó sobre él y le dio varias apuñaladas, entre ellas, una mortal a la altura del corazón. Aunque se defendió y baleó al atacante, el inspector murió minutos más tarde. Roza, en tanto, falleció la madrugada siguiente producto de las heridas en el abdomen y pierna. Rodrigo tenía 51 años y había sido diagnosticado con “trastorno esquizofrénico de tipo paranoide continuo” en 2009, que se despertó después de que perdiera su trabajo en Canadá. Dos años después, en 2011, sufrió un brote psicótico y debió regresar a la Argentina para comenzar el tratamiento, que lo estuvo internado un mes y luego lo continuó de manera ambulatoria. Juan Pablo Roldán fue asesinado al ser atacado con un cuchillo en Palermo (Foto: Télam). “Lo que pasa con el tratamiento ambulatorio es que lo abandonan. Comienzan a sentirse bien y lo dejan y no hay forma de que te haga caso. Yo le decía que tome la medicación y no me hacía caso”, lamentó Juan en diálogo con TN y afirmó que “son muertes que se podrían haber evitado” con una internación. El caso de Rodrigo, y el de otros pacientes de salud mental, vuelven a poner sobre la mesa el debate sobre la Ley N° 26.657. TN habló con familiares de personas con padecimientos mentales. Reclaman más facilidad para la internación involuntaria y mejores redes de atención. Por otro lado, las opiniones de los profesionales de la salud sobre las falencias y fortalezas de la normativa. La internación voluntaria en el centro del debate En base a esto, la psicoanalista Silvia Papuchado trajo a colación un punto que genera polémica: el artículo 20 de la Ley de Salud Mental que refiere a la internación involuntaria. “Indica que para que un paciente sea internado debe presentar un ‘riesgo cierto e inminente para sí mismo o para terceros’. Ese es uno de los principales problemas y que planteamos modificar”, precisó. “Esto implica que se esté apuntando en la cabeza o que esté con un cuchillo intentando matar a alguien. Cuando llega la policía o la ambulancia ya no está en esa situación o porque ya mató, ya se tiró por la ventana o se quedó dormido después del brote. Entonces, ya no es un riesgo cierto e inminente. Por eso, nosotros, desde la asociación de La Madre Marcha, pedimos que se modifique esto entendiendo que una persona puede ser un riesgo para sí y/o terceros, pero además un riesgo potencial”, expuso. Leé también: Ángela Leiva habló por primera vez de su salud mental: “Cuando estuve un poco mal preferí callarlo” Mariano: tras un intento de suicidio fue dado de alta en 24 horas hasta que logró conseguir ayuda Mariano sufrió un brote psicótico y fue trasladado pocos minutos después a la guardia del Hospital de San Isidro. Sin embargo, como su domicilio es de San Fernando, la administración se negó a atenderlo y su familia lo llevó hasta el centro de salud municipal. Allí se toparon con otro problema: lo recibieron, pero no tenían guardia psiquiátrica. Fue un enfermero quien le habló, lo tranquilizó y lo mandó a la casa para que descansara. Al día siguiente, la escena era trágica y, de nuevo, una situación que se pudo evitar. Ensangrentado y en un estado vulnerable, el hombre fue hallado en el baño de su casa con el cuello cortado. De inmediato, lo llevaron a la misma guardia y lograron salvarle la vida. Veinticuatro horas más tarde, Mariano fue dado de alta, ya que el motivo por el que había ingresado había sido atendido. Luego de una intensa lucha, finalmente permaneció en el hospital hasta que la familia consiguió un hogar en donde estuvo internado un mes y comenzó a recibir ayuda. La madre marcha pide por una ley de salud mental en donde se tenga en cuenta la problemática de las adicciones. (Foto: Gentileza La Madre Marcha) “Ahí hubo un intento de suicidio, se tiene que aplicar un protocolo que nadie quería o sabía hacer, no sé”, apuntó Papuchado y dijo que esta situación trae aparejada otra problemática: “El personal médico no está capacitado para atender a un enfermo mental. No saben cómo tratarlo”. En ese contexto, argumentó: “La ley habla de que el paciente sea evaluado por un equipo interdisciplinario, que puede ser un músico terapeuta o un traumatólogo. Nosotros pedimos la incumbencia, porque no es lo mismo un psicólogo que un psiquiatra. Es imprescindible un psicólogo, pero si primero no hay un psiquiatra que lo medique y lo saque del brote, no hay psicólogo que sirva. No puede un médico clínico o un traumatólogo firmar un alta psicológica”. Leé también: Los ocho síntomas físicos y emocionales que indican que podés estar padeciendo depresión “En muchos casos no queda otra que la internación”: la historia de Leandro y la lucha de su familia Leandro, de 42 años, comenzó a sufrir episodios de ansiedad y depresión a los 15 años, lo que desencadenó una adicción a las drogas. A los 16, intentó por primera vez quitarse la vida. Su familia lo internó alrededor de cinco veces en toda su vida, pero él no aguantaba y se escapaba. “Él tenía un dolor muy grande que no sabía como afrontar y que lo llevó a consumir”, contó Juliana, su hermana, a TN. “Desde los 15 años hasta hoy, que tiene 42, atravesó su vida entre problemas. De estar bien a escaparse de los hospitales. Pasó por cinco internaciones, entre psiquiátricos y clínicas de ayuda. Un día decidió no volver y no volvió. No se puede hacer nada”, lamentó. En ese contexto, relató angustiada: “Él alquilaba hasta que los vecinos se dieron cuenta de que no andaba rodeado de buena gente. No quiso buscar otro lugar, los medios estaban, pero él no quiso y terminó en la calle”. Un día, un amigo lo reconoció y le dijo que si se dejaba, él lo iba a ayudar. Fue entonces que le dio un lugar para vivir, un trabajo y lleva -hasta el momento- cinco meses sin consumir. Las madres de las personas enfermas se sienten atadas "de pies y manos" con la Ley de Salud Mental. (Foto: Gentileza La Madre Marcha) Juliana, angustiada, sostuvo: “Uno quiere la internación, pero no es fácil decir ‘bueno, intérnenlo’. Estás mucho tiempo pensándolo, pero vos ves el deterioro físico y mental. No te queda otra. Es la única manera que tenemos de poder ayudar. Vos lo ves hecho piel y hueso y necesitas desesperadamente que lo internen”. “Antes de esta ley lo que pasaba era que los internaban de manera compulsiva. La persona tenía un problema y lo dejaban encerrado, no salían al menos que se escaparan. Eso no está bueno tampoco, era desolador. Pero, hay que entender que en muchos casos no queda otra que la internación. En el caso de mi hermano -que es adicto- no quiere internarse y vos ves como se muere día a día. Eso es terrible. Estás todos los días rezando para que no pase nada ni a él ni a terceros”, remarcó. “Vos lo ves hecho piel y hueso y necesitas desesperadamente que lo internen”. La Ley 26.657 de Salud Mental: el debate Frente a esta situación se abre el debate sobre las internaciones en hospitales especializados. La normativa actual, que es la Ley 26.657, planteaba que en 2020 debían cerrar los monovalentes (neuropsiquiátricos o mal llamados “manicomios”), ya que se los consideraba como una forma de “estigmatizar” al enfermo. “El argumento que utilizan es que se cometieron abusos contra los pacientes, que no tengo duda, pero eso no puede ser el único argumento para cerrarlo. Si vos vas al médico clínico, te atiende mal o hay abuso, no dejás de ir a los médicos, buscas otro”, analizó Silvia Papuchado. En contraposición, Alberto Trímboli, presidente honorario de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM) y expresidente de la Federación Mundial de Salud Mental, detalló que en la Ley Ómnibus estaba contemplada una modificación a la ley vigente, pero la institución logró convencer al Gobierno de que representaba un retroceso. Para ello, se basaron en un abordaje “con perspectiva de derechos, interdisciplinaria, intersectorial, con dispositivos comunitarios y fuera de los manicomios” “Era casi una vuelta a los tiempos en que los ‘locos’ eran considerados peligrosos e incurables y la única alternativa era el encierro. Nadie puede estar privado de su libertad sin un juicio previo o, en caso de los padecimientos mentales, sin la evaluación de un equipo interdisciplinario que verifique el riesgo para sí o para terceros”, fundamentó Trímboli. Por su parte, Papuchado refutó: “Esto está atravesado por la ideología. Quienes están en contra de la internación dicen que es ir en contra de los derechos humanos de la persona, internarlo en contra de su voluntad, pero está en riesgo su vida. ¿Eso es respetar el derecho humano? El primer derecho humano es la vida”. Para el psicólogo y exdirector nacional de Salud Mental, Luciano Grasso, “los tratamientos deben agotar las estrategias para evitar que una persona deba ser internada”. Asimismo, aclaró: “Si una persona, aún estando en tratamiento, se encuentra en riesgo, los profesionales de la salud pueden y deben decidir internarla en un hospital general de manera urgente, preferentemente con su consentimiento, pero también pueden hacerlo contra su voluntad. Sólo deben indicarse como último recurso, por períodos breves y en hospitales generales”. Uno de los principales pedidos es la construcción de hospitales especializados en salud mental. (Foto: Gentileza Matías Subat) Tiziano y su larga historia de institucionalización: “Hay que fortalecer las redes de atención” Con 26 años, Tiziano tiene un larga historia de institucionalización: lo internaron en neuropsiquiátricos, se escapó, estuvo en una casa de refugio y de allí pasó a vivir temporalmente en diversos hospitales generales. Esto último resultó de una decisión ministerial con el acuerdo de los directores de tres hospitales, quienes definieron -sin intervención de los equipos de salud mental- que pasaría seis meses en cada centro médico. Así, en 2022, llegó al Hospital Heller de Neuquén, en donde María Eugenia Rovelotti, psicóloga de la institución manifestó su preocupación por él: “Viene de años de múltiples vulneraciones de derechos”. Cuando llegó, el equipo de Salud Mental armó un informe sobre el dispositivo habitacional que él necesitaba para cortar con ese círculo vicioso de transitar por lugares: “Requiere dos acompañantes por turno de forma permanente y tiene que ser una casa que no comparta con otros usuarios”, puntualizó Rovelotti. En este sentido, indicó: “Él vivía en este hospital sin criterio de internación porque no estaba descompensado en su cuadro de base. Durante todo este tiempo hubo reuniones y audiencias en las que se le prometía que se le estaba buscando una casa para él, pero nunca se resolvió y todo su malestar lo empezó a volcar sobre el equipo, con quien tenía contacto permanente”. Tiziano contaba con 3 acompañantes durante el día y solo quedaba descubierta la noche. Un día, en medio de la frustración y la bronca, tuvo un episodio de ira contra una de las personas que lo cuidaba y renunció, lo que hizo que pasara más tiempo solo. “Cuando estaba solo se daban mayormente las situaciones de angustia y enojo. Comenzó a tener paulatinamente cada vez más episodios de agresividad más graves hacia el personal de salud, usuarios y familiares de usuarios internados. A partir de ahí vimos que estábamos en riesgo, también él se ponía en riesgo en diversas situaciones y empezamos a sentirnos impotentes terapéuticamente para un abordaje porque él ya no confiaba en nosotros”, narró. Personal de salud también manifiesta que no hay recursos para que se cumpla la ley. (Foto: Gentileza Matías Subat) Fue por ese motivo que acordaron trasladarlo al hospital de máxima complejidad de Neuquén, el Castro Rendon: “Allí su situación sigue siendo de vulnerabilidad y de no cumplimiento de la Ley de Salud Mental, que dicta internaciones cortas como un último recurso terapéutico. Nada de eso se está cumpliendo”. De hecho, Rovelotti mencionó que es necesaria la creación de casas de medio camino y lugares de contención ante el desmantelamiento de los monovalentes como dicta la normativa vigente y marcó: “No es que la ley no sirva, el problema es que no se aplica como corresponde”. En esa misma línea se manifestó Grasso: “No podemos pensar en externar a esos pacientes sin resolver o garantizar su atención adecuada y alternativa a esa internación. Hay que crear y fortalecer redes de atención: capacitar a los equipos de salud en salud mental, fortalecer el primer nivel de atención, crear más servicios de salud mental en los hospitales generales, casas de medio camino, centros de día”. David no quiso internarse, era un peligro para él y para otros: lo encontraron muerto de un tiro en la cabeza David tenía 31 años cuando un amigo lo encontró muerto con un tiro en la cabeza en su departamento. Sufría de bipolaridad y trastorno límite de la personalidad. A los 15 años comenzó a consumir estupefacientes, sus padres lo internaron en reiteradas ocasiones, pero él no quiso hacer el tratamiento ambulatorio. “Decía que le hacía mal. Lo dejó. Empezó con malos tratos y se peleaba con gente en la calle. Con esta ley yo nunca pude hacer nada por él”, lamentó su madre, Stela Mauri, una de las fundadoras de La Madre Marcha. Eran las 19.45 del 16 de julio de 2019. Sonó su celular y la tragedia se apoderó del momento: su hijo estaba muerto. “Le pasé el teléfono a mi marido y cuando vi que se sentó supe que eran en serio. Llegamos a su departamento del octavo piso y ya estaba la policía, la morguera. No pude verlo muerto, lo tuvo que reconocer mi hija”, narró entre lágrimas. “Mi hijo era un peligro para él mismo y para terceros, pero la ley solo cree que esto es así cuando tienen un cuchillo en la mano” A pesar del dolor que la mujer tuvo que atravesar -y aún sigue atravesando- jamás bajó los brazos. Tras la muerte de David, buscó la manera de hacerle entender a la comunidad y a las figuras políticas la importancia de un correcto abordaje sobre la salud mental. “A mí esta ley me ató de pies y manos. David no quiso hacer el tratamiento y no lo hizo. No quiso internarse y no lo hizo. Era un peligro para él mismo y para terceros, pero la ley solo cree que esto es así cuando tienen un cuchillo en la mano. Mi hijo, con las dos enfermedades que tenia era peligro. Se compró un arma con el que se mató, por ejemplo, y con el que baleó el auto de una chica con la que salía. Pero, como sabía cómo se llamaba y tenía un trabajo, no necesitaba un cuidado intensivo, según la ley”, reclamó. De acuerdo a su planteo, la ley falla desde distintos artículos: “Se pide voluntad para la internación, ¿qué voluntad va a tener una persona que está totalmente tomada por las sustancias o que tiene un brote psicótico? Es algo imposible”. A pocos meses de que se cumplan 14 años de la sanción de la Ley de Salud Mental, todavía hay una gran deuda con las familias de las personas con padecimientos mentales. La normativa, sancionada en 2010, fue considerada de avanzada, pero su implementación falla en la realidad. Los casos relatados son solo una porción de la problemática, pero dejan en evidencia que sin lugares de contención después del cierre de los monovalentes, la no contemplación de riesgos potenciales de un paciente para una internación y la falta de personal capacitado se vulneran derechos.

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