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  • Un acto de desagravio

    Parana » Analisis

    Fecha: 21/06/2024 17:32

    Un acto de desagravio Daniel Santoro. (Foto archivo) Por Fernando J. Ruiz (*) Hay un periodista que debería recibir un acto de desagravio. Él no lo pide, ni parece resentido por acusaciones recibidas de varios colegas. Pero ahora que se pasa de la grieta K a la grieta M es necesario no olvidar los límites morales que se cruzaron. Releo un artículo que escribí en Perfil.com: "Lo más hiriente que sufrió Santoro no tuvo repercusión judicial por su evidente falsedad: la acusación de espiar a sus colegas. Lo doloroso no fue la acusación, sino que algunos de los colegas le dieran credibilidad a esa denuncia". "El propio Santoro fue víctima varias veces del espionaje ilegal, pero en dos tuvo pruebas por lo que lo denunció en el 2006 y en el 2014. También la revista Veintitrés lo acusó, desde una infame portada, de ser un espía ruso, cuyo indicio principal era que su segunda esposa nació en Rusia. Ser periodista de investigación en América Latina no es un trabajo del que uno sale indemne. Cualquier periodista habla con sus amigos sobre sus colegas, en especial si son conocidos, incluso con sus fuentes cercanas". "Lo mismo pasa en cualquier otro ámbito de trabajo. Es común en una conversación tener un capítulo sobre nuestros colegas. Por eso, es una canallada dar vuelta a esa conversación habitual para convertirla en un acto de espionaje como si fuera la seguridad del estado cubana o la vieja Stasi germanoriental. D´Alessio formateaba en un “perfil ideológico” los comentarios que escuchaba de Santoro. ¿Cómo alguien puede decir que eso lo convierte a Santoro en un espía? Silvestre dijo en Radio 10 que Santoro “extorsionaba con sus notas en el diario Clarín y en esa conversación Horacio Verbitsky agregó: “imagináte, estás trabajando con un tipo que crees que es un colega y de golpe te desayunás que en realidad es un espía”. Por supuesto, ni Verbitsky ni Silvestre llamaron a Santoro para verificar nada". "De ahí en adelante, un elenco de abogados, académicos, dirigentes políticos y periodistas activó el coro del linchamiento público. Como el linchamiento parece ser irresistible, la abogada Graciana Peñafort agregó en redes: “¿Sabés a quien espiaba Santoro para darle información a D´Alessio? A sus propios compañeros de trabajo”. Verbitsky repitió: “Santoro es el operador judicial del grupo Clarín que, según abundantes constancias en la causa, formaba parte del dispositivo montado por D´Alessio y los servicios de la AFI para intimidar y extorsionar”. Y, a pesar de que Verbitsky considera a D´Alessio “un bocón, fanfarrón patológico”, decide repetirle cuando dice que “Santoro trabajó para la KGB”. Verbitsky ha desarrollado una actitud agresiva contra periodistas que investigan las prácticas de corrupción de los políticos que él defiende. Así lo hizo contra Julio Nudler, Santoro, Cabot o Alconada Mon. Además, en este contexto de tensión política, que haya publicado el domicilio de uno de esos periodistas, no fue un gesto amable". Insisto: Daniel Santoro no pide un desagravio, ni le avisé de este tuit. Los discursos de defensa de la profesión tienen que discernir entre los que defienden siempre al periodismo y quiénes solo cuando les conviene políticamente. Quienes lincharon a Santoro deberían pedir perdón. (*) Profesor de Periodismo y Democracia en la Universidad Austral; texto publicado originalmente en su perfil de la red social X (ex Twitter).

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