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  • La política, Francos y los chinos hacen pragmático a Milei; hay cola por Mondino

    » Clarin

    Fecha: 15/06/2024 20:54

    Un corre-ve-y-dile de los que no traen ni llevan cuentos, sino que tienen sus habilidades y con mucho y calificado recorrido, hizo el trabajo clave para que llegara a destino el mensaje al embajador chino. Más que mensaje, fue lo más parecido a un ruego: el gobierno no podía pagar el primer tramo del préstamo de 5000 millones que de apuro Beijing le dio a Alberto Fernández. Se necesitaba desesperadamente una prórroga y pedían una reunión urgente con el diplomático. El gobierno –o mejor dicho los que se dedican a gobernar que, digamos, no son muchos–, tenía el corazón en la boca. Guillermo Francos, mientras trataba de evitar que la ley de Bases se convirtiera en la 125 de Milei, le hizo un nítido, consciente y necesario by pass a la canciller Diana Mondino y recibió al embajador en su despacho. Dos apuntes: 1) Francos o tenía ya el ok de Milei para actuar o se jugó su futuro en esta parada; 2) la emergencia era tal que no podía esperar que se resolviera en un nivel inferior. China había puesto una sola condición para consentir y es la que también le impuso antes a Fernández, aunque esta vez era difícil de digerir para el Presidente actual. Milei debía ir a Beijing, capital de uno de los países del “eje del mal” para el libertario, a agradecerle personalmente a Xi Jinping. El presidente, enterado por Francos, tiró por la borda todo lo que había dicho antes. No solo aceptó en el acto, sino que puso fecha y propuso viajar el 7 de julio como si él pudiera manejar la agenda del líder chino, pero esta otra sobreactuación no fue recompensada. Cosas del lenguaje de símbolos de la diplomacia en serio, la fecha la pondrá el gobierno comunista de China. En cambio, los vencimientos del préstamo se corrieron hasta 2026. Le dieron el doble de tiempo que el estipulado. Quedó demostrado aquello de que la necesidad tiene cara de hereje y Milei, que había enfatizado que no tendría relación con estados “comunistas y terroristas”, se tuvo que tragar el sapo ideológico y dar paso a la realidad de las relaciones internacionales. Una cosa es el marketing electoral y la cháchara, y otra la política en serio. La relación con China no es algo anecdótico y los chinos se toman muy en serio sus intereses y sus inversiones, cualquiera que sea el gobierno. Ahora Milei ha tomado nota de que además de Estados Unidos y de Israel, hay otros jugadores de peso. Y que lo que importa son los intereses nacionales, no tanto o casi nada la ideología. Y la ideología para hacer campaña. Fue un logro que Francos haya intervenido en un asunto que Mondino no había podido resolver. No se sabe si por esto o por el papelón con los embajadores árabes, encabezados por el saudita, a quienes Milei dejó plantados porque allí estaba un diplomático palestino, Mondino se quedó afuera de la reunión del G-7 que tuvo lugar en Bari. Es curioso: la canciller no acompañó al presidente en la cita más importante de su corta gestión y, en cambio, viajó allí el embajador argentino en Washington, Gerardo Werthein. Es lo más parecido a una sanción política pero, cuidado, estamos ante una administración que funciona con otra lógica. Hay que recordar que la Cancillería acaba de transferir incumbencias comerciales a Karina Milei, algo que también fue visto como un capitis deminutio de Mondino. Como ocurre en estos casos, se forma casi instantáneamente la fila de aspirantes: Daniel Scioli se auto postula para el Palacio San Martín (habría pedido los buenos oficios de Eduardo Eurnekian), pero en los planes de Milei figurarían Demian Reidel, jefe del gabinete de asesores presidencial, que también viajó a Italia en el avión presidencial, y el ya mencionado embajador Werthein. Milei llegó eufórico a Bari en la mejor semana de su gobierno. Quizá no pudo festejar con los famosos orecchiette, que las abuelas amasan en los umbrales de sus casas en la zona histórica, que acababa de cruzar el Rubicón del Senado. Allí la ley Bases atravesó ese estrecho, obtuvo la inflación más baja en mucho tiempo (4,2% mensual, hay que recordar que la proyección anual en EE.UU. es algo más de 3%), y el FMI le hizo un desembolso de 800 millones, que no hubiera ocurrido si se defaulteaba a los chinos. La vicepresidenta Villarruel hizo lo que se esperaba. Desempató para darle a Milei la sanción en general de la ley, que aún no lo es porque le resta sortear la revisión por parte de Diputados, y que perdió mucho en el camino. Antes de lo que se dio en llamar el penal del desempate, Villarruel trabajó con Francos para conseguir los votos para igualar a quienes se oponían a la iniciativa. Otra novedad, no tan nueva: el pragmatismo, como en el caso chino, está ganando terreno en un gobierno que ha ganado en expertise con Francos, mientras Santiago Caputo, otro de los miembros de la minimesa política, ahora se dispone a tejer alianzas en los 24 distritos para aumentar el volumen legislativo en las próximas elecciones. También hay que destacar que la ley pudo tratarse en el Senado porque Martín Lousteau, tan criticado, dio el quórum y pudo arrancar la sesión, mientras afuera un sector de los manifestantes (y un grupo de legisladores kirchneristas) hizo lo de siempre: ser funcional a lo que dicen combatir. No es nueva esta extraña confluencia objetiva entre maximalistas cuando se monta una movilización y se crea el escenario para la provocación. Milei, muy agradecido. El jefe del radicalismo está en brete de difícil ruptura. Por un lado, los gobernadores Cornejo y Valdes hacen su juego porque temen que Milei avance sobre sus bases políticas. El mendocino tiene a Petri y a De Marchi mordiendo su electorado, y el correntino quiere conservar su volumen corriéndose a la derecha. Lousteau se defiende: la convención radical no está de acuerdo con una alianza a ciegas con Milei y que los gobernadores, por lo anterior, prefieren operar por las suyas. Paradójicamente, Lousteau ofreció al oficialismo, con su dictamen de minoría, la posibilidad de que se mantuvieran vivos algunos artículos centrales – Ganancias y Bienes Personales- que al final fueron rechazados. ¿Por qué? Al rechazar el dictamen de mayoría, podían haber aprobado con cambios el que proponía el radical. Quedaba así disponible para que insista Diputados en su sanción. ¿Por qué dejaron pasar esta oportunidad? La explicación más escuchada fue: el cansancio, luego de una jornada muy larga y por momentos dramática, con los tumultos externos, la represión, y la constante amenaza kirchnerista de hacer fracasar la sesión. Pero, en realidad, hubo otra vez una muestra de falta de muñeca legislativa en el oficialismo. El oficialismo festejó el triunfo, pero aún no terminó el partido. A pesar del desguace del proyecto original, todavía se avecina así otra batalla en diputados en las que se pondrán a prueba las alianzas y sus fortalezas. El gobierno presiona para revertir lo que rechazó el Senado, pero habrá que ver la conducta que asumen en ese delicado tema los aliados como Miguel Picchetto, por ejemplo, que estaría convencido que lo que no pasó en la Cámara Alta no puede ser restituido por los Diputados. Las mayorías aquí también son muy finitas.

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