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  • Aurora, Eduardo y una historia viva

    » Clarin

    Fecha: 23/05/2024 06:33

    Todas las personas tienen una historia que contar y Eduardo Kozanlián narra la suya con los ojos iluminados por la emoción en un ruidoso bar de Caballito. Empieza con él de 14 años, el día en que abre el cajón de un escritorio y encuentra un libro. Es el regalo que un italiano, Pierino Faggioli, le ha hecho a su padre: un ejemplar de “Subasta de almas”, la autobiografía de Aurora Mardiganián. El volumen es viejo y ha sido reencuadernado, pero eso le importa poco a este chico nacido en Bucarest en 1947 y afincado luego en Buenos Aires. El drama que está leyendo lo captura porque hunde sus raíces en una tragedia que también involucró a su propia familia (el genocidio armenio que tuvo lugar entre 1915 y 1923 a manos del entonces imperio turco-otomano) y porque relata los padecimientos de una adolescente de su edad. Los mecanismos de identificación se activan y dejarán en Eduardo una marca que aún perdura. Aurora (descripta en el libro como “una muchacha pequeña, de cabellera negra y brillante”) sobrevivió a los asesinatos de su padre, su madre y sus hermanos, fue obligada a una brutal marcha de más de dos mil kilómetros, torturada por sostener su fe cristiana, sometida sexualmente en los harenes de los pashá y vendida como esclava hasta que un misionero canadiense pudo rescatarla. Con la ayuda de la Fundación de Medio Oriente, la joven emigró a Nueva York y allí contó su calvario. Escenas de la película "Armenia Arrasada". La primera edición de “Subasta de almas” salió en 1918 y el libro fue llevado enseguida al cine como “Armenia arrasada”, con Aurora interpretándose a sí misma. Fue la primera película de la historia sobre un genocidio y llegó a estrenarse en Buenos Aires en 1920. Pasan los años y Eduardo se convierte en un activo militante de la causa armenia. Una de sus metas es encontrar el filme de Aurora, del que han desparecido todas las copias. Él solo ha visto fotogramas. Portada de Subasta de almas, de Aurora Mardiganián (Ediar). Edición con anexos de Eduardo Kozanlián y Vartián Matiossián. En 1994 viaja a Ereván, capital de la actual Armenia. Convencido de que lo que no se transmite se pierde, revuelve archivos y museos en busca de registros fílmicos del genocidio. Hasta que casi por azar da con dos rollos olvidados que sólo se pueden ver en un proyector atípico: un escritorio que tiene tapa de cristal a modo de pantalla. Los primeros minutos son imágenes bélicas de la Primera Guerra Mundial. Pero luego aparecen escenas de una película muda con una actriz a la que cree reconocer. “Aurora”, dice con los ojos llenos de lágrimas, tres décadas después del hallazgo. Aurora Mardiganián murió en Los Ángeles el mismo año en que Eduardo recuperaba de los sótanos de un ex archivo soviético los únicos quince minutos que existen en todo el mundo de “Armenia arrasada”.

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