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» Clarin
Fecha: 11/05/2024 06:08
Es simplificar demasiado decir que la recesión está detrás del próximo, probable repliegue del índice de precios a la zona del dígito que pregonan fuentes cercanas al Gobierno, o sea, que el alivio que espera todo el mundo no se produciría, digamos, por las buenas razones o por las mejores razones. Pero algo de esa conexión existe y se ve en el derrape de la industria manufacturera y de la construcción que refirmaron las últimas estadísticas del INDEC: nada menos que 21,2% y 42,2%, respectivamente, marcaron marzo 2024 contra marzo del año pasado. En un mes. Economía real pura en estado delicado, por ahí. Y, en el medio, un embrollo grande entre el gobierno libertario y las compañías energéticas que cruza las tarifas de gas y electricidad y, de seguido, huele fuerte a inflación reprimida. Puesto arbitrariamente de atrás para adelante, el noticiero habla de una serie de reajustes proyectados a partir de mayo en todo el país que, si se concretaran, le pegarían de pleno al dígito que en los planes de Javier Milei llegaría el 14 de este mes, con el índice de precios de abril. Obvio, la idea que manda sin vueltas en Economía es cuidar la criatura que viene con la idea de cambiar el humor de la gente; esto es, el notición del Presidente. El problema de Luis Caputo no pasa solamente por patear los aumentos para adelante, porque de bicicletas conoce de sobra. La cuestión es que las tarifas son parte de un combo mayor donde el nudo está en la deuda que Cammesa, una empresa mixta pero en los hechos paraestatal, mantiene con las compañías generadoras de electricidad y las proveedoras de gas. Las obligaciones acumuladas suman arriba de 1,7 billón de pesos o unos 2.300 millones de dólares al tipo de cambio oficial. Caputo intentó con la oferta de convertir la deuda en pesos y aplicarle una quita del 50% y no le fue bien. Más aún cuando el modelo incorporaría las operaciones que caen en el segundo semestre, incluido el siempre demandante invierno. Entre los tantos añadidos al entuerto, uno aparece en un tweet del secretario de Finanzas, Pablo Quirno: “TODAS las decisiones que tomamos deben verse a la luz de que el equilibrio fiscal es INAMOVIBLE”, dijo respondiéndole a alguien que defendió la demanda de los acreedores. Pasa que el billón y pico equivale al superávit fiscal de un mes largo. Y pasó que, en el reino del Fisco, Caputo ya había rechazado la alternativa de pagar la deuda con emisión que le había acercado un especialista que veía venir un tiempo turbulento con la encerrona energética que dejó el kirchnerismo. El ministro espera que llegado el punto las Emergencias, la Energética o la Económica, contempladas en la Ley Bases le permita salir del pantano. Mientras, husmea la posibilidad de que algún resquicio legal le permita transferir el problema a los gobiernos de Macri y de Fernández, alegando que habían convalidado “contratos anómalos”. De vuelta ahora al caso de una recesión que se prolonga demasiado, al interior del sector industrial encontramos, todo para abajo, un 17,3% en la producción de carne vacuna; otro 17,3% en lácteos; el 24% para gaseosas, agua y cerveza; 18% en preparados de frutas, hortalizas y legumbres y 13,9% en productos de panadería y pastas. Todo o casi todo remite al capítulo de los bienes de consumo básicos, por lo general del tipo esenciales y, por lo tanto, habla de los ingresos y la capacidad de compra de la población. Esto es, de la caída de la demanda o “de la dinámica decreciente del poder adquisitivo de los consumidores” como dice un informe del comercio minorista. De lo mismo hablan las bajas del 29% en la producción de calzado, del 18,6% en ropa y del 33,6% en textiles. Y también los propios industriales, a través de una encuesta que el INDEC publicó junto a los indicadores de marzo: calculan que en el segundo semestre del año la demanda interna caerá 51,9% y el uso de la capacidad de producción de las fábricas retrocederá al 49,5%: todo a media máquina o a ras de piso. Fatiga tanta mala onda, pero es la que vuelve a aparecer y encima potenciada en el informe sobre la actividad de la construcción: caída del 42,2% en marzo 2024 contra marzo 2023 y del 30,3% desde enero, señala para empezar. Siempre en negativo, la serie sigue con 39,6% para cemento; 35,4% en pinturas y un 38% en cerámicos. ¿Y cómo creen los empresarios que será la situación del sector a corto plazo?: gana la palabra peor en toda la línea, con un 53% entre los dedicados a la obra privada y el 64,4% de los que hacen obra pública. No viene mal aclarar, por si hace falta, que nada del cuadro crítico que sacude hoy a dos sectores que suman el 20% del PBI puede ser atribuido por completo al gobierno libertario: le corresponde casi enterito al kirchnerismo. El problema es que la aclaración no resuelve el problema ni lo saca del territorio gobernado por Milei. Y así como el crecimiento económico tiene la gran virtud de crear trabajo, la recesión alberga el gran perjuicio de destruir trabajo. Justamente de eso también trata un cuadro en el que tallan un par de costos fuertes que van en aumento y se llaman desocupación. Uno dice que desde octubre de 2013, cuando la actividad tocó su punto más alto, la industria manufacturera perdió 73.700 puestos de trabajo. Solo para completar, hoy emplea a 1,2 millones de personas. De la misma especie, el otro toca a la construcción y revela que desde enero de 2023, o sea, en un año, se cayeron 52.500 empleos y, de ellos, 48.000 entre diciembre, enero y febrero a causa del parate de las obras públicas; si se prefiere, del ajuste fiscal. Se sabe: estamos hablando de un sector que reacciona rápido ante los cambios, para arriba o para abajo.
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