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  • #Santoral | Hoy la Iglesia recuerda a San Fray María Rafael Arnáiz. El abogado de los jóvenes

    » La Pampa diaxdia

    Fecha: 27/04/2024 04:18

    https://www.lapampadiaxdia.com.ar/2024/04/santoral-hoy-la-iglesia-recuerda-San-Fray-Maria-Rafael-Arnaiz.html = Imagen: Píldoras de Fe = Religioso de la Orden de los Cistercienses que siendo aún un novicio fue golpeado por una terrible enfermedad que llevó con paciencia y amor Martirologio romano: En el monasterio de San Isidoro de Dueñas, en España, San Fray María Rafael Arnáiz Barón, quien fue religioso de la Orden de los Cistercienses, que, siendo aún un novicio, fue golpeado por una terrible enfermedad, con mucha paciencia y fortaleza soportó la mala salud confiando siempre en Dios : En el monasterio de San Isidoro de Dueñas, en España, San Fray María Rafael Arnáiz Barón, quien fue religioso de la Orden de los Cistercienses, que, siendo aún un novicio, fue golpeado por una terrible enfermedad, con mucha paciencia y fortaleza soportó la mala salud confiando siempre en Dios PUBLICIDAD Biografía Fray María Rafael Arnáiz Barón nació en Burgos, España, el 9 de abril de 1911, desde muy joven se sintió fuertemente atraído por la vida contemplativa, especialmente por el estilo de vida del Monasterio de San Isidro de Dueñas, o Monasterio Trapense, de la Orden de la Trapa Fue un Joven de admirable y brillante inteligencia, buen amigo, alegre, lleno de vida, inteligente y destacó en los estudios, tenía una carrera muy prometedora. y era un hombre que amaba profundamente a la Virgen María. Desde muy temprano mostró signos de una religiosidad bastante profunda, de una fe viva, un fuerte llamado interno por Dios; es un chico que practica la comunión diaria, y pasa por prolongadas horas haciendo adoración eucarística. La penitencia y la mortificación los hizo un hábito en su vida. También aprendió a practicar la caridad, comenzando por los más cercanos a él, es decir, el persona de servicio que estaba en su casa, y luego se extiende a muchos necesitados que su mamá también va rescatando, y muchos otros que el mismo joven encontraría en su camino Fue un niño de gran fortaleza porque tuvo que hacerle frente al principio de una grave enfermedad que lo acompañaría el resto de su vida y que a la edad de los 11 años lo obligó a abandonar sus estudios. PUBLICIDAD Consagró su vida a la Madre de Dios siendo niño Según se narra en su biografía, fue precisamente a través de esta enfermedad que siendo aún niño, Rafael consagró su corazón a la Madre de Dios; "cuando se recuperó, su padre, en agradecimiento a lo que consideró una intervención especial de la santísima Virgen, a finales del verano de 1921 lo llevó a Zaragoza, donde lo consagró a la virgen del Pilar". Años más tarde, siendo un estudiante de arquitectura en la Escuela superior de Oviedo, ciudad donde antes se había trasladado con su familia, supo unir sus estudios con una constante y apasionada vida de piedad participando activamente en la adoración nocturna en el oratorio Caballero de Gracia, la cual le confirmó un deseo que siempre había tenido en su interior y que, en otras palabras, fue el llamado particular que Dios le hizo: consagrarse especialmente a la vida contemplativa. PUBLICIDAD La santificación a través del sufrimiento A finales de 1933 decidió dejar sus estudios para, en enero de 1934, ingresar al Monasterio de San Isidro. Pero, cuando apenas llevaba algunos meses en el noviciado recibió una de las pruebas más difíciles de su vida; el diagnóstico de una fuerte enfermedad -diabetes sacarina-, que lo obligó, tal como le ocurrió como niño, a abandonar el monasterio, al cual regresó y abandonó en repetidas ocasiones por causa de del mal que padecía. Pidió ser acogido como un simple "achatado", que viven dentro y fuera de la enfermería como especia de invitado, con la única ambición de querer vivir su enfermedad al estilo trapense con una sonrisa en labios. Fue esta heroica fidelidad a su vocación que lo llevó a sufrir con amor su enfermedad y a luchar por permanecer en el Monasterio y que además, lo llevó a santificarse. "Le he pedido a la Virgen María interceda delante de Jesús, para que acepte mi oblación. ¡Qué alegría tan grande si Dios la aceptara!... No me importa sufrir y padecer, si Jesús acepta mi oblación. ya le he dado mi corazón, le he dado mi voluntad... Ahora le doy mi vida. Ya nada me queda más que morir cuando El quiera. Cúmplase su voluntad y no la mía" (Dios y mi alma, 27 febrero 1938). PUBLICIDAD PUBLICIDADA finales de 1933 decidió dejar sus estudios para, en enero de 1934, ingresar al Monasterio de San Isidro. Pero, cuando apenas llevaba algunos meses en el noviciado recibió una de las pruebas más difíciles de su vida; el diagnóstico de una fuerte enfermedad -diabetes sacarina-, que lo obligó, tal como le ocurrió como niño, a abandonar el monasterio, al cual regresó y abandonó en repetidas ocasiones por causa de del mal que padecía.Pidió ser acogido como un simple "achatado", que viven dentro y fuera de la enfermería como especia de invitado, con la única ambición de querer vivir su enfermedad al estilo trapense con una sonrisa en labios. Fue esta heroica fidelidad a su vocación que lo llevó a sufrir con amor su enfermedad y a luchar por permanecer en el Monasterio y que además, lo llevó a santificarse.PUBLICIDAD

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