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  • Pedro el triste

    » Diario Cordoba

    Fecha: 27/04/2024 01:28

    España se paraliza y contiene el aliento, hastiada de sí misma, porque la princesa está triste. Y algunos se preguntan: ¿qué tendrá la princesa? Los suspiros se escapan de su boca no sé si de fresa, aunque sí que algunas partes de la Sonatina de Rubén Darío parece que nos hablan, hoy, de Pedro Sánchez: «Que ha perdido la risa, que ha perdido el color». La princesa, el presidente Sánchez, sigue pálido aún en su silla de oro, que es lo que ha venido siendo el Falcon: una silla de oro voladora para poder hilar sus rutas estelares a la posteridad de pasado mañana. Si lo dice el poema: «¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa / quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, / tener alas ligeras, bajo el cielo volar». Y continúa volando, entre su videoclip en Cuelgamuros con la bata del doctor House y esta melancolía. Seguramente Sánchez prefiere su reactor a las alas ligeras, que es un pensamiento de poeta. Entre tanto despegue sigue entre nosotros, aún en el jardín que «puebla el triunfo de los pavos reales». Sánchez amaga con marcharse porque están investigando a su esposa, y él es un hombre muy enamorado que no puede con esto. Yo me creo que Sánchez siga enamorado de su esposa, y hasta es probable que esta sea la única verdad en la que no termine por cambiar de opinión; aunque nunca se sabe. Pero aquí el amor cuenta poco. De Begoña Gómez sabemos que tiene el mismo derecho a la presunción de inocencia que Urdangarín: son sus acusadores quienes deben quebrarla. Aunque no hablamos, todavía, de Begoña Gómez, sino de Sánchez, y también de su coro. ¿Es que no queda nadie, en la izquierda institucional, dispuesto a ver que ese posible vapuleo mediático a la mujer del presidente es exactamente el mismo con que tanto se atiza a Isabel Díaz Ayuso por su novio? Más allá de que sean casos distintos, cada uno en sus matices, si se trata de no castigar al político a través de sus familiares, eso lo sigue haciendo el PSOE, al día de hoy, mientras se indigna por el trato recibido por Begoña Gómez, cuando sigue machacando a Ayuso por el novio y a Feijóo por la esposa. Este doble rasero no tiene ideología, como tampoco la dignidad de quien entiende que la palabra dada compromete. Adolfo Suárez era un hombre que entallaba chalecos impecables y sabía vestirse por los pies. Un presidente del Gobierno se va o se queda, pero no se dedica a hacerse el mártir y fletar autobuses para el baño de masas mientras lloriquea y criminaliza al poder judicial. Los jueces se respetan no sólo cuando juzgan a los otros. ¿No merece la pena? Si entraste en el Gobierno por una presunta corrupción, no estés ahora tan triste: resiste o pírate, pero no enlodes más. *Escritor Suscríbete para seguir leyendo

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