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  • La historia del perro callejero que terminó en el espacio exterior en una misión suicida

    » La Nacion

    Fecha: 26/04/2024 15:11

    Escuchar La historia de Laika, la perra cosmonauta que se convirtió en un símbolo de valentía y sacrificio, conmovió a personas de todo el mundo desde que fue lanzada al espacio en una misión sin retorno el 3 de noviembre de 1957, bajo el mando del líder de la Unión Soviética de ese momento: Nikita Kruschev. La perrita se convirtió en el primer ser terrestre en orbitar la Tierra y allanó el camino para futuras misiones espaciales tripuladas. Laika fue seleccionada de un grupo de perros callejeros de Moscú debido a que se creía que estos poseían una mayor resistencia y que, en caso de muerte, nadie los extrañaría. Así, se iniciaron numerosas pruebas con estos animales y Laika, que tenía tres años, pesaba cinco kilos y era de un suave temperamento, fue la elegida para la travesía. Laika se convirtió en el primer ser vivo en órbita cuando la Unión Soviética la lanzó en la misión Sputnik 2 el 3 de noviembre de 1957 Cabe resaltar que la misión sucedió un mes después de que la nave rusa Sputnik 1 alcanzara la órbita de la Tierra por primera vez en la historia. Frente a este éxito, Kruschev exigió poner en marcha otro lanzamiento inmediato para conmemorar el aniversario de la Revolución Bolchevique –el 7 de noviembre- por lo que el equipo de ingenieros y científicos tuvo que construir un nuevo cohete en semanas sabiendo de antemano que no tenían conocimientos de la tecnología apropiada para traerlo de vuelta. De ahí que la perrita ya estuviera condenada a morir antes de que el viaje terminara fallando. Los expertos construyeron una nave con una cápsula del tamaño del tambor de un lavarropas para colocar a Laika. Allí instalaron un artefacto para la renovación del aire y un sistema de alimentación automático que se abría dos veces por día con un gel elaborado con distintos nutrientes proteicos. Además, Laika fue operada para implantarle un sensor en las costillas para medir su respiración y otro para evaluar el pulso en la arteria carótida. De esta manera, el 3 de noviembre de 1957, Laika fue enviada al espacio exterior. Ya durante el lanzamiento, los sensores indicaron que el flujo sanguíneo aumentó tres veces por encima del ritmo normal. Y no sólo eso, el pulso bajó de manera muy lenta, tres veces más de lo esperado, un factor que muestra el estrés que sufrió la perrita en su trayecto hacia el espacio. Debido a problemas técnicos con la nave, la cápsula donde estaba la perrita aumentó la humedad y la temperatura que superó los 40 grados. Fue en ese momento, seis horas después de la salida, que los sensores mostraron un paro cardíaco. Era evidente que Laika había muerto por estrés y por el calentamiento de la cabina. Igualmente, la nave con sus restos orbitó la Tierra 2370 veces y se desintegró al regresar el 14 de abril de 1958. Entre 1957 y 1987, los aliados soviéticos, como Rumania, Albania, Polonia y Corea del Norte, emitieron sellos postales de Laika Laika y una muerte que cuestionó la ética científica La trágica historia de Laika generó debates éticos y morales en todo el mundo sobre el uso de animales en la exploración espacial. En la Unión Soviética, entre 1948 y 1961, 48 perros fueron lanzados al espacio y veinte de ellos murieron. A su vez, los estadounidenses enviaron quince monos al espacio y ocho de ellos murieron. Desde el Kremlin, se decidió ocultar la noticia del pronto fallecimiento de Laika, pero a la semana tuvieron que comunicar que había muerto. La verdad recién se supo décadas después del fatal acontecimiento. En aquel momento, muchos expresaron su indignación por el tratamiento de Laika y abogaron por métodos más éticos de investigación espacial. Sin embargo, otros defendieron el sacrificio de Laika como un paso necesario en la búsqueda del conocimiento y el avance científico. A pesar de su trágico final, Laika será recordada por su coraje y contribución a la exploración espacial. Su legado perdura en la memoria colectiva como un recordatorio de los riesgos y desafíos que enfrentamos al aventurarnos en lo desconocido. Laika, la perra cosmonauta, seguirá siendo un símbolo de valentía y determinación, inspirando a las generaciones futuras a explorar los límites del universo y aprender de los sacrificios pasados. LA NACION

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