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» La Política
Fecha: 07/05/2024 04:11
El gobierno nacional mira a las provincias como fragmentos ajenos a la idea de Nación, pero las provincias, o sus gobernadores tambien se perciben como mendrugos de un pan que no integran. A viva voz. A periodismo abierto. Nadie oculta que los gobernadores están negociando sus votos afirmativos para la Ley Bases por obras públicas o cobro de deudas a Nación. Un enorme daño a este sistema democrático que ya ofrece debilidades. Luego vienen los lamentos de "¡cómo no supimos ver estas fallas en la política! El gobierno nacional mira a las provincias como fragmentos ajenos a la idea de Nación, pero las provincias, o sus gobernadores tambien se perciben como mendrugos de un pan que no integran y como bien la Biblia define a ese pedazo duro y desechado del pan, es la limosna que se le entrega a los pobres, las sobras que no consumen los más pudientes. Así están relacionándose hoy las provincias con el Estado Nacional, ninguno de los dos componentes pone siquiera en su mira algún indicio de Proyecto Nacional común, que, en definitiva, y a la larga (o no tanto) será lo único que saque a la Argentina de su crisis. Proyecto Nacional, no como gastada consigna de hace 50 años ni como deseo doctrinario que se queda en las aulas de algún curso de política. Es un Propósito lograble de ensamblar intereses sociales, culturales, económicos, de vida, para todos los argentinos y que tenga denominadores comunes para quien viven en La Quiaca y quien vive en Puerto Deseado. Y no es por poner valores identitarios propios del peronismo, pero ese proyecto tiene mucho que ver con el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, que en mayo de 1974 el presidente Perón pusiera en consideración del pais. Digo, con absoluta prescindencia de mi simpatía política, que vale la pena que lo lean los no peronistas, es una excelente guía para mejorar el pais. Las provincias no deben actuar como espacios foráneos del conjunto nacional en una relación que solo reconoce el tire y afloje como forma de dirimir posiciones. Un pais no puede disgregar su paisaje geográfico, su historia y su cultura. Eso no es una Nación. Eso no es un pais ensamblado y con comunes y provechosos intereses. Y una Nación, no es solo la juridicidad de su nombre, su valor principal radica en sus habitantes, y esos habitantes, los 47 millones de argentinos, viven cada uno en una provincia, ¡es imposible no apreciar que solo la mancomunidad de beneficios, es el camino apropiado! La oposición (en caso que podamos identificar quienes son y donde está) y especialmente los peronistas debemos dejar de soñar con cierta victoria próxima, cuando en verdad estamos cerca de una derrota significativa. Y no es pesimismo ni derrotismo afirmar esto, cualquier militante que recoja la opinión de cientos de compañeros y hable cotidianamente con cientos de vecinos sabe que esto es lo que se piensa. Y en el caso del peronismo es más grave, pues hay una dirigencia que sigue cometiendo desatinos y actuando con funcionalidad al gobierno poniendo en peligro existencial nuestra capacidad de influencia en la sociedad. No fuimos nosotros, peronistas perejiles, cuatro de copas y silvestres quienes elaboramos, en los últimos años agenda alguna. Pero si están quienes lo hicieron. Y no es cuestión de tirar tierra para adentro ni cargar tintas contra compañeros, simplemente se trata de evitar que esos mismos autores de agendas y estrategias fracasadas, quieran seguir escribiendo el futuro de la historia con tinta que primero aparece con manchones y con errores y luego, se borra. No llegan los fanatizados en teorías ultraliberales y amantes de la tecnocracia del capitalismo más atrasado, al gobierno por mágicas consecuencias de un mal día, de un mal mes o de un mal año. Estamos recogiendo las frutas, amargas y vencidas de un árbol que no cuidamos. No hay dudas sobre lo que tenemos enfrente. Son quienes creen que el Estado debe ser demolido, y están actuando en consecuencia. Todos los días hay menos chances de educación, de salud, de trabajo, de cultura. Cada organismo público que se cierra es un pedazo menos de Estado, más allá de que puedan existir, y eso no tenemos por qué ocultarlo, zonas de corrupción y dispendio en la función pública. Ellos eliminan en lugar de curar. El pus se saca y el dedo debe seguir en la mano. La bestialidad, combinada con cierto sadismo, confía más en cortar los dedos que en sanarlos. No es nuevo para los argentinos importar ideologías, hoy llega una experiencia más: el paleolibertarismo y el anarcocapitalismo de Murray Rothbard guía la acción del gobierno. Siempre la conciencia nacional debió luchar contra esas extranjerías, y hoy debemos recuperar la segura fertilidad, tal vez un poco escondida, de una ideología nacional que tenga coherencia con nuestra "alma" argentina, con nuestras vivencias, con nuestra erudición. Hay, en la gestión del gobierno, guiado por estas importaciones intelectuales, un tosco arcaísmo, una antigua forma brutal de ejercer los mandatos. Aunque tengan legalidad de origen, desde ya. Retroceden muchos años. Fantasean mundos exitosos de hace más de cien años donde mienten inventando, lo que nunca fue, una Argentina como pais más rico del mundo y en lo social, se conforman con llegar a tiempos pre 1943. Son falsos modernos. No es útil una construcción intelectual surgida de minorías, debemos abrir la mente a una sistematización orgánica de ideas básicas desarrolladas a lo largo de 200 años de historia propia. Los que ahora aterrados no saben cómo frenar esta ordalía ajustadora que empobrece a millones de argentinos, que no saben cómo detener al Golem que fabricaron, dejen que otros se hagan cargo de levantar la insignia. Lo que importa no es quien lleva el mástil, sino que la bandera flamee con visibilidad, bien arriba. Lo que hoy importa es que exista un punto de referencia opositor, creíble y potencialmente poderoso.
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