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  • Camilo Nicolás y un show hecho por los espectadores

    » Diario Republica

    Fecha: 23/04/2024 21:11

    Hay una camada de humoristas que con, mayor o menor suerte, conforman su show en base a las vivencias y a las respuestas del público. En esa línea se inscribe Camilo Nicolás, el standapero cordobés que el fin de semana pasó nuevamente por San Luis. Desde la época en que conformaba “Camilo y Nardo”, un dúo que supo instalarse en la primera hora de los monologuistas surgidos del interior del país, el cómico visita la provincia con frecuencia, lo que le permitió conformar un público propio que también le hace el juego en las redes sociales. El ecléctico artista incursionó también en la actuación, con participaciones en las obras que Pedro Alfonso y Paula Chaves presentaron en los últimos veranos en Carlos Paz. Y como si fuera poco, se logró acomodar y desarrollar su humor en Instagram, Facebook y Tik tok. Si en su obra “Tranqui piola”, que por segunda vez llegó a San Luis, es capaz de reírse de la muerte y de las desgracias ajenas, no hay razones para encontrar freno en situaciones más banales como el cambio de hora y lugar de su función en la provincia. Ambas modificaciones hicieron que muchos espectadores llegaran al teatro con el show en pleno desarrollo. Además de las serias disculpas, eso también provocó uno de los momentos más graciosos de la noche cuando Nicolás simuló terminar el espectáculo, ante la ovación cómplice del público, en el momento en que una pareja ingresaba al Mauricio López. Como sucedió con muchos espectadores, al desvelarse el masivo ardid, el engañado tomó el micrófono y, aliviado, desparramó sus dotes de humorista al contar que su acompañante lo había retado antes de salir de su casa por la demora que tuvo en los festejos por el triunfo de Boca. El público de Camilo conforma una fauna heterogénea en donde se mezclaron la ahijada del intendente de La Carolina, una tarotista que no supo explicar del todo su arte, una policía que mencionó su presencia en un tiroteo como si hablara de comerse un alfajor y una locutora con sueños de hotline. Con todos, Nicolás conversó de manera amena y en algunos casos festejó las ocurrencias de los espectadores, en algunos casos más graciosas que las suyas. La estructura del stand up está dividida en bloques con diversos temas que tienen como disparador una pregunta del humorista a los espectadores. En muchos casos, la búsqueda entre las butacas encontró en un miembro del público en particular una historia interesante o divertida que contar. Luego de la charla y el intercambio del chistes, el propio monologuista expuso un relato gracioso para cerrar el tema. “Levante la mano el que considera que vive en un pueblo chico” fue la primera consigna aunque con el correr de la noche el tenor de las consultas se elevó hasta límites ocurrentes. ¿Quién no se vacunó por el COVID? ¿Quién fuma marihuana? ¿Quién fue protagonista de una situación vergonzosa? ¿Quién no escucha los audios de WhatsApp luego de enviarlos? fueron algunos de los interrogantes que el cordobés lanzó antes los puntanos. Cuando Camilo preguntó sobre profesiones específicas (“¿”Quién trabaja en un banco? ¿Quién es policía?”) se encontró con un tímido silencio que lo llevó a hacer algunas bromas pertinentes: “¿Pero de qué laburan acá? ¿Son todos planeros?”, o la más sincera: “Miren que si ustedes no participan, acá no hay show”.

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