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  • “Los niños de las guerras reclaman nuestra solidaridad”

    » Clarin

    Fecha: 06/05/2024 05:30

    Vemos día a día lo que dramáticamente está sucediendo a miles de niños del mundo a causa de las guerras. Observamos con dolor sus tristes miradas, como diciéndonos que los ayudemos y protejamos. Es tristísimo ver cómo juntan lo que quedó de sus casas, de sus escuelas, de sus plazas, de sus juegos... La gran pregunta es cómo será el futuro de tantos pequeños que hoy han quedado huérfanos de sus padres, de sus familias, de sus amigos, de sus compañeros de escuela. Se suman a todo esto la crisis climática y las migraciones masivas, en la que los niños que las sufren también nos están exigiendo que los ayudemos. El presente los encuentra sin comida ni agua ni medicamentos y en lugar de estar en sus escuelas para forjarse un futuro, deambulan entre ruinas. Dejan el lugar donde nacieron y seguramente el paraíso que ellos se imaginaron para continuar con sus vidas. Todo les ha sido quitado. Siendo que ellos son el presente, pero también el futuro. Es desgarrador ver cómo sus cortas vidas se van apagando de a poco. Como bien dijo Mahatma Gandhi, “no hay camino hacia la paz, la paz es el camino”. La paz es amistad, es amor, es verdad. La paz se construye sin guerras. No se debe de tolerar destruir sus preciadas vidas. La no violencia es la mayor fuerza a disposición de la humanidad. Sería mágico y bello que nuestros niños, dando un buen ejemplo de solidaridad con aquellos pequeños que están sufriendo, dediquen un día para pedirles a los líderes del mundo que hagan lo humanamente posible para que esas guerras terminen para siempre. Y que al izar nuestra Bandera, expresen también un minuto de silencio por la paz en el mundo. Entenderían de ese modo, dentro de su inocencia, la importancia de la paz. Es una obligación moral y ética de todos los líderes darles a los niños un mundo mucho mejor. Que Dios bendiga a todos los niños del mundo. Pedro Marcelo Garro pideundeseo1988@hotmail.com OTRAS CARTAS Los olvidados de siempre Después de muchísimo tiempo donde los honorarios médicos estaban ligados a los bajos aumentos de las cuotas de los prepagos, nuestro Presidente liberó dichos valores. El “tremendo” incremento (¿sinceramiento?) de los valores se trasladó a los honorarios, hoy un poco más dignos. En la guerra del Gobierno a las prepagas, cara visible del problema, se olvidan de los abusivos aumentos de los remedios o de los insumos, descartables y prótesis. Y hay que retrotraer el aumento solo de las cuotas. Sin presión a los laboratorios ni a los importadores para que reduzcan sus valores, la única variable termina siendo el honorario de quien realmente te cuida. Somos los olvidados de siempre. Sergio Dubner dubnermd@gmail.com El dilema del “no hay plata” Tal dilema presenta un trasfondo tanto simbólico como palpable. Los gobernadores, intendentes y otros políticos están acostumbrados a recibir fondos sin cuestionar su autenticidad, sin distinguir entre el dinero genuino y aquel emitido sin respaldo, lo cual alimenta la inflación, la pobreza, la decadencia. La emisión descontrolada de dinero es una ilusión pasajera que conlleva consecuencias desfavorables a largo plazo. Es clave que aquellos que demandan recursos aprendan a ser ingeniosos, no solo en sus solicitudes, sino también en la reducción de gastos y el aumento de la recaudación, impulsando la producción. La expresión “no hay plata” es sencilla de comprender y es familiar para muchos, quienes han aprendido a adaptarse. Sin embargo, muchos políticos se resisten a aceptar esto, como niños caprichosos que ignoran las consecuencias. El “no hay plata” también busca reeducar a aquellos arraigados en una cultura de demanda constante y capricho desmedido. Es hora de cambiar esta mentalidad y adoptar un enfoque más responsable y sostenible hacia la gestión de recursos financieros, y por ende, hacia el futuro del país. Ps. Jorge Ballario psicologo.ballario@gmail.com Seguro automotor, sin grúas El seguro es también un servicio y las compañías tratan, en lo posible, de cobrar lo menos posible por competencia. Es lógico que el asegurado manifieste que “si me quitan las grúas, el costo debe bajar”. Seguramente las empresas consideraran una rebaja, pero en esta actúan otros factores que superan esos coeficientes. Por ejemplo, la inflación y el aumento del valor de los automóviles. Lo mismo con el valor de los escasos y difíciles repuestos en el caso de accidentes. Incide también el aumento de los costos de los talleres, etc. Es decir, todos los intervinientes en este mercado están sufriendo el desorden existente en el país. Nadie sabe qué es lo caro y qué es lo económico. Las compañías ofrecen sus costos y los asegurados, entre otras alternativas, tratan de contratar el seguro en las firmas más sólidas y de mayor rapidez en atender un siniestro. Por todo esto -y varios factores más- es que los asegurados puedan apreciar una rebaja en el costo del seguro automotor.

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