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  • Las trampas económicas del mal absoluto fueron el objetivo principal detrás del horror del mal absoluto

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    Fecha: 28/03/2024 12:01

    “¿Tienen salida Bangladesh, Afganistán y Somalia? Lo dudo. ¿Tienen salida Argentina, Brasil y Chile?. Sin duda”...“Pero estos tres países están maniatados por sus fuerzas armadas, sus oligarquías y sus deudas externas”. Mario Bunge, El país puede salir del pozo, 1989. 1. Fuerzas armadas, oligarquías y deudas externas, o sea, oligarquías. El horror de la última dictadura ocultó la razón estratégica del horror. Detrás de la violencia política, el caos económico y el terrorismo de Estado, detrás de todo el miedo y del dolor social, de toda la muerte habitando la sociedad, estaba la razón del horror. El objetivo principal de la última dictadura corporativa y militar fue el establecimiento de un sistema económico e institucional que cuarenta años de democracia después sigue vigente, fue ampliado y fortalecido. En 1976, con el impulso que tuvo con el “Rodrigazo”, la oligarquía aprovechó el vacío de poder en una sociedad aturdida y cansada de un caos profundo y llevó adelante una venganza económica con una regresión histórica. La Constitución de 1980 institucionalizó el Golpe de Pinochet a la democracia chilena en 1973. Una Constitución tradujo a ley la victoria de un acto de violencia de una revolución conservadora. Un sistema de frenos contramayoritarios y trampas institucionales para fijar resultados, para condicionar futuros juegos políticos. No siempre las fuerzas constituyentes son las que expanden derechos, ponen horizontes republicanos y de autogobierno democrático. El acto constituyente puede ser el final de una etapa de expansión, el comienzo de una contracción, una subordinación. Puede ser necroconstituyente. En Argentina, esas trampas fueron establecidas a través del sistema económico a sangre y fuego. La Dictadura Corporativo-Militar de 1976 realizó una reforma paraconstitucional que se consolidó luego de seis años de gobierno haciendo pública la deuda privada: la gran reforma paraconstitucional de 1982. Fue un ciclo de 1976 a 1982, no sin contradicciones. Al rediseñar la matriz productiva, el modelo de acumulación y dejar condicionado un sistema político, la oligarquía fue la fuerza política no democrática más exitosa de los últimos cincuenta años. Donde los militares fracasaron, tanto la oligarquía como Martínez de Hoz representante de esa clase política -ya lo hemos afirmado con Guillermo O’Donnell-, fueron sin duda los grandes triunfadores. La última clase revolucionaria en Argentina. Una victoria de la oligarquía que ya cumplió 42 años con la estatización de la deuda como fin de ciclo de reformas. Una derrota colectiva que va a cumplir 50 años y que condicionará los próximos 50 años. Esa derrota en los diagnósticos operativos, en las políticas de los gobiernos democráticos, son los que permiten la licuación agresiva y la regresión de shock del gobierno actual. La Constitución de la crisis: la supremacía presidencial vence a la supremacía constitucional Casi medio siglo después, la falta de un proyecto de largo plazo de las elites miopes e insensibles dio paso a una necroelite sádica, demente y mística en sintonía con las mayorías enojadas. La sociedad abandonó a esa elite que la traicionó disciplinadamente, atraída por una necroelite que la sedujo con promesas de un cambio profundo, de “castigar” a “la casta”. Esa necroelite es letalmente efectiva. Cumple y dignifica, si por dignificar entendemos saquear y humillar. Destruye y avanza con rapidez. Empobrece a la sociedad pero cumple y eso tiene un atractivo para una sociedad que fue históricamente traicionada. La necroelite tiene una extraña sensibilidad que la elite bipartidaria perdió hace tiempo y pretende “recobrarla” con nuevas promesas pero sin acciones, repitiendo libretos rancios. El sistema político que habitó esa elite durante cuarenta años no dejó controles institucionales para frenar políticas que la Constitución prohíbe frontalmente. Ese es el legado institucional de la elite histórica y su ecosistema de operadores: dejar sin defensa institucionales a la sociedad y a las nuevas generaciones que nacerán más pobres y sin derechos. Donde hubo derechos habrá necesidades. Esa “miseria planificada” que la democracia no pudo reducir y que el sistema político gestionó y profundizó es lo que -entre otros factores- generó y potenció la bronca de una sociedad con “la casta política”, con su clase dirigente. Todo indica que la fragmentación social y económica se profundizará gracias a nuevos acuerdos operativos que atraviesan al sector privado expandido y al sistema público debilitado. Gobernar a través de grupos de whatsapp es colapsar: la imaginación política y la acción colectiva bloqueada por las pantallas El sistema político no supo, no quiso o no pudo desarticular esas trampas económicas. En los momentos de ficticia estabilidad como en la convertibilidad (1991-2001) o en tiempos de tasas chinas (2003-2009) se promocionó que estaba “solucionado” en el largo plazo. Esto demuestra que en democracia también se vendieron ilusiones, se negaron y legitimaron con silencio esas trampas económicas. Una mirada crítica desmiente esas ilusiones, una mirada al futuro nos da una imagen tan triste como intensa. Mentiras del ayer, cadenas del mañana. En 1970 la pobreza era de 5,7 por ciento y en 2027, cuando Milei debe terminar su mandato constitucional, la pobreza será -estimamos aproximadamente- del 70 por ciento o mayor. Casi 8 años de dictadura y 40 años de Democracia, 48 años después del Golpe la política democrática seguirá siendo cortoplacista e improvisada y la pobreza creciendo fue un diseño de largo plazo. Los movimientos de memoria, verdad y justicia han sido una fuerza social que alcanzó consensos transversales hoy debilitados por las promesas incumplidas de la propia democracia. Sin embargo, desarmar las trampas económicas, políticas y para-constitucionales que puso la oligarquía a través de la dictadura era tan o más importante que juzgar selectivamente a los meros instrumentos -se quitó de la órbita a sus técnicos y a sus decisiones económicas- utilizados por esa oligarquía para imponerlas. Muchos de sus decisiones y sus decisores ni siquiera fueron identificados y sus actores principales tuvieron y tienen un rol clave en estos cuarenta años de democracia condicionada. Ni juzgar penalmente a Martínez de Hoz -o al funcionario del Banco Central que estatizó la deuda privada en noviembre de 1982- hubiese permitido solucionar los desafíos económicos que dejó ese sistema de dominación económico e institucional que seguirá eclipsando nuestro futuro democrático. Ese sistema gobierna en paralelo a la Constitución como ley suprema e incluso en clara confrontación con la Constitución dado que nunca se solucionó “el arreglo de la deuda” odiosa. Tampoco se toman las obligaciones internacionales como tales. Los derechos sociales del derecho internacional son “superiores” a nivel constitucional a los pagos de deuda y vamos hacia un futuro sin salud ni educación pública para pagar deuda pidiendo más deuda. El derecho internacional tiene límites estructurales para incidir en el sistema financiero internacional a pesar de que el FMI o el Banco Mundial son organismos del sistema internacional de protección de derechos humanos de las Naciones Unidas. La Constitución de la democracia delegativa: liderazgos cínicos y negocios en los funerales de la República La oligarquía nunca fue y nunca será institucionalista ni republicana. La Constitución será irrelevante en un futuro cada vez más feudal con la oligarquía gobernando como clase a nivel internacional. En situaciones políticas estructuralmente injustas veremos a los falsos republicanos y falsos demócratas deliberativistas usar la imaginación constitucional para legitimar jueces supremos o para construir excepciones judiciales y administrativas para corporaciones mal asesoradas que después estos traicionan por promesas codificadoras. El mismo Alberdi reconoció que la elite argentina era más colonial que burguesa. Por eso quería libertades de comerciar potenciadas, quería modernizar la economía y construir una elite más capitalista e industrial que nunca se consolidó, que siempre quedó entre oligarquía conservadora y una pequeña elite republicana. Por eso quería migración y educación, en ese orden. Era mejor trasplantar un bosque europeo que plantar una semilla capitalista en tierra colonial. Alberdi sabía que la sociedad colonial y corporativa era nuestro pasado a derrotar y hoy nosotros deberíamos reconocer que quizás sea nuestro futuro feudal a sobrevivir. Las constituciones, en contra del pensamiento institucional vacío, también son para las elites oligárquicas que habitan esas instituciones, que las parasitan, que las capturan, las vuelven clasistas, endogámicas, sesgadas, lugares donde se persigue el pensamiento crítico y se premia la obsecuencia y la comunidad de negocios cruzados. Sin diseñar buenas instituciones que frenen poder con poder, los incentivos económicos de las elites cínicas será masacrar, perseguir y empobrecer al pueblo no importa los discursos que las legitimen, hoy la democracia deliberativa o el falso republicanismo, mañana alguna forma de religión política nacida en cultos de crisis más intensos. La victoria económica del mal absoluto ha sido categórica y consagró su impunidad. No hubo juicio al plan económico del mal absoluto. Su invisibilidad es su éxito. Varios escritos que hemos transcripto en estos espacios de Raúl Alfonsín, Guillermo O’Donnell y Mario Bunge hablan un lenguaje que la clase política no se anima a hablar porque no quiere solucionar nada, quiere trabajar para el problema. Donde no hay voluntad ni siquiera hay lenguaje. El lenguaje colectivo de la clase política es la traición y entrega de la sociedad a su sacrificio social, ceder sus recursos y vender su futuro. Lo dicho por Alfonsín, O’Donnell y Bunge hacen pensar que la clase política fracasó como clase y/o traicionó. Incluso el Alfonsín de La cuestión nacional (1980) podría ser un espejo crítico del Alfonsín Presidente (1983-1989) o del Alfonsín que firmó el Pacto de Olivos en 1993 y reformó la Constitución en 1994. Los errores de una generación siempre construyen las cadenas de su sucesora. La complicidad del sistema político en la venganza social de la oligarquía contra el pueblo argentino 2. El plan estratégico de una economía atrapada y sistema político capturado. Lo que se llamó el show del horror terminó ocultando la posibilidad de hacer un diagnóstico sobre las razones estratégicas y de largo plazo de una economía atrapada en tenazas estructurales. Parece que la discusión sobre la falsa teoría de los dos demonios ocultó la victoria económica y política de un actor político real: el poder de la oligarquía que sigue y seguirá vigente. Ese poder que básicamente nos sacrificará a todos cuando deba instalar los estados de excepción de tipo ambiental, para luchar contra los efectos de sus fracasadas guerras contra el narcotráfico, o que nos pueden hacer quedar desprotegidos en un mundo multipolar con amenazas de conflictos nucleares en aumento. La impunidad, la mentira y la injusticia estructural -lo contrario a la memoria, verdad y justicia- fueron consolidados, fueron constituidos, en las condiciones estructurales de la economía a través de un sistema que condiciona la democracia a través de la inflación, que hace trabajar al Estado para las corporaciones, al Banco Central para el sistema financiero y su práctica de endeudamiento y fuga, al sistema político traicionando a la sociedad y sirviendo a la misma oligarquía que delegó la construcción del infierno en la tierra a las Fuerzas Armadas en 1976. Proyectar la memoria, verdad y justicia a través del sistema penal fue un error que se volverá evidente en el distópico futuro de autoritarismo y feudalismo que nos espera. Se usará el mismo sistema penal legitimado y fortalecido por los organismos de derechos humanos para la persecución en guerras híbridas, tanto política como mediática, tanto cultural como judicial. Las agendas progresistas de la inseguridad y los pánicos sexuales lo que hicieron es expandir el Estado punitivo y fortalecer las condiciones de crecimiento de las derechas que capturan al poder judicial y a los ministerios públicos. La expansión del Estado policial y represivo de los progresismos relativizó garantías constitucionales, abrió a procesos excepcionales donde la culpabilidad se presume, cultivó la cultura del control social espontáneo y aumentó el populismo punitivo que la derecha expandirá con feroz crueldad. La brillante idea de combatir al demonio con fuego: León Ferrari - Ideas para infiernos 2008. El sistema político afiló mortalmente los cuchillos con los que la oligarquía lo sacrificará: El poder judicial cooptado, el modelo acusatorio y la captura del Ministerio Público, el bimonetarismo que termina en alguna forma de dolarización, una matriz productiva y el modelo de acumulación ya consolidado para un futuro feudal. La brillante idea de combatir al demonio con fuego en pleno infierno. Los juicios de derechos humanos legitimaron al poder judicial y debilitaron a los movimientos de derechos humanos cuando esos jueces fortalecidos como institución cambiaron sus criterios judiciales y lealtades institucionales. Los juicios fortalecieron a un poder judicial criminal, la justicia federal, a Comodoro Py, que en los últimos cuarenta años fue una picadora de carne que perseguía con efectividad personas fumando marihuana y que en el futuro que nos espera sin duda será una pieza clave para el Estado punitivo y represivo expandido. Tanto los organismos de Derechos Humanos como el sistema político pensó construir derechos humanos con la justicia penal y el derecho internacional, dos herramientas sesgadas, vinculadas e históricamente controladas por una minoría para su beneficio. El futuro sin derecho tiene que ver con esas decisiones cortoplacistas de un sistema político que tuvo plan de inversiones privadas de largo plazo pero nunca un proyecto político de país de largo plazo. Los políticos piensan en el largo plazo como las corporaciones con sus finanzas privadas pero piensan en el corto plazo como adultos infantilizados cuando ocupan espacios de poder público y estatal. Las empresas tienen largo plazo, el Estado está entrando una etapa de destrucción de cortísimo plazo. El sistema político va a traicionar y a abandonar al pueblo de la misma forma que el sistema político será usado por la elite y reemplazado por otras figuras más afines a las corporaciones que expanden su hibridación con el espacio público. Las elites hedonistas y dementes que tiene la Argentina son hijas del Pacto de Olivos y de un sistema político adicto a traicionar al pueblo y entregar a sus propios hijos a ciclos de violencias evitables. Milei le sirve a la elite histórica para verse al espejo y sentirse mejor. Pero no es mejor que Milei. Milei tiene todo su ADN familiar. La elite histórica es ignorante, incestuosa y su único legado fue la incapacidad y la traición de propios y ajenos. Guerras de elites, traición y empobrecimiento. Esas son las garantías que tiene el pueblo argentino en el horizonte. La sociedad argentina no merece su presente y sobre todo no merece sufrir un nuevo ciclo potenciado de autoritarismo y pobreza como el que se está gestando. Lucas Arrimada da clases de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.

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