30/12/2025 08:11
30/12/2025 08:11
30/12/2025 08:11
30/12/2025 08:11
30/12/2025 08:10
30/12/2025 08:10
30/12/2025 08:10
30/12/2025 08:10
30/12/2025 08:10
30/12/2025 08:10
» Clarin
Fecha: 30/12/2025 06:20
A orillas del río Mahakam, en la tranquila ciudad de Samarinda, Mariano Peralta Bauer se deja escuchar distendido del otro lado del teléfono. Mientras en la Argentina se empieza a agitar el tránsito matutino, ya es de noche en Indonesia, donde el delantero de 27 años surgido de San Lorenzo decidió probar suerte hace un año y medio, luego de un paso por Unión de Santa Fe y de Cerro de Uruguay. Era ir a la Primera Nacional de Argentina o apostar a abrirse a este mercado por una propuesta que le llegó a mi representante por un intermediario. Y me vine. No sabía nada del país, ni siquiera dónde quedaba. Todo el mundo conoce Bali y yo nunca lo había escuchado en mi vida. '¿Qué es Bali?' Preguntaba yo cuando me lo nombraban, ja, dice este atacante que juega en el Borneo Samarinda, que está en la punta del torneo indonesio. Del fútbol indonesio sabía mucho menos. Pensaba que iba a ser un fútbol fácil, de un nivel bajo. Creía que por el hecho de haber jugado en la Argentina iba a venir acá y jugar caminando, pero me encontré con algo totalmente diferente a lo que me imaginaba. Hay un nivel bastante mayor a lo que pensaba, explica en charla con Clarín desde Asia. Después de una primera temporada buena, Peralta Bauer explotó en 2025 y lleva 9 goles en 14 fechas de la liga local. La Liga 1 de Indonesia consta de 18 equipos que juegan todos contra todos en un campeonato largo de dos rondas (ida y vuelta) de agosto a junio. Para mí está por encima del fútbol uruguayo porque está lleno de extranjeros. Hay muchos brasileños. También hay portugueses, españoles, japoneses, colombianos. Alexis Messidoro juega en esta liga, Nahuelpán estuvo la temporada pasada, Jorge Correa, que salió campeón con Vélez, también, cuenta el futbolista nacido en Adrogué, que lo que más sufre es tener lejos a su hijo Joaquín de 7 años. El Mundial Sub 17 que se celebró en 2023 le dejó a Indonesia muchos estadios modernizados: Hay canchas de 40 mil o 45 mil personas. El último campeón tiene 9 millones de seguidores en Instagram. Los jugadores de los dos equipos más grandes no pueden salir a la calle porque la gente acá es muy fanática. A mí, ahora, a donde voy me reconocen. Acá hinchan por la Selección Argentina o Brasil y por Messi o Ronaldo. -¿Cómo le explicarías qué es Indonesia a algún colega que tiene una propuesta para ir? -Me ha pasado ya. Lo primero que le dije es no te traigas ropa de invierno, ja. Le diría que la liga es muy buena y está en crecimiento, que el país es relativamente barato, tranquilo y que hay muchos días de descanso para poder recorrer. Yo me fui dos veces a Tailandia, Singapur, Malasia. Los vuelos son muy baratos. -¿Sentiste el choque cultural cuando llegaste? -No me impactó para nada porque ellos están en la suya y a los extranjeros no los obligan a nada. Algo que me llamó la atención es que antes y después del entrenamiento, el técnico elige a un jugador para que haga el rezo, pero cada uno reza según su religión. Después, ellos tienen sus horarios de rezos y se adaptan según los entrenamientos, pero nosotros seguimos igual. Eso sí, en el mes del Ramadán (NdR: período en que los musulmanes se abstienen de comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales para purificar su fe), hay un parate. -¿Qué fue lo que más te llamó la atención? -Por ejemplo, en el Ramadán empezamos a entrenar a las 4 de la tarde y ellos hasta que no cae el sol no pueden tomar agua. Nosotros tomamos igual y ellos nos respetan, no es que nos miran mal o nos dicen algo porque nosotros podemos tomar y ellos no. Y eso que acá es verano todo el año y hace calor. Cada uno respeta sus costumbres. Y después, la locura de la gente de acá. -¿Son muy pasionales? -Sí, es increíble. Hay gente muy tímida y respetuosa o muy irrespetuosos. Algunos te agarran de la mano y te llevan a la rastra porque se quieren sacar una foto. Me pasó una vez que fui a jugar a una ciudad que después se inundó y por Instagram me empezó a pedir ayuda y plata una persona que se había sacado varias fotos con nosotros cuando estuvimos ahí. Otra cosa que llama la atención es el tránsito, que es un descontrol. -¿Por qué? -No existen las leyes de tránsito. Donde vivo yo es tranquilo, pero en Bali o Yakarta, la capital, olvidate. La General Paz no es nada en comparación, ja. La mayoría de las calles son muy angostas, hay muy pocas autopistas. Y hay un 80 por ciento de motos. Nunca vi tantas motos en contramano. Se mandan por el cordón con tal de no hacer unos metros demás. -¿No hay Policía? -Si habré visto dos policías desde que estoy acá en la calle es mucho. La gente particular dirige el tránsito. Se para alguno y les tiran una moneda. Se hacen unos mangos así, nunca lo vi. -¿Se ve mucha pobreza? -Mucha pobreza. Donde vivo yo es una ciudad bastante pobre, pero hay gente de mucha plata. La brecha es muy grande. Hay un 80 por ciento de pobreza y un 20 de gente con mucha plata, pero mucha. Un salario mínimo serán 200 dólares y es difícil vivir así. -¿Te animaste a probar alguna comida extraña? -La comida era un tema que me preocupaba antes de venir. Yo como lo normal y por suerte acá encuentro todo: carne roja, pollo, todo tipo de frutas. Estoy comiendo mucho más pescado que antes. Mucho salmón porque acá es barato y en Argentina es inimaginable comer salmón tres veces por semana. Acá lo puedo hacer. ¿Y algo extraño? Yo soy muy especial con la comida, vi cosas raras pero no las pruebo. Por ejemplo, hay una feria en la que hay perro... He visto una sopa con unos huevos que parecían dos ojos. La paso muy mal con el picante y en las concentraciones en los hoteles porque es más comida típica y la hacen muy condimentada. -¿Pudiste hacer algún asado? -Sí, de hecho hace poco nos compramos una parrilla y ya metimos nuestro primer asadito. Para Navidad armamos el plan con los colombianos y brasileños del plantel. También tenemos un traductor paraguayo. -¿Lo que más extrañás es la distancia? -Sí, sobre todo con mi hijo. Acá me levanto, habló con mi nene. Puedo jugar a la PlayStation en línea con mis amigos de Argentina, voy al gimnasio, almuerzo, duermo la siesta y voy a entrenar a la tarde. Lo que me gusta de acá es que hay mucha libertad. Podés caer al entrenamiento con la camiseta de otro equipo que cambiaste en algún partido, o en ojotas. Todo el mundo anda en ojotas acá por el calor. Paso mucho tiempo junto a los latinos del plantel. -¿Valió la pena salir de la zona de confort? -Sí, considero que venir acá fue la mejor decisión. Estoy bien. No sé qué haré en el futuro, falta para que termine la temporada y seguramente tendré propuesta para continuar porque me está yendo bien. Si me vuelvo a la Argentina sería solamente para jugar en Primera. O sino, algún equipo de Sudamérica para estar cerca de mi hijo. Peralta Bauer y la dura actualidad de San Lorenzo: "Ya se veía que la cosa iba mal y que iba a seguir empeorando" Un mes antes de declararse la pandemia por coronavirus, Mariano Peralta Bauer saltó a la Primera de San Lorenzo para cumplir su sueño de debutar oficialmente. En el Ciclón jugó un total de 27 partidos y marcó 2 goles. Nunca pudo tener la continuidad que quería hasta que terminó optando por salir. Es fanático del equipo de Boedo y cuando puede lo sigue a la distancia. Y, claro, no está ajeno a toda la crisis que tiene a la institución en jaque hace tiempo. "Lamentablemente estoy enterado de lo que pasa en el club. Con el Tonga Hernández jugamos al Fortnite juntos y hablamos bastante. También tengo relación con Manu Insaurralde", dice el delantero que se formó en la cantera cuerva. "¿Si se veía venir que el club iba a terminar en esta situación? Si te dijera que no te mentiría porque nunca se veía una solución a la vista. Ya se veía que la cosa venía mal y que iba a seguir empeorando. Era una montaña rusa el club", recuerda de su época en el Ciclón. Y hace un análisis a partir de su experiencia personal desde adentro: "Soy hincha de San Lorenzo y es muy difícil verlo así. No es de ahora, esto viene de antes. San Lorenzo gana dos o tres partidos y parece que está todo lindo, pero económicamente es un desastre. Los jugadores están muy atrasados con su sueldo. Para mí esto empezó cuando se comenzaron a traer jugadores de renombre con sueldos muy altos para el fútbol argentino en vez de apostar a los juveniles. Yo tenía 20 años y seguía en Reserva y de Primera bajaban Tomás Conechny, Berterame, el Perrito Barrios... Y a mí me bajaban a Cuarta. Era una cadena que tapaba jugadores". Y con respecto a la actualidad de la institución, agrega: "Y ahora hay chicos que no jugaron casi en Reserva y pasaron a jugar en Primera. Y tuvieron que regalar un par de pibes. Yo ya sé cómo es la situación porque la viví desde adentro y no cambió. Se deben más sueldos de los que se dice". Sobre la firma Newsletter Clarín
Ver noticia original