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» La Nacion
Fecha: 29/12/2025 11:55
Petróleo, cobre, oro y alimentos: los precios de las materias primas podrían alcanzar nuevos mínimos en 2026 Desde 2020, los mercados de materias primas han vivido una auténtica borrachera de adrenalina, ya que las perturbaciones provocadas por la pandemia, las rabietas de Trump, la guerra y las sanciones sacudieron la oferta y la demanda. En 2026 podría imponerse una sobriedad generalizada. Las materias primas individuales se encuadrarán en uno de tres grupos. El primero incluirá los combustibles y los alimentos, cuya demanda seguirá siendo moderada a medida que los aranceles estadounidenses perjudiquen el crecimiento del PIB y continúen los problemas económicos de China. La oferta, en cambio, parece abundante. Se está produciendo más gas natural que nunca, con nuevos proyectos que se completan en los Estados Unidos, Qatar y otros lugares, justo cuando el calentamiento global hace menos probables los inviernos severos. Las cosechas excepcionales de trigo, maíz y soja en 2025 han incrementado las reservas mundiales. El ejemplo más emblemático de esta categoría es el petróleo crudo. Salvo que los Estados Unidos imponga un bloqueo total al petróleo ruso, algo poco probable, ya que Donald Trump querrá mantener bajos los precios del combustible antes de las elecciones legislativas de mitad de mandato, el mundo nadará en petróleo, a medida que los países del Golfo sigan recuperando parte de la producción que recortaron en los últimos años. La pregunta, en el caso de las materias primas deprimidas, es si podrían abaratarse tanto que las compras oportunistas comiencen a reavivar la demanda. El oro domina el segundo grupo, el de las materias primas con alta demanda. El apetito por el metal amarillo se ha disparado a medida que la incertidumbre política, las crisis geopolíticas, los shocks comerciales y la perspectiva de una bajada de los tipos de interés en los Estados Unidos alimentan la búsqueda de refugios seguros por parte de los inversores. Tras superar los US$4000 la onza en 2025, su precio bien podría rebasar los US$4500, impulsado por las sorpresas políticas y la elevada inflación en los Estados Unidos, así como por la inestabilidad mundial. Tanto los inversores minoristas como los bancos centrales seguirán comprando oro. La plata, también muy demandada, seguirá brillando. El destino del tercer grupo, el de los metales industriales, determinará si las materias primas, como clase de activo, logran mantenerse estables o derivan hacia la deflación. Este grupo está encabezado por el cobre, un barómetro tradicional de la salud económica mundial. En julio de 2025, el precio del metal rojo alcanzó máximos históricos en la principal bolsa de materias primas de los Estados Unidos después de que Trump anunciara aranceles del 50% sobre las importaciones de cobre. Cayó cuando dijo que los aranceles se aplicarían solo a los productos de cobre y no a las materias primas, antes de volver a subir ante el temor de que las medidas se ampliaran. El cobre seguirá viéndose sacudido por fuerzas volátiles en 2026. Los aranceles afectarán a la economía mundial. Y la incertidumbre podría fortalecer el dólar, mermando el poder adquisitivo de los fabricantes que pagan el cobre en otras divisas. Pero los recortes de la Reserva Federal podrían provocar lo contrario. Las ventas mundiales de vehículos eléctricos podrían acelerarse lo suficiente como para devorar mucho más cobre, utilizado en baterías, cables y motores. La oferta podría verse interrumpida y los nuevos proyectos retrasados. Y quizá las fábricas chinas se recuperen. Los inversores confiarán en que el cobre pueda curar la resaca que afecta a las materias primas a medida que avance el año.
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