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» Clarin
Fecha: 29/12/2025 06:41
Hay una galería en Scalabrini Ortiz y Corrientes que tiene un subsuelo donde vive y se reproduce el indestructible mundo Pokémon. Un local al fondo con una modesta vidriera que exhibe juegos de cartas coleccionables y otros tantos juegos de mesa. Al entrar, en el centro, una isla sellada guarda mazos old school y variedad de memorabilia. Hay carpetas y más cajas con centenares de pokemones originales. Al lado, una escuelita donde niñas y niños se juntan a intercambiar y mejorar sus mazos; despliegan el tapete, tiran dados, aprenden a jugar y se divierten. El lugar se llama El Abismo de Helm, pero nosotros lo bautizamos pokecueva, un poco por la ubicación en el subsuelo, otro por la mítica que tiene lo oculto y encantado. El universo pokémon se expande. La lámpara de la habitación es un Pikachu, la remera tiene la estampa de Charmander, las medias la cara de Bulbasaur, la mochila es un Charmeleon. Universo más o menos controlable hasta que llega un pedido insospechado: que la torta de cumpleaños sea una pokebola hecha con fondant. Como el pedido es para mí, alguien a quien no sólo esas criaturas ficticias le resultan un misterio, sino también la repostería y la palabra en francés fondant, enseguida se escucha la frase salvadora: llamemos a la tía que ella lo sabe hacer. Sí, llamemos a la tía. Pero para pedirle que responda dos preguntas: qué es el fondant y cómo se hace. Masa flexible de azúcar que se utiliza para cubrir tortas, se puede comprar hecha y del color que sea, acá se la conoce como pasta Ballina. Me entrego a decenas de videos, a primerísimos planos de manos reposteras que trabajan con agilidad. Hago una lista con lo que necesito. Comprar pasta roja, blanca, azul, negra, amarilla / 2 cajas de bizcochuelo (a lo seguro) / chocolate / dulce de leche / procurar palo de amasar / imprimir nombre de cumpleañero con letra pokémon / comprar frutillas y crema para relleno / hacer los bizcochuelos dos días antes / las letras el día anterior, envolverlas en film y guardar en recipiente hermético / Seguir el consejo de la vendedora: Hacelo con seguridad. Con seguridad. Amaso la pasta blanca y roja con más respeto que seguridad. Extiendo el paño de azúcar sobre la torre de bizcochuelo como si estuviera vistiendo una novia. Con un cúter filoso corto los sobrantes, saco las letras del táper que está en la alacena y las pego aplicando una pizca de dulce de leche, también agrego 3 rayos para tapar una rotura del costado. Poco a poco veo el nacimiento de una pokebola hecha con fondant. El cumpleañero está feliz. Yo misma, además de feliz, sigo un poco incrédula. Los amigos se reparten letras dulces como si estuvieran intercambiando una carta buena. Y todos por un instante rendimos homenaje a ese mundo de seres imaginarios que nació hace décadas, y que hoy late con fulgor en una galería de Villa Crespo. Sobre la firma Newsletter Clarín
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