Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Es de Ciudad Evita y hace tres años que está preso en Etiopía: "No me quedó otra que endurecerme"

    » Clarin

    Fecha: 29/12/2025 06:20

    "Lo peor ya pasó, estoy cansando pero intento sacar fuerzas de donde no tengo. Se me hace muy difícil, pero me estimulo con eso, con que lo peor ya pasó. Estoy en el medio del río, me falta la otra mitad". Liam Portillo (28) grafica lo que le queda de condena. Le dieron 7 años de prisión por tráfico de cocaína en Etiopía y lleva 32 meses detenido en la cárcel de Kaliti, una cárcel de máxima seguridad conocido como Gulag y ubicada a 11 kilómetros de la capital Addis Abeba. Él jura y perjura que es inocente, que le tendieron una trampa. "Me utilizaron como mula y yo desconocía qué llevaba, sólo me dieron una valija que se abría con una combinación que yo ignoraba", recuerda aquella pesadilla vivida en abril de 2023, "cuando estaba por embarcar en el aeropuerto de Etiopía rumbo a Malasia.. Hasta 2022 la vida de Liam era la de un joven normal con sueños, aspiraciones y un noviazgo con proyección a futuro. Es de Ciudad Evita, La Matanza, donde trabajaba como docente y asistía a niños carenciados. "De un día para el otro, todo se esfumó, se derrumbó como un castillo de naipes". Liam quería crecer, tener su casa propia, poder darse algún gusto, por eso se presentó a un tentador aviso laboral que leyó en Facebook. El aviso pertenecía a una empresa llamada Global Finanzas, manejada por Juan Daniel Paolino y Gerladine Gessy Samaniego, quienes se presentaron con nombres falsos: "Se busca chofer administrativo para trasladar correspondencia privada". Como tantos otros, Liam se postuló, aceptó las condiciones y no vio nada raro", a pesar de que a su entorno le hacía ruido tanta flexibilidad y tan poca rigurosidad a la hora de pedir requisitos. "Yo me mandé, lo vi como una oportunidad, nunca, pero nunca imaginé estar llevando droga, me usaron como correo humano". No miente Portillo. Justamente semanas atrás. el Tribunal Oral Federal N° 4 de San Martin condenó a 6 años a Paolino, tras un juicio abreviado. Fue encontrado culpable de organizar y financiar actividades ilícitas vinculadas al tráfico de drogas, bajo la modalidad de captación de personas humanas para que actúen como mulas o correos humanos. Paolino se encuentra en el penal de Ezeiza. En cuanto a Samaniego, el juicio oral fue suspendido por tres meses tras comprobarse su incapacidad mental. "Tres años comiendo arroz" Admite que al principio, "el dolor y la bronca" lo obnubilaban y no lo dejaban tener claridad. "Hoy puedo decir que aprendí a hacerme cargo de mis propias decisiones. Me dejé engañar, confié demasiado en esa empresa, pero si yo estoy acá es porque me lo busqué, aunque yo estaba convencido que cuando salí de mi casa iba a volver a las dos semanas. ¡Cómo iba a imaginar de que se trataba de una red de narcotráfico y de trata de personas! Además de la culpa que siento por mí, más la siento por mi familia, a la que inconscientemente arrastré conmigo". No quiere mirar para atrás, lo agota. Dice que con el día a día tiene suficiente como para andar recordando "los peores años" de su vida. "Estoy sin teléfono, cuesta un montón conseguir uno, a veces me lo presta algún preso durante media hora. Por eso te puedo contestar", responde Portillo vía Instagram. "Durante mucho tiempo pensé en las peores cosas, no podía creer lo que me estaba pasando. Pero ya pasaron casi tres años, me propuse enfocarme en lo bueno, aunque haya más cosas negativas". Estar en un penal de máxima seguridad a 11.200 kilómetros de Buenos Aires le permitió entender que "de nada me servía llorar, deprimirme y gritar mi inocencia. Hubo un clic, hasta que empecé a buscar cosas positivas como estudiar, aprender idiomas, hacer deportes, entrenar para cuidar mi cuerpo y liberarme del estrés diario". Después de tantos golpes en muy poco tiempo, se dio cuenta que se estaba haciendo más fuerte. "El tener una rutina, el saber un poco más de cada día me fue poniendo en eje... Pensá que estoy solo, sin familia ni amigos... No me quedó otra que endurecerme. Me fui conociendo más y al poder sanar, mi familia me escucha mejor. Tiene que haber algo positivo en este infierno. ¿Qué? Poder pensar en el futuro. Quiero ser profesor de inglés, estudiar Derecho". Confiesa que la gran lucha es con él mismo. "La culpa me carcome, a veces no puedo creer que haya sido tan bol..., pero a la vez me consuelo convenciéndome que no tenía idea de nada". Otras veces dice que tiene que luchar contra las condiciones "hiper precarias" del lugar. "¿Sabés las veces que me intoxiqué con el agua que sale de las canillas? Es que no hay opción. Pero miro a mi alrededor y veo que europeos, rusos, árabes y chinos están en la misma que yo. Nadie tiene coronita". Sin embargo, dentro de un panorama con carencias por todas partes, "festejo que pude conseguir una cama después de casi tres años. Es mi cama, ¿sabés el valor que tiene eso? Es una cama común y corriente en un pabellón que compartimos con 20 presos. Son diez camas dobles y yo tengo una. Es un logro inmenso", expresa con cierta felicidad". Hace énfasis en la comida, "lo más complicado de todo", diagnostica. "Es chica la ración, no alcanza y siempre lo mismo: arroz blanco en el almuerzo y en la cena. Como arroz desde hace tres años. A la mañana se desayuna té con un pan duro. Si querés algo de verdura, necesitás ayuda económica, pero ganar plata haciendo algún laburito en la cárcel es imposible.". En cuanto al trato con los guardias, comenta que ya les encontró la vuelta. "A los extranjeros nos suelen tratar un poco mejor que a los etíopes, pero si les llegas a dar la mínima razón mandándote una, te dan sin asco". Cuenta Liam que se sorprendió de sí mismo al ver su poder de adaptación. "No esperaba ser tan... cómo decirlo, ¿fuerte? No imaginaba que podría adaptarme a la hostilidad del lugar, al ambiente, a las diferentes personas. En estos tres años vi a gente que terminó mucho peor de lo que llegó. Algunos murieron y otros quedaron desequilibrados mentalmente. En cambio, yo pude resistir, no esperaba ser tan fuerte y me amigué conmigo al saber todo lo que pude soportar. La fuerza interior es lo que me mantiene vivo". De tener que cumplir toda la condena, Liam saldría en 2030, pero si mantiene la buena conducta, podría llegar a abandonar el penal a fines de 2027. "Muchas veces son las noches en las que no consigo dormir pensando en mi futuro y cranear qué puedo hacer para transformar todo lo malo que me pasó en algo positivo. Ahí es cuando me convenzo que quiero y tengo que capacitarme para estar preparado". "Aprendí mucho en este lugar -hace catarsis-, las necesidades que pasé aquí en mi vida pensé que las atravesaría. Y aprendí a valorar lo que se tiene, por más que sea poquito. No tiene precio. Yo acá veo mucho hambre y me cuentan que la desnutridos infantil avanza. Por eso sueño con poder tener comedores, fundaciones o lugares que brinden asistencia y contención. Sé que si me preparo bien, se me pueden abrir muchas puertas", se entusiasma. MG Sobre la firma Mirá también Newsletter Clarín

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por