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» La Nacion
Fecha: 29/12/2025 03:20
La actriz francesa fallecida este domingo se había retirado del espectáculo 51 años atrás, y pasaba sus días en una apacible villa de la Costa Azul, rodeada de bellezas naturales - 9 minutos de lectura' Briggite Bardot, actriz, cantante, modelo e ícono absoluto de la sensualidad francesa en el siglo XX, murió este domingo, a los 91 años, según informó la fundación que lleva su nombre. La espléndida rubia que cautivó a todos los públicos con su carisma y arrolladora belleza a partir de sus primeras apariciones cinematográficas había abandonado su carrera y la vida pública muy joven. A los 40 años le dijo adiós al mundo del espectáculo y se recluyó en la residencia donde vivió hasta sus últimos tiempos. Se trata de una casa modesta, pero enclavada en un paraíso al borde del Mediterráneo, en la Costa Azul de Francia, rodeada de bellezas naturales. La Madrague es el nombre de la propiedad costera que la estrella y bomba sexual de los 50 y 60 eligió para vivir su retiro y pasar los años más tranquilos de su vida, lejos de las estridencias del show business y los mandatos de la fama. El lugar se encuentra en las afueras de la ciudad costera de Saint-Tropez, en el sudeste francés. Cuenta con su propio embarcadero y es, además, el sitio desde el cual Bardot dirige su fundación dedicada a su gran pasión tras abandonar los sets: la protección, el cuidado y la defensa de los derechos de los animales. La Madrague soy yo, ha confesado la estrella en alguna de las escasas entrevistas que dio tras retirarse de la actividad artística, como una forma de resaltar la imbricación que ese sitio tenía con su propia vida. Brigitte y Saint-Tropez El gran romance entre Brigitte Bardot y Saint-Tropez comenzó muchos años antes de que ella cumpliera sus 91. Fue en 1956, cuando la joven actriz, de apenas 22 años, protagonizaba en ese escenario natural el ya mítico filme Y Dios creó a la mujer, dirigido por Roger Vadim, quien fuera, a la sazón, su descubridor y luego su primer marido. A partir de la repercusión de esa cinta, el pequeño pueblo de pescadores que era ese punto de la Costa Azul se fue transformando en un destino ineludible del jet set y las elites internacionales. Pero hasta entonces, la ascendente estrella francesa, que nació en París en 1934, no había conocido la que sería su residencia mediterránea. Esto ocurrió pocos años después. Cuando Bardot rodaba en Sevilla, España, otro de sus clásicas películas, La Femme et le Pantin, en 1959, sus padres le informaron desde Francia que habían visto en Saint-Tropez la casa con la que ella siempre había soñado. Se trataba, en efecto, de la villa La Madrague. Al parecer, la vehemencia de los padres de la intérprete la impulsaron a dirigirse directamente al lugar. Se tomó un vuelo de inmediato y descubrió un sitio que la fascinó. Fue amor a primera vista con esa pequeña casa de estilo mediterráneo, que además ofrecía, gracias a su nutrida vegetación y aislamiento, toda la privacidad necesaria para los tiempos en los que ella, como celebridad mundial, estaba en la mira de todos los paparazzi. La adquirió muy poco tiempo después de visitarla por primera vez. De las fiestas al sosiego Pero si bien con los años La Madrague se convertiría en una especie de templo de silencio y aislamiento para una diva retirada, en la década del 60 el lugar fue centro de frivolidad y jolgorio. Brigitte Bardot hizo allí portentosas fiestas a las que concurrían otras celebridades como Alain Delon y Jean Paul Belmondo. También fue ese el escenario en el que el que sería su tercer marido, el fotógrafo y playboy alemán Gunter Sachs desplegaría una increíble prueba de amor hacia la actriz. Subido a un helicóptero el hombre arrojó sobre la residencia, los jardines y la piscina de su amada unos 10.000 pétalos de rosas. Claro que tantos movimientos en el lugar y la vida de la estrella llamaban la atención de los fotógrafos de diversos medios, que asediaban con sus cámaras a la diva. Eso la obligó a levantar altas vallas alrededor del terreno, que con los años fueron muros, y hasta a pedir la intervención de la Justicia para impedir que se violara su intimidad. A partir de 1974 todo el ruidoso glamour que rodeaba la villa mediterránea se transformaría en apacible sosiego. Es que la actriz anunciaba al mundo que abandonaba su carrera. Tenía poco más de 40 años y una trayectoria que incluía 47 películas y más de 60 canciones. Ya entregué mi belleza y mi juventud a los hombres. Ahora, les entregaré mi sabiduría y mi experiencia a los animales, dijo en el momento de retirarse, dando una pista clara de por dónde seguiría su existencia. A través de los años, la pasión por la defensa de los animales se hizo el eje de las actividades de la diva. En 1986 creó la Fundación Brigitte Bardot para proteger los derechos de estos seres que en 1992 fue reconocida como de utilidad pública. La Madrague y los animales Desde La Madrague, donde también la rodeaban animales, la diva dirigía su fundación, que consta cuatro refugios en diversos puntos del país. La mare azou, en Normandía, donde conviven unos 1100 animales; Montpont, en Dordoña, con 1100 ejemplares, entre perros, gatos, caballos, burros, ovejas, pájaros, vacas y roedores; y Bazooches, cerca de París, donde conviven unos 600 animales de granja, junto a perros y gatos. Todos estos animales, en muchos casos, son rescatados de mataderos y redes de sacrificio ilegales, o confiscados a propietarios abusivos tras una decisión judicial. Sin los animales me habría suicidado, dijo Bardot según lo registra la publicación Architectural Digest, donde también se asegura que la nonagenaria francesa había vendido sus joyas, propiedades y objetos personales para proteger a estas criaturas. En su propiedad, además, la actriz y cantante contaba con un cementerio para sus protegidos. Son todos los animales que amo y que vivieron aquí y que murieron o por enfermedad o accidente. Están enterrados aquí y vengo a verlos, decía la dueña de La Madrague en 1983. Más allá de su intensa actividad como proteccionista, la protagonista de El desprecio también pasaba parte de sus horas en La Madrague leyendo y respondiendo cartas que todavía le llegaban de fanáticos de todo el mundo. Porque los coletazos de la fama, aunque ella se había retirado hacía más de 50 años, le seguían llegando en forma cotidiana. Todos los días, barcos cargados de turistas pasaban por el frente de su casa, convertid en una atracción para los visitantes de Saint-Tropez. Y también, de vez en cuando, los paparazzi seguían buscando una postal de ella en su refugio mediterráneo. La naturaleza y su cuarto marido Pero, pese a estas irrupciones en su territorio, Brigitte Bardot tenía el enorme consuelo de la naturaleza. A poco de cumplir sus 90 años, entrevistada por la revista francesa Gala, la actriz contó, de manera muy grafica, lo que percibía desde la ventana de su habitación: La naturaleza, los árboles, el cielo. Escucho el canto de los pájaros, veo a mis animales. Me encanta verlos. Mi yegua, mi burro, mis perros, mis gatos, mis cerdos, mis divertidas cabras los observo. Y dejo que mi mente, mi espíritu corran entre ellos. La que otrora fuera una bomba erótica no se encontraba sola en su paraíso costero. Bardot convivía desde 1992 con Bernard dOrmale, su cuarto marido. Aunque en la citada entrevista, la diva confesó que lo veía muy poco. Con respecto a esto, ella se explayaba: Nos encontramos por la noche, pero vivimos en paralelo. Así que sí, el está ahí, digamos, cuando tiene tiempo para estar. En relación con la vida en pareja, la estrella francesa admitía que no podía vivir sola. No soy tan independiente, al contrario de lo que pensás -aseveraba-. Siempre he necesitado una presencia, la presencia de un hombre. No quiero nada en absoluto Como sea, en su vida de aislamiento en su paraíso natural la ex actriz parecía tener una vida muy apacible y plena y no extrañar para nada los tiempos de su apogeo como figura célebre. Ella misma había confesado a AFP: Lo que me hace sentir bien es mi forma de ver la vida, de interesarme por la naturaleza, de huir de la humanidad. Huyo de la humanidad y tengo una soledad silenciosa que me sienta muy bien. La interrelación entre la propiedad de Saint-Tropez y la estrella del cine francés era tan marcada que hasta existe una canción llamada La Madrague, interpretada por la propia Brigitte Bardot. Si bien ella no era la compositora, sus autores Jean-Max Rivière y Gérard Bourgeois se basaron en la actriz para darle vida a esta pieza de 1963, que habla de la nostalgia y de los memorables veranos pasados en ese lugar. Hace poco más de un año, Brigitte Bardot festejó su cumpleaños número 90 en La Madrague, el lugar en el que vivió por décadas y que ya formaba parte de su vida. Rodeada de naturaleza, con el sonido de las olas de fondo y en una casa sin lujos, la mujer por cuya belleza suspiraron varias generaciones celebraba un nuevo año de vida. En aquella ocasión, cuando le preguntaron cómo iba a festejar un número tan importante en su vida, la diva contestó: ¡Por supuesto que voy a tomar una copita de champagne! Y a brindar con las dos o tres personas que estarán alrededor este día. Pero no quiero nada en absoluto. Solo calma, silencio, bondad, cariño y amor. Eso es todo.
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