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  • El robo carroña no tiene freno y una banda acelera en el este de la Capital

    » La voz

    Fecha: 28/12/2025 20:15

    Sucesos Robo de patrullero en una comisaría de Córdoba: por el escándalo, ya hay tres policías sancionados Por Denise Audrito En las madrugadas en barrio San Vicente, zona sudeste de la Ciudad de Córdoba, se vive un calvario: un grupo de vecinos se turnan para vigilar que los medidores de gas y los equipos de aire acondicionado no sean vandalizados por grupos de ladrones que se dedican, principalmente, al robo de cobre. Los desconocidos ni siquiera tienen que saltar tapias. Abren las casillas de gas que por normativa deben estar ubicadas en la fachada de las viviendas, y en cinco segundos se llevan lo que comúnmente se conoce como el chicote de los medidores. Estos artefactos son tubos de cobre de cinco centímetros, flexibles, y aparentemente fáciles de extraer de las instalaciones. Este problema no es un hecho aislado, sino que se inscribe en una modalidad delictiva conocida como robo carroña. Se trata de un tipo de delito asociado a la crisis económica, que aparece cuando ya no queda nada grande para robar y los ladrones apuntan a lo que esté a mano: caños, cables, medidores, bronce o cualquier objeto que pueda ser reducido rápidamente por dinero en efectivo. Es un robo veloz, de bajo riesgo y alta circulación, que en muchos casos es cometido por adolescentes y jóvenes. El dinero obtenido se destina, principalmente, a la compra de estupefacientes; lo que sobra, a bebidas o alimentos. Es el delito del descarte, el último eslabón de una cadena de precariedad, donde se roba lo que queda: por eso, el robo carroña. En Córdoba no para de extenderse. A la par, este delito está asociado con otros problemas, no sólo a la pérdida económica que implica la reparación del medidor. En materia de seguridad, estas piezas conectan con el regulador. Sin ese caño, el medidor puede presentar pérdidas de gas, según confirmaron desde Ecogas. En otra modalidad reiterada, las bandas desarman motores de equipos de aire acondicionado que, por lo general, se encuentran instalados en techos o en paredes frontales de las viviendas. Con agilidad, los ladrones sortean rejas, desarman motores, incluso cuando están en funcionamiento, y se llevan los implementos de cobre o bronce. La preocupación de los afectados no se acaba allí. En las últimas semanas de noviembre y las primeras de diciembre, contabilizamos más de 10 casos de robo de cobre o bronce, en medidores o aires acondicionado. Ese material se cambia por dinero a cualquier hora: hay fila de tres o cuatro adolescentes vendiendo metal a las 3 de la madrugada, dicen. Y agregan: Las chatarrerías funcionan las 24 horas, de corrido. Bien entrada la noche, siempre hay un teléfono de contacto, un timbre activado, o una puerta abierta que compra cobre. La Policía está advertida de esta problemática que afecta al sector. Y si bien la vigilancia callejera se fue incrementando desde principio de año cosa que también reconocen los vecinos afectados, con controles fijos en algunas arterias principales, la problemática volvió a cobrar fuerza. El programa Cordobeses En Alerta también se encuentra activo en esta área. En una vivienda ubicada en las inmediaciones de las calles Obispo Castellano y Estados Unidos, una cámara captó el momento justo en que ocurre la vandalización. Un joven hace de punta. Camina por la calle alrededor de las 2 de la madrugada. Mira hacia los costados. Vigila y lleva una bolsa en sus manos. Hace una seña casi imperceptible para que otro adolescente que va por detrás apure el paso. Es el encargado de arrodillarse, abrir la casilla de gas, y cortar el chicote. Se para en cuestión de segundos y va hacia el encuentro de su secuaz. Juntan todo en la bolsa y siguen. Son unos tipos que ya están absolutamente identificados por todos los vecinos. Ese mismo día robaron en otras seis casas de la cuadra, contó una vecina. Otro caso registrado sucedió en la madrugada del 1° de diciembre. Un grupo de al menos cinco desconocidos llegaron hasta el frente de una vivienda ubicada en calle Juan Rodríguez al 1300. Dos se apostaron al costado del pilar donde se encuentra empotrado el medidor y otros tres hicieron campana. Se llevaron el chicote del gas y arrancaron el medidor de la luz, pero no sabemos si encuentran algún valor en esos cables. Ahora tengo que pagar, en cuotas, la reposición de ese flexible y el control que hace la empresa para garantizar que el sistema no tenga pérdidas, dijo uno de los damnificados. Según este vecino, la vigilancia nocturna es la que está fallando. Hay una delincuencia permanente y muy dañina, porque ya no estamos protegidos. La guardia urbana (Cordobeses en Alerta) empezó bien, tenía sentido, pero tendría que continuar por la noche. Solo están durante el día y a veces siguen parados en un sólo lugar. Esto explica que pasen dos o tres casos seguidos en la misma cuadra, comentó. Días atrás, otro vecino que pidió reserva de su identidad oyó ruidos en el techo de su casa. Eran más de la 1 de la mañana, porque ya estábamos durmiendo. Agarré la pistola y salí al patio. Había un tipo que quería entrar al patio y empecé a disparar, recordó. La misma fuente aseguró que el desconocido abandonó en su huida unos componentes del aire acondicionado. Se fue corriendo y tiró caños que van por dentro del motor del aire. También se dejó un balde y un tender de ropa vacío, relató. Este es otro fenómeno asociado al mismo problema: Cada vez somos más las personas que tenemos armas en casa, porque estamos cansados de que nos roben, afirmó el hombre. A raíz de la sucesión de robos, entre los vecinos utilizan un grupo de WhatsApp para alertar sobre situaciones sospechosas. Hacemos una especie de guardia durante la madrugada y avisamos cuando se produce un robo. También llamamos a la Policía. Es rotativo y cuando detectamos un caso lo informamos de inmediato, contaron. Por lo general, después de robar se van caminando como si nada hubiera pasado. Ni siquiera se escapan a las corridas. Y se dirigen hacia barrio Maldonado, Müller o Yapeyú. Allí funcionan la mayoría de las chatarrerías 24 horas, comentó un vecino que sufrió un robo recientemente. Hay al menos cuatro puntos donde un grupo de vecinos afectados por esta problemática relevaron compras y ventas de cobre. Dos de ellos estarían emplazados en la zona de Campo de la Ribera. Otra chatarrería que atiende de corrido estaría próxima a la avenida Costanera, a la par del puente que une barrio Yapeyú con San Vicente, a la altura de la calle Sargento Cabral. El cuarto epicentro estaría ubicado, siempre según el relevamiento vecinal, en el camino conocido como Bajada de Piedra, que conecta a barrio Müller con Barranca Yaco. Todos estos puntos están asociados a búnker de narcos. Después de vender el cobre, salen de la chatarrería y van a comprar a los kiosquitos, que también atienden a cualquier hora, dijeron referentes de San Vicente, en estricto off the record. El sistema, según comentaron, es siempre el mismo: Llegan con una bolsa de plástico en la que cargan caños, cables, picaportes. Algunos también compran las tapas de cloacas que faltan en las calles. Les pagan por peso, dijo un vecino que aseguró conocer estos movimiento de objetos robados. La otra ruta de las chatarrerías 24 horas estaría ubicada cerca de las vías del tren. Es impresionante la cantidad de gente que va y viene con bolsas de chatarra durante la madrugada, confirmaron habitantes de esta zona. Allí se reduciría principalmente cobre, pero también habría búnkers que se dedican a la compra y venta de objetos robados. Un delincuente arrepentido comentó a su víctima dónde había robado una bordeadora. Cuando fueron a buscar la herramienta se armó un lío bárbaro, con presencia policial y todo. El dueño de la casa negó todo, comentaron. Desde Ecogas informaron que la cantidad de robos de medidores no mostró un incremento en el último periodo de tiempo, pero reconocieron que es un índice que se mantiene estable. A raíz de la peligrosidad que reviste la falta del flexible de cobre en los medidores, desde la empresa explicaron que los afectados deben informar el robo de inmediato. El técnico que atiende el caso ofrece tres posibles soluciones. Una de ellas es la compra particular en una ferretería de zona, que incluye el regulador y el flexible. Esas piezas se colocan sin costo y la operatoria está a cargo de la empresa. En segundo lugar, se puede contratar a un gasista para que realice la tarea de colocar el regulador y el flexible, según explicaron desde Ecogas. Hay una tercera opción: Los clientes pueden comprar los implementos a Ecogas y en forma inmediata le damos servicio de gas. Como beneficio, todo se paga en seis cuotas, contra factura, detallaron. El robo carroña es una modalidad que sigue a paso firme en Córdoba. Se trata de un delito extendido, que se desplaza según las oportunidades, la falta de controles y la demanda del mercado ilegal de metales. Según relatan fuentes vecinales y policiales, esta forma de robo comenzó a incrementarse hace aproximadamente cinco años. Con el tiempo, se consolidó a partir del accionar de distintas bandas, algunas de las cuales fueron parcialmente desarticuladas. Sin embargo, otros grupos continúan activos, se reorganizan y vuelven a las calles. Uno de los puntos que más indignación genera entre vecinos es la falta de controles sobre los centros de compra de chatarra. En los barrios afectados, se repite una denuncia: según un grupo de habitantes de San Vicente afectado por este tipo de robo, existen chatarrerías que funcionan las 24 horas, sin restricciones visibles y sin exigir documentación sobre el origen del material que compran. La escena se volvió habitual: bolsas cargadas con caños, cables o piezas metálicas que cambian de manos por billetes en efectivo, sin preguntas y sin registros. La percepción generalizada es que hay un descontrol absoluto. Los vecinos aseguran que los operativos policiales son esporádicos y que, cuando existen, no alcanzan para desarticular el circuito. El llamado robo carroña tiene una fuerte raíz en la demanda de artículos robados. Es una lógica tan simple como brutal. Ocurre con los celulares, con los autos, con las herramientas y con cualquier objeto que tenga un mercado de reventa. El delito no termina en el robo: se completa en la reducción. En el caso del cobre, hay razones específicas que explican su protagonismo. Es un metal relativamente fácil de encontrar en la infraestructura urbana y domiciliaria. Está en los medidores de gas, en los cables eléctricos, en los motores de los aires acondicionados. A diferencia del hierro, que también tiene valor, el cobre es más liviano y fácil de transportar. El hierro requiere volumen, esfuerzo y logística. El cobre entra en una mochila. El plomo, que supo ser un material codiciado, prácticamente desapareció de las casas. Los viejos caños de plomo fueron reemplazados hace años por PVC. Así, el cobre quedó como la opción más accesible, aunque para que rinda económicamente haya que juntar en cantidad. El riesgo, sin embargo, es altísimo. En su afán por sacar cables o componentes, muchos ladrones terminan manipulando instalaciones eléctricas activas. En los últimos años se registraron casos de jóvenes que murieron electrocutados al intentar robar cables de alta tensión o conexiones clandestinas. En otros casos, sobrevivieron, pero quedaron con serias secuelas físicas.

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