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» La Nacion
Fecha: 28/12/2025 11:19
Héctor Bellerín y su cruzada silenciosa contra la masculinidad hegemónica en el fútbol: Estoy cansado de las etiquetas En una entrevista con El Mundo, el defensor de Betis cuestiona los estereotipos sobre los varones en el deporte, habla del peso de la exposición y de los espacios que todavía no se abren en el fútbol profesional - 6 minutos de lectura' Desde Sevilla y con una novela en proceso, el defensor Héctor Bellerín atraviesa una etapa de introspección que lo llevó a replantearse su lugar en el fútbol y en la vida. Tras una lesión en el sóleo que lo marginó de las canchas durante seis partidos con Betis, regresó brevemente ante Getafe por la liga española. Pero, más allá del presente deportivo, en una extensa entrevista con El Mundo, el ex Arsenal y Barcelona ofreció una reflexión profunda sobre los estereotipos que pesan sobre los futbolistas varones y la urgencia de nuevos espacios donde otras masculinidades puedan ser posibles. El mundo exterior es muy ruidoso y demandante, expresó al describir su presente, marcado por una necesidad de silencio y aislamiento. Esa búsqueda personal, según explicó, tiene que ver con una madurez que lo empuja a descubrir qué cosas realmente lo representan. Estoy entendiendo qué cosas hacía porque me habían enseñado que eran así y cuáles, de verdad, a mí me van bien, aseguró. En un deporte que sigue funcionando como bastión de la masculinidad más rígida, Bellerín se ha transformado en una figura incómoda. No por provocador, sino por genuino. Comprendo los estereotipos y los memes del performative male, pero son un arma de doble filo: hay un grupo de hombres que de verdad está intentando encontrar un espacio donde sentirse cómodos fuera de la masculinidad hegemónica tradicional y la mofa puede asustar, sostuvo. Sus palabras reflejan la tensión entre lo que el fútbol espera de sus protagonistas y la diversidad de identidades que aún busca representación. Bellerín no elude su origen: creció en la cantera de Barcelona desde los siete años y fue profesional antes de terminar la adolescencia. A nosotros nos enseñan que lo más importante en la vida es el fútbol. Es la realidad de todas las canteras, remarcó. Esa lógica formativa, orientada casi exclusivamente a producir rendimiento, deja poco margen para el desarrollo de otras dimensiones. En ese contexto, leer, escribir o interesarse por la moda se vuelve motivo de sospecha. Siento que de repente soy el futbolista que lee libros, el ecologista, el de la moda Me van poniendo etiquetas, pero son cosas que hago desde que me vi con la posibilidad y la fuerza de hacerlas, explicó. Sin alardes ni estrategia, eligió mostrarse como es, sin adaptarse al molde. Cansado de poner en Instagram las mismas fotos de siempre, subí las fotos de los libros que había leído en verano. Y de repente soy eso. La materia prima es la misma, solo que desde diferentes ángulos. A pesar de algunos avances puntuales, el defensor catalán no es optimista sobre el ambiente en el que convive. No existe en el fútbol masculino ese tipo de unión porque no existe la conciencia que se necesita para tener responsabilidad social, afirmó, en referencia al compromiso colectivo frente a temas de diversidad o inclusión. Su experiencia lo lleva a diagnosticar una distancia estructural entre el futbolista y la sociedad: Hay mucha distancia entre el futbolista y el ciudadano de a pie. Uno idolatra al otro, que no sabe relacionarse con él porque desconfía de sus intenciones. La mirada es vertical. Para él, el único antídoto es la cercanía: salir a la calle, vincularse sin privilegios, ser uno más. Pero sabe que no todos están dispuestos. También advirtió que hay colectivos directamente excluidos de la experiencia futbolera. Los colectivos LGTBIQ+ en los estadios de fútbol masculinos no se sienten ni representados ni cómodos, aseveró. El rechazo no es solo simbólico: Tengo un montón de amigues a los que he invitado a algún partido y no han querido venir. Antes incluso de ofrecerles un palco. Es un diagnóstico que interpela de lleno a una industria que, según dice, tiene un poder enorme y no se utiliza para nada más que para intereses puramente económicos. Con ironía, pero sin resignación, Bellerín señaló el impacto que pueden tener las burlas o los chistes sobre quienes intentan habitar masculinidades alternativas. También son memes y punto, ¿no?, concedió. Pero advirtió que hay chavales en posiciones muy vulnerables que se están yendo al otro lado. La burla, dijo, no es inocua. Frente a la etiqueta del heteropesimismo la desconfianza o burla hacia los hombres que no encajan en el arquetipo dominante, Bellerín se planta con naturalidad: Yo estoy simplemente siendo como he sido siempre. Se crio entre máquinas de coser, le interesó la moda desde temprano, y hoy desarrolla su propia marca, Gospel Estudios, bajo principios de trazabilidad y producción ética. Si 60 personas han tocado una prenda, ya me dirá cómo eso ha sido, subrayó al criticar los modelos de consumo rápido. En lo deportivo, Bellerín retomó la actividad en Betis tras una lesión muscular que lo tuvo alejado durante seis partidos. Volvió a sumar minutos en el partido ante Getafe, entrando en los últimos cinco minutos del encuentro, después de haber sido suplente sin ingresar en el anterior compromiso. El cuerpo, como la mente, también pide pausas. El fútbol se ha convertido en el teatro romano, comparó. Entiendo que haya gente con formas de vida precarias y estresadas y el campo de fútbol se convierte en un momento para vaciarse. Pero también alertó sobre la permisividad del sistema: Solo en el fútbol se generan espacios donde ciertos grupos se sienten respaldados para hacer cosas que no harían en la calle. En su mirada, la transformación no puede quedar solo en las palabras. Faltan acciones, estructuras, ejemplos visibles. ¿En cuántos cuerpos técnicos de España hay una mujer trabajando? ¿Hay algún árbitro negro? La gente puede decir no nos importa que haya un jugador homosexual. Pero no hay ninguno, señaló. Y dejó flotando la incógnita: No hay ninguno público o no hay ninguno porque son espacios a los que no llegan porque no se sienten cómodos.
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