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» Que Pasa
Fecha: 28/12/2025 09:22
Carnicerías vacías y fiambrerías llenas: el duro contraste de las Fiestas Detrás de las veredas colapsadas y las filas interminables, aparece una realidad menos festiva: carne cada vez más cara, salarios que no alcanzan y mesas de Nochebuena más flacas. La imagen se repitió durante días y se volvió conversación obligada en cafés, oficinas y grupos de WhatsApp: el centro salteño abarrotado de gente. Calles llenas, veredas colapsadas, filas interminables. Para algunos, una señal de reactivación. Para otros, una molestia a la hora de circular. Pero detrás de esa postal ruidosa y compartida hasta el cansancio, se esconde una verdad más incómoda: muchas familias tuvieron que sacar platos históricos del menú de Nochebuena. El chancho, el cordero y hasta el asado empezaron a desaparecer de las mesas. Incluso en hogares que hasta hace poco podían darse el gusto de una pava rellena, una bondiola, vitel toné, torre de panqueques o sushi casero. Hoy, esos platos suenan a recuerdo reciente. La realidad empuja a menús cada vez más austeros. El dato es concreto y duele. El "combo más barato" para una mesa humilde -una bolsa de pan de miga, un kilo de jamón, un kilo de queso y un cuarto de mayonesa- ronda los 34.000 pesos. Ese es el piso de un menú "económico". No hay margen para adornos. A partir de ahí, todo es lujo. La brecha entre posiciones sociales no solo existe: se ve, se mastica y se confirma con el modelo económico que impulsa el gobierno de Javier Milei. Mientras tanto, algo cambió en el termómetro cotidiano del consumo. Cada vez se ve menos gente haciendo fila en las carnicerías y más en las fiambrerías. Los pizarrones achicaron su oferta. Algunos cortes directamente desaparecieron. El matambre, el peceto o la bola de lomo quedaron como opciones casi "de elite" para una familia trabajadora, inviables si hay que alimentar a más de diez personas. El pernil ganó terreno como alternativa, pero tampoco alcanza para saciar reuniones numerosas de Navidad o Año Nuevo. Los números acompañan esa percepción. El Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina informó que en noviembre los precios minoristas de la carne subieron 8,2% respecto de octubre y 72,8% interanual, muy por encima de una inflación acumulada del 31,4% en el mismo período. Aunque en la última medición se frenó la racha de aumentos semanales, el daño ya está hecho: la carne se volvió un bien selectivo. En paralelo, el mercado laboral no ofrece alivio. La desocupación fue del 6,6% en el tercer trimestre. En el NOA, Salta marcó 5,5%, por debajo del promedio nacional, pero eso no alcanza para disipar la sensación de fragilidad. Hay 1,4 millones de personas buscando trabajo sin conseguirlo. Salarios que no despegan, changas que no alcanzan y consumo que se ajusta por abajo. La postal del centro lleno no habla de abundancia. Habla de estrategia: comprar lo justo, buscar ofertas, estirar el peso. Para los salteños, esta Navidad dejó una enseñanza incómoda. No es que falte gente con ganas de celebrar. Falta poder hacerlo sin calcular cada bocado. Y cuando la carne se convierte en excepción, algo más profundo que el tránsito está en discusión.
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