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» Rosario 3
Fecha: 28/12/2025 08:47
Por primera desde que Javier Milei es presidente, la administración nacional funcionará con un presupuesto anual validado por el Congreso. Así de frágil fue la gobernabilidad entre el 10 de diciembre de 2023 y el 26 de octubre pasado. Ya no importa si al gobierno le convenía no tener presupuesto o si el Congreso controlado por la oposición no se lo daba. Las elecciones de hace dos meses fortalecieron al gobierno en el Congreso. Le dieron oxígeno para emprender un camino de reformas y ajustes. Abróchense los cinturones porque vienen más reformas, provocó Milei en su mensaje de Navidad. Es un empoderamiento qué rápidamente probó los límites. El primero fue a la reforma laboral. No se pudo sacar a los apurones y aprovechando la distracción festiva que envuelve a la sociedad en estos días finales del año fue la primera señal y pasó para febrero. El segundo límite fue cuando los aliados en la Cámara baja, junto con el peronismo, bocharon el capítulo 11 del Presupuesto que incluía la derogación de las leyes de financiamiento universitario y emergencia en el área discapacidad que los legisladores aprobaron hace unos meses y luego ratificaron al rechazar el veto presidencial. La necesidad tiene cara de hereje. Milei se guardó la bravuconada que hasta hace poco era norma, a pesar de que esta vez la motosierra se la pasaron a su proyecto de presupuesto. El anuncio de que no lo vetaría allanó la aprobación en el Senado. ¿Empieza a priorizar lo importante de lo que no lo es? Al menos esta vez fue así. Al final de cuentas consiguió una herramienta elemental para sostener su esquema económico. El presupuesto no le garantiza financiamiento por sí mismo, pero sin él nadie siquiera se va a sentar a conversar. Otro tanto con los organismos de control. Por eso Milei cometió la herejía de repartirse con el kirchnerismo la Auditoría General de la Nación. Nadie financia a un gobierno al que nadie controla qué hace con el dinero. Tras recibir dos salvatajes multimillonarios en apenas siete meses, Milei comprobó que no alcanza con su nombre, las excentricidades de repercusión internacional, los votos de octubre, los discursos o las ideas pro mercado. El mundo tiene algunas reglas. Los números son números y negocios son negocios. En estos días el gobierno volvió a cometer errores parlamentarios, pero amortiguó el tropiezo cambiando reacciones sanguíneas por cabeza fría y lengua karateca por lengua zen. El tratamiento del presupuesto mostró a un Milei que se adapta a ciertas reglas de convivencia política. La primera que tiene que tener en mente es que las políticas y leyes que pretende llevar adelante serán las posibles y no las que el fundamentalismo ideológico del gobierno libertario mande. El tiempo y el contexto le ponen viento de cola. Tiene mucho por ganar si no se sobregira de nuevo y evita errores del pasado. Es la política, Javier. Santa Fe no está en tu corazón El presupuesto nacional 2026 no atiende casi ninguno de los reclamos de Santa Fe. Ni un solo peso para el sistema previsional. Nada de nada. En materia de infraestructura, sólo está en pie la ampliación de las plantas potabilizadoras de Rosario y la capital. Hubiésemos querido que haya mayor presupuesto para infraestructura vial. El gobierno tiene para todo el país menos presupuesto que lo que en Santa Fe tenemos para reparar nuestras rutas. Esto va a hacer que las rutas de Nación se sigan deteriorando, dijo el gobernador Pullaro este viernes mientras entregaba otro lote de 190 camionetas policiales y el Senado debatía el Presupuesto 2026. El aeropuerto de Rosario es un buen ejemplo de hacia dónde va el gobierno de Milei: ayer la provincia inauguró una extraordinaria remodelación de casi 37 mil millones de pesos que pagó por completo de su bolsillo después que Nación, con las ofertas de las empresas sobre la mesa, renunció a hacerla. De las obras se hacen cargo las provincias, o los privados. ¿Funcionará esta vez? Por lo menos las contratistas interesadas en tomar concesiones de rutas ahora pertenecen a un país que tiene presupuesto. Es algo a la hora de ir a buscar financiamiento, aunque por sí mismo no garantiza nada. Hay otro interrogante que no se responde: ¿qué pasará con aquellos caminos o tramos no rentables ni para el privado ni para las provincias? ¿Qué pasará con los edificios nacionales sin mantenimiento alguno? ¿Quién expandirá redes de agua y cloacas cuando provincias y municipios se queden sin resto? Desde el punto de vista político, la decisión más acertada que Maximiliano Pullaro tomó es garantizarse autonomía económica pagando los costos políticos que tuviera que pagar. Básicamente, ese costo se repartió entre la ley de emergencia previsional, negociaciones paritarias conservadoras y la ley tributaria de diciembre de 2023 que fijó alícuotas de Ingresos Brutos al sistema financiero y los juegos de azar. Todas esas medidas generaron mal humor en distintos sectores pero le permiten gobernar con una caja robusta sin depender de Nación, en un contexto de caída de recursos de coparticipación y fondos no automáticos, sumado al estancamiento de la economía. Evitar tener que aceptar acuerdos como el que Córdoba firmó este año con Nación por el rubro previsional, o recibir asistencias como Chaco y Entre Ríos para pagar sueldos y aguinaldos. En definitiva, la autonomía económica desacopla a la provincia de los humores del gobierno nacional y de los vaivenes de sus cuentas públicas. Y más importante que eso, le da autonomía política. Quizá ahí radique una de las razones por las por el primer círculo que rodea al presidente hace saber que Maximiliano Pullaro es uno de los gobernadores no peronistas por el que menos aprecio sienten. El aprecio no es definitorio en política. Pullaro cada vez que lo considera necesario se diferencia en público del gobierno libertario en materia de obra pública, social, productiva o económica. También rechazó el acuerdo leonino que Nación le propuso por la deuda previsional. Y más cerca en el tiempo, fue uno de los artífices de Provincias Unidas y la conformación de un bloque de oposición en el Congreso. Antes que eso rechazó la oferta de hacer una alianza electoral como la que La Libertad Avanza cerró en Chaco, Mendoza y Entre Ríos. Su única alianza sin fisuras es el área de seguridad, donde cada vez que puede elogia y agradece el accionar del gobierno nacional. Si básicamente Pullaro no necesita al gobierno nacional para lo esencial, y si el Presupuesto 2026 no contempla las demandas de Santa Fe, ¿por qué no hubo votos de rechazo y los votos de Provincias Unidas se repartieron entre la abstención en Diputados y la aprobación en el Senado? Un primer punto es que los cuatro diputados santafesinos de Provincias Unidas se dividen entre socialistas y del PRO (no hay diputados de la UCR), todos alineados con el gobierno provincial aunque no con la misma mirada sobre el gobierno nacional. Quizás por eso la abstención de los cuatro (y de todo el bloque) permitió esquivar la disyuntiva ya que el gobierno se aseguró la aprobación con votos de otros bloques. En la Cámara alta la película santafesina es diferente. Los dos senadores de la mayoría santafesina son de la UCR, que sentó posición a favor de que sí o sí 2026 tenga presupuesto, a pesar de la controversia que despertaba el artículo 30. Carolina Losada por lo general vota con criterio propio, aunque tiene canales de comunicación directa con Pullaro, y Galaretto es más cercano al mandatario provincial, pero en ningún caso votaron de manera diferente. Por lo tanto no había contradicción con la posición de la Casa Gris y la conducción de la UCR cuyo presidente es el intendente de Venado Tuerto Lionel Chiarella. La idea de votar el presupuesto se complicó cuando el gobierno metió la derogación de la ley de financiamiento universitario y la emergencia en discapacidad mezclada en el capítulo 11. Error repetido de este gobierno, como si fuera un deja vu. De nuevo puso a todos en la vereda de enfrente al pretender que los que hacía poco votaron la ley con la mano ahora la borren con el codo. Otra vez saboreó medicina amarga: kirchneristas, radicales, Provincias Unidas y otros le tumbaron el capítulo 11 entero, que contenía muchos otros artículos. Se quedó sin el pan y sin la torta. Salvado ese punto en Diputados, en el Senado, Losada y Galaretto (como casi todo el bloque de la UCR salvo tres senadores que no responden a gobernadores), acompañaron el presupuesto, incluido el capítulo 2 con los artículos que, según la oposición, le permitirán al gobierno ajustar fondos para proyectos especiales de universidades, defensa, ciencia y tecnología y educación técnica. El justicialista Marcelo Lewandowski votó en contra. Para el peronismo, la UCR es aliada y funcional al plan de ajuste y destrucción del Estado de Milei, motivo por el cual vota con LLA. Hipocresía pura, retrucó Losada. Con la ley de financiamiento universitario ya salvada e información detallada del gobierno provincial que indica que en Santa Fe el aporte de recursos nacionales a la educación técnica es ínfimo (la financia la provincia), le dieron luz verde. El presupuesto es una señal de institucionalidad, y sin presupuesto no se puede controlar adecuadamente cómo y en qué se gasta el dinero, dijo Losada. Como se ve, las negociaciones no alcanzan las demandas específicas de Santa Fe. Sobre este punto tanto Losada como Pullaro fueron enfáticos: No negociamos nada. Nosotros no cambiamos figuritas. Se acompañó el presupuesto porque era lo mejor para el país. Sin embargo la senadora soltó una frase sin abundar en detalles que sugiere diálogos por debajo del radar no atados al presupuesto en sí: El equipo de Gobernación y nosotros como senadores seguimos conversando con Nación en una serie de asuntos que Santa Fe necesita. Claramente hay canales de diálogo abierto, a pesar de las desconfianzas y diferencias que separan a libertarios de Unidos. Si las líneas estuvieran cortadas completamente, el gobierno nacional no hubiera avalado la emisión de deuda de Santa Fe por 800 millones de dólares. Hay una anécdota que es muy gráfica de las idas y vueltas entre funcionarios de la Casa Gris y de la Rosada. Sucedió días después de que en esta columna dominical se revelara que Pullaro y su ministro de Economía Pablo Olivares resolvieran que por el momento los 800 millones conseguidos se quedarán en Estados Unidos. Según una fuente provincial cercana al gobernador, el ministro Luis Caputo intentó convencer a Pullaro de que trajera el dinero al país, que no había riesgos porque el acuerdo que tenía con el FMI era que no habría cambios en la política cambiaria. Tres días después de esa conversación el Banco Central habilitó una devaluación más acelerada a partir de enero, cuando las bandas cambiarias de libre flotación del dólar se actualizarán por IPC y no al 1% como en la actualidad. Esa resolución también habilita al BCRA a comprar dólares en bloque. Es decir, hacer operaciones de compra por fuera del mercado oficial para sumar reservas sin incidir en la cotización del dólar. Por ejemplo, cuando una empresa o provincia obtienen un préstamo en el exterior y en lugar de ofrecerlo en el mercado común entregan las divisas a un precio previamente pactado. En la medida que no la necesitemos, vamos a hacer lo que le convenga a Santa Fe, no vamos a traerla al país para que la provincia pierda plata. Mala noticia para el ministro Caputo, que estos días junta dólar a dólar para pagar el vencimiento de más de 4.000 millones el 9 de enero. Peor aún, no es sólo Santa Fe. Los equipos económicos de Santa Fe coordinan con los del porteño Jorge Macri. CABA emitió títulos también en Nueva York por 600 millones una semana antes que Santa Fe.
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