28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
28/12/2025 10:38
» Clarin
Fecha: 28/12/2025 08:23
Hoy violaré la ley más sagrada del periodismo y contaré buenas noticias. Sé que corro el riesgo de que dejen ahora mismo de leerme, pero adelante, a lo loco. Haré un resumen de los motivos que nos dio el 2025 para no caer en la desesperación. Y, aparte, ¿qué mejor público parar dirigir este mensaje que el argentino, ejemplo hoy por excelencia de la capacidad humana, contra todo precedente y toda lógica, de mantener la fe? Primero, Donald Trump sigue vivo. Y parece que de momento no se aplicará la enmienda 25 de la Constitución de Estados Unido que permite apartar al presidente por incapacidad mental. La alternativa, JD (Jodido Diablo) Vance, es infinitamente más alarmante. Uno solo es un loco; el otro es un fanático. No ha habido una guerra nuclear ni la habrá. Putin amenaza con ella pero, aunque le importe un carajo las vidas de los demás, valora la suya por encima de todo. Y le consume el hambre imperial. ¿Qué sentido tendría su vida si no quedase más tierras o Tierra -- para colonizar? Game over. Ninguno. Tras casi cuatro años de guerra Rusia ha logrado conquistar un par de granjas de chanchos y poco más. A este ritmo, tardaría unos 200 años en tomar el resto de Ucrania y mil en llegar a la frontera con Francia. Se supone que el führer del Kremlin no aguantará hasta entonces. Y, con la economía rusa en caída libre, igual aguanta menos de lo que pensamos. China no invadió Taiwán. En la vena optimista que corresponde hoy, no creo que lo hará, a no ser que de repente la economía se desplome y el gobierno necesite distraer a la gente. Para los chinos lo más importante es el negocio. Prefieren comprar países a invadirlos. Xi Jinping, a diferencia de Putin, es un hombre frío y racional. Gaza se convierte en un Dubái lleno de Trump Casinos y Trump Towers, y la paz y la prosperidad descienden sobre Tierra Santa. Perdón. Broma de mal gusto. Las matanzas perdurarán allá, si hay suerte, cien años más. Sigamos. El movimiento MAGA se despedaza y, si no hay un golpe de estado, su era en el poder se acaba. Hablando de israelíes y palestinos, los fieles de Trump se pelean entre sí, por ejemplo entre aquellos que son antisemitas y pro judíos, los que niegan el Holocausto y los que no. Leo esta semana en la prensa norteamericana que hasta el 40 por ciento de los jóvenes que trabajan para el Partido Republicano en Washington son negacionistas. Perderán las elecciones para el Congreso en noviembre y los Demócratas controlarán el Senado y la Cámara de Representantes. Europa despierta. Gracias al desdén del trumpismo, el continente se une como nunca en la historia. El mundo se da cuenta que los europeos somos el último bastión de la democracia que nosotros inventamos. Aquí es donde se invertirá no solo la esperanza sino el dinero. Dato sorprendente y alentador: the Financial Times, que se ha pasado un año celebrando la liquidez económica de España, cuenta esta semana que la inversión europea en infraestructuras duplicó este año la de 2024. Nueva York se rebela contra la barbarie. Zohran Mamdani, el alcalde electo de la ciudad, asume su cargo el uno de enero. Sus detractores le llaman comunista pero no aspira a nada más que a una pizca de los derechos propuestos por la social democracia, salud universal gratis y tal, que hasta los fachas más rabiosos de Europa aceptan como decente y normal. Tenía mis dudas con él hasta que me enteré hace un par de días que es otro fanático, pero de los buenos. Es un hincha perdido del fútbol, concretamente del Arsenal, que cuando recibió una llamada durante un podcast de un antiguo crack del equipo londinense casi se puso a llorar. Señal de que, pese a todo, Estados Unidos se empieza a incorporar al mundo civilizado. Las redes sociales pierden adeptos. Es tan buena la noticia, unida al supuesto anhelo de la juventud de reconectar con seres de carne y hueso, que no sé si fiarme de lo mucho que leo al respecto. Facebook y compañía son los máximos responsables de la galopante idiotización que el mundo ha vivido este siglo. Si los jóvenes vuelven a mirar a los ojos de las personas en vez de a las pantallas de sus móviles, aunque sean solo unos pocos al principio, hay esperanza para la especie. Con suerte, las millonadas que los Mark Zuckerberg están invirtiendo en crear amigos AI les dejará en la bancarrota. Pensemos que así será. La gente volverá a leer diarios. OK. Confieso que esto es más una cuestión de esperanza que de fe. Pero si no me equivoco al pensar que el mundo se va a autocorregir, que el péndulo retornará al centro y las aberraciones de nuestros tiempos pasarán, entonces no es del todo ilógico creer que más gente (no toda, no nos engañemos) querrá informarse a través de medios más confiables, menos deshonestos y mejor informados que los que pululan en las cavernas de la world wide web. Cuánto más la gente se entere de que no estamos hundiendo en una gran cloaca de fake news, más necesidad sentirán de recurrir a los diarios de toda la vida, o eso quiero pensar. Eso sí, la apatía de las grandes multitudes seguirá siendo un constante, como siempre, pero no tiene que ser algo tan malo como solemos pensar. Como decía un sagaz poeta inglés del siglo XVIII, en la ignorancia reside la felicidad. Menos mal que gente como yo (y, me atrevo a decir, como ustedes, queridos lectores) somos unos raritos. Digo, gente interesada en lo que ocurre más allá de nuestros ombligos, personas deseosas de cambio, de un mundo mejor. Vivir alejado del ruido tiene sus ventajas. Si todos viviesen consumidos por los horrores de la guerra y la sandez de nuestros gobernantes la ansiedad devoraría la paz social. Por otro lado, y para acabar, nos voy a dar un pequeño aplauso. Si nunca hubiesen existido unos pocos inconformistas como nosotros seguiríamos en la edad de piedra, o como Rusia hoy. Sobre la firma Mirá también Newsletter Clarín
Ver noticia original