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» La Capital
Fecha: 28/12/2025 08:15
Compuso la Marcha de San Lorenzo, murió en Rosario y le negaron un lugar en el panteón de Policía por ser negro Se trata del uruguayo Cayetano Silva, hijo de una liberta. Músico y compositor, vivió varios años en suelo santafesino. Al morir, lo enterraron en una tumba sin nombre Cayetano Alberto Silva nació en Uruguay pero vivió muchos años en Rosario. Fue músico, maestro y compuso, entre tantas cosas, la inolvidableMarcha de San Lorenzo. Murió pobre y, a pesar de trabajar para la Policía de Santa Fe, no le permitieron su lugar en el panteón del cementerio El Salvador por ser afrodescendiente. La historia de Cayetano Silva podría parecerse a la de tantos otros: un hombre se hace paso en un mundo difícil, deja un legado inconmensurable pero no es lo suficientemente reconocido y muere, finalmente, sumido en la más triste de las pobrezas. Pero, si bien la narración puede parecer conocida, este uruguayo afrodescendiente compositor de una de las marchas más importantes de Argentina tuvo una vida que merece ser contada. Silva nació en San Carlos, una pequeña localidad de Uruguay, el 7 de agosto de 1868. La historiadora Alejandra García, quien reconstruyó su biografía, señaló que la fecha de nacimiento del músico y compositor varía según los documentos y en algunas oportunidades el año registrado es 1873. También hay fuentes que aseguran que no nació en aquel pueblo de la Banda Oriental, sino en Montevideo. No importa: se dirá que Cayetano Alberto Silva nació el 7 de agosto de 1868 en San Carlos. Su madre, Natalia Silva, fue esclavaen la hacienda de los Silva hasta 1842, cuando el gobierno uruguayo abolió la esclavitud. A pesar de la legislación, la mujer no dejó la estancia de sus antiguos amos y continuó como sirvienta, trabajando para el linaje que le dio el apellido a ella, y años después, a su hijo. Una vida distinta La vida de Cayetano tendría que haber sido algo muy distinto de lo que fue. Su piel morena y sus raíces eran evidentes, por lo que, lo más probable, era que siguiera los pasos de su madre y continuara el trabajo en la estancia de la familia Silva apenas tuviera edad para hacerlo. Sin embargo, fue cobijado por una integrante de la familia del patrón: María Jacinta Silva Herrera, quien vio en él una joven promesa. Bajo su ala, Cayetano accedió a educación y aprendió a tocar varios instrumentos, entre ellos el pistón y el violín. Pudo viajar, conocer Europa, aprender varios idiomas. En los primeros años de la década de 1890, de regreso al Río de la Plata, recorrió los teatros de Buenos Aires y, al poco tiempo, desembarcó en Rosario. En 1894 se enamoró y se casó con Filomena Santanelli, con quien tuvo ocho hijos. En la ciudad, intentó vivir de la música. Uruguayo y afrodescendiente, su talento le valió la designación como capitán a cargo de la banda del Regimiento 7 de Infantería de Rosario. Fue uno de los tantos acercamientos laborales que Cayetano tuvo con el universo castrense, que le permitió una salida laboral rápida y lo mantuvo cerca de la música. Fuera del cuartel compuso para distintas obras de teatro. Estuvo detrás de algunas de las producciones del reconocido dramaturgo y compatriota suyo, Florencio Sánchez. La Marcha de San Lorenzo El destino lo llevó a vivir a distintas ciudades y localidades del interior. Durante tres años residió junto a su familia en Venado Tuerto. Allí, en 1901, le compuso una marcha a Pablo Riccheri, quien en ese momento era ministro de Guerra bajo la presidencia de Julio Argentino Roca y fue, además, el impulsor del servicio militar obligatorio en Argentina. Cuando Cayetano le acercó el homenaje, Riccheri le sugirió que la pieza musical no debía llevar su nombre sino el de San Lorenzo, lugar que lo vio nacer y escenario de la gran gesta sanmartiniana. Así vio la luz, todavía sin letra, la Marcha de San Lorenzo que fue entonada por primera vez en aquella localidad el 30 de octubre de 1902 pero recién en 1907 adquirió su emblemática letra, de la mano de Carlos Javier Benielli. La primera década del siglo XX fue buena para Cayetano, quien tejió vínculos aquí y allá. Compuso marchas pero también vals, minuets, música para teatro y hasta tangos. Estos años contrastaron con los que vinieron después, cuando su vida profesional se fue a pique y Silva se volvió errático. Su obra más emblemática, la Marcha de San Lorenzo, la vendió por pocos pesos en Buenos Aires, cuando todavía no existían los derechos de autor. La década de 1910, la última de la vida de Cayetano, fue difícil. El trabajo estuvo plagado de obstáculos, abandonó la casa familiar y tuvo que recurrir, una vez más, al amparo del Ejército para poder ganar una moneda. Pero lo cierto es que el clima en el cuartel había aumentado en hostilidad. Como si fuera poco, su cuerpo se fue debilitando por una diabetes que lo aquejaba y se entregó a la bebida. Como señaló la historiadora García, a pesar de su debilidad y de su sentimiento de derrota, compuso una última pieza musical en 1918 para el autor rosarino Aurelio Flores, cuya obra se estrenó en el Teatro de la Ópera de Rosario en agosto de ese año. A pesar de sufrir varias internaciones por su delicado estado de salud, Silva no trató su diabetes. Agobiado, pobre y decepcionado con un mundo que no lo reconoció lo suficiente, dejó que su cuerpo se debilitara sin intervenir. Murió el 12 de enero de 1920 a los 51 años. Sus últimos años en la Policía de Santa Fe no le permitieron acceder a un lugar en el Panteón de Policía del cementerio El Salvador, por lo que fue sepultado en una tumba sin nombre. Recién en 1997 sus restos fueron exhumados y trasladados el cementerio municipal de Venado Tuerto, donde tuvo su tan esperado reconocimiento. Recuperarán la casa abandonada de la esquina de Laprida y Santa Fe Año Nuevo y verano de temperaturas extremas: anticipan olas de calor y tormentas aisladas Con pista renovada y nuevo edificio, las obras del aeropuerto de Rosario quedaron inauguradas Nuevo alerta amarillo por altas temperaturas: el calor se quedará varios días
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