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  • Malas noticias del 2025 para el vino, ¿y después qué?

    » LM Neuquen

    Fecha: 28/12/2025 03:13

    El panorama global del negocio se está reconfigurando. Hay una serie de variables que comenzaron a sufrir cambios importantes e impactan en la industria. Corren malos tiempos para el negocio del vino. Mientras que, en lo que respecta al mercado interno, la situación responde en parte a una coyuntura con lógica propia en 2025 cayó el consumo respecto de 2024 y 2023, con diferencias marcadas entre categorías, en materia de vino se verifica además una situación estructural que afecta a todo el mundo. Desde Francia, Italia y España hasta Estados Unidos y, claramente, la Argentina. En pocas palabras, hoy en el mundo se bebe menos vino que hace diez años. En la proyección que acaba de dar a conocer la Unión Europea para la próxima década, titulada EU Agricultural Outlook 20252035, el escenario es de caída. Si bien no se trata de un pronóstico estricto, el informe ofrece una línea base de tendencias, bajo el supuesto de que las políticas vigentes se mantienen estables. En síntesis, el trabajo define que el consumo de vino dentro de la UE continuará disminuyendo lentamente, impulsado por una caída en el consumo per cápita, reflejo de cambios en los hábitos (salud, preferencias por otras bebidas y generaciones más jóvenes bebiendo menos), así como de políticas de salud pública. Algo similar parece estar ocurriendo en mercados como Estados Unidos y el Reino Unido, dos de los principales consumidores de vino del mundo. En el reporte europeo se lee: Se espera que el consumo de vino en la UE disminuya alrededor de un 0,9 % anual hasta 2035, hasta situarse en torno a 19,3 litros per cápita (frente a un promedio de 21,2 litros en el período 2021-2025). () El consumo humano interno (nota: humano para diferenciarlo de los destinos industriales, como la destilación) es el principal destino del vino en la UE, con un 66 % del total en 2021-2025, mientras que las exportaciones representan el 20 %. Algunos de los principales mercados de exportación de la UE (como Estados Unidos y el Reino Unido) comienzan a mostrar tendencias de consumo similares a las europeas. Y continúa: La producción de vino en la UE podría seguir disminuyendo a un ritmo del 0,5 % anual hasta 2035, lo que implicaría una caída hasta los 138 millones de hectolitros. Una reducción proyectada de la superficie de viñedo del 0,6 % anual entre ahora y 2035, asumiendo condiciones climáticas estables y, por lo tanto, rendimientos medios constantes, es otro factor clave que explica la disminución prevista de la producción. Respecto de los mercados de exportación del vino europeo, el informe agrega: Dada la evolución de los aranceles en Estados Unidos y la elevada incertidumbre del mercado asociada a estos cambios, la UE se ve afectada de manera temporal por una caída de los envíos hacia Estados Unidos, su principal destino de exportación. () En paralelo, se espera que la tendencia descendente de las importaciones de vino en la UE continúe, en línea con los cambios en los patrones de consumo interno. En conjunto, se prevé que las exportaciones de la UE disminuyan un 0,6 % anual y las importaciones un 1,9 % anual hasta 2035. La coyuntura local En los últimos diez años, el consumo doméstico de vino mostró una marcada volatilidad asociada a los ciclos de crisis y expansión de la economía local: cayó en siete de esos diez años y creció en apenas tres. Sin embargo, tras el ciclo expansivo excepcional de 20192022 marcado por la pandemia, los despachos de vino ingresaron desde 2023 en una fase de ajuste severo, con dos de las tres mayores caídas interanuales de la serie concentradas en 2023 (-14 %) y 2025 (-12 %). Estos valores ofrecen una doble lectura: por un lado, reflejan la caída general del consumo como consecuencia de la crisis económica; por otro, confirman la retracción del consumo de vino como una tendencia de largo plazo que la pandemia solo logró revertir de manera temporal. Hoy, un argentino promedio bebe alrededor de 16 litros per cápita al año. En el mercado internacional, el 2025 que llega a su fin muestra un nuevo retroceso de las exportaciones, en línea con lo que ocurre en la Unión Europea, aunque con vaivenes más pronunciados. En la categoría vino argentino (con o sin mención varietal), la caída interanual 20242025, medida en volumen, ronda el -7,01 % (1.605.481 hectolitros), mientras que en valor alcanza el -7,60 % (US$ 554.795.523). Hoy se exporta un volumen similar al de 2018, pero con un precio promedio menor, equivalente al de 2008: alrededor de US$ 2,10 por litro. Puestos en perspectiva, estos números resultan desalentadores. Si en algún momento el consumo doméstico funcionó como amortiguador de los cambios de ciclo, el efecto combinado de la caída de las exportaciones y un mercado interno en retroceso configura un escenario particularmente adverso para la industria vitivinícola argentina. Con este balance negativo, el optimismo escasea frente al año que comienza esta semana. Este año, el negocio del vino experimentó fuertes cimbronazos y cortes en la cadena de pagos. Al punto de que la crisis del sector ya se cobró algunas víctimas de peso en materia de bodegas: esta semana, la justicia autorizó el concurso preventivo de quiebra de Bodega Norton, motivado por una combinación de problemas internos y externos de la compañía.

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