27/12/2025 23:43
27/12/2025 23:41
27/12/2025 23:36
27/12/2025 23:34
27/12/2025 23:33
27/12/2025 23:33
27/12/2025 23:31
27/12/2025 23:31
27/12/2025 23:19
27/12/2025 23:12
» Tiempo San Juan
Fecha: 27/12/2025 21:12
Lugares abandonados: una mole veinticinqueña, el gran alma de un pueblo Fundada en 1922 y clave en la historia de lo que hoy se conoce como Las Casuarinas, la histórica Bodega Del Bono -donde aún persiste la denominación CAVIC en la entrada- permanece hoy abandonada en 25 de Mayo. El drone de Tiempo de San Juan recorrió la imponente estructura que supo producir millones de litros de vino. Fotos y video: Leandro Porcel. Al Este sanjuanino, más exactamente en 25 de Mayo, se levanta una mole silenciosa que todavía parece vigilar el destino de un pueblo entero. El drone de Tiempo de San Juan sobrevoló el predio y permitió dimensionar la magnitud de la antigua Bodega Del Bono -como es conocida-, una estructura imponente que rompe la horizontalidad del paisaje y despierta una pregunta inevitable: ¿cómo pudo quedar en silencio un lugar que alguna vez fue el alma productiva de la zona? Aunque muchos la conocen simplemente como la Bodega Del Bono, su historia es mucho más profunda y fundacional. El inmueble vitivinícola nació en 1922, impulsado por Bartolomé Del Bono junto a Esteban Andrés Dubos y Valentín Beretta. No fue una bodega más. Con más de 300 hectáreas de viñedos y una capacidad de producción cercana a los 12 millones de litros de vino, el establecimiento alcanzó tal relevancia que dio origen a una localidad entera. Así el lugar mutó a lo que hoy se denomina como Las Casuarinas. Embed - Lugares abandonados: la mole veinticinqueña que fue el alma de un pueblo Actualmente, las instalaciones siguen allí, firmes y calladas. El polvo del abandono cubre galpones, edificios y pasillos que alguna vez fueron el corazón productivo de 25 de Mayo. En el frente, como una marca indeleble del paso del tiempo, aún persiste el nombre de la ex CAVIC, la cooperativa que se hizo cargo del complejo en la década del 70 y que, tras su quiebra en los años 90, dejó otra huella en la larga historia del predio. Puertas adentro, el tiempo parece haberse detenido. Entre toneles gigantes, estructuras oxidadas y maquinarias inmóviles, se percibe todavía la dimensión de una bodega que llegó a abastecer al país entero. La oscuridad domina los interiores, interrumpida apenas por el eco de los animales que hoy ocupan lo que antes fue bullicio y trabajo. Afuera, las paredes y galpones imponen respeto; adentro, reina un silencio intacto, tan profundo que ni siquiera el vandalismo logró quebrarlo. La Bodega Del Bono permanece en pie como un gigante dormido. No produce vino, pero conserva intacta una atmósfera que habla de esfuerzo, de comunidad y de un pasado en el que la vitivinicultura fue mucho más que una actividad económica: fue identidad.
Ver noticia original