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» La Verdad
Fecha: 27/12/2025 15:20
En el marco de los 100 años del club, el DT de la «Lagartoneta» analiza el presente arrollador de un equipo que ya ganó en este año el Nocturno y el Clausura, y que ahora va por la Finalísima ante Rivadavia de Lincoln con el sueño del ascenso en el Regional. Una charla profunda sobre la gestión de un plantel numeroso, el ADN competitivo y el agradecimiento a una hinchada que no falla. El fútbol suele ser mezquino con las efemérides. Muchas veces, los grandes aniversarios institucionales quedan empañados por resultados esquivos o transiciones institucionales. Sin embargo, en el Club Atlético Villa Belgrano, el destino decidió que el centenario fuera el escenario de una de las gestas deportivas más importantes de su historia moderna. Bajo la conducción técnica de Carlos González, el «Villero» se transformó en una máquina de competir que no distingue entre ligas locales y torneos federales. La actualidad encuentra a Villa en un estado de efervescencia constante. Tras coronarse en el Torneo Nocturno a principios de año y dar la vuelta olímpica recientemente en el Clausura, el equipo no tiene respiro: este sábado enfrenta la «Finalísima» frente a Rivadavia de Lincoln, en la cancha de Mariano Moreno desde las 19:30 horas, mientras ya disputa el nuevo Nocturno y se prepara para los cuartos de final del Torneo Regional Federal Amateur. En una pausa de su agenda cargada, el Lagar repasó las claves de un presente que ilusiona a todo el barrio. Para entender este presente, hay que mirar hacia atrás. El año comenzó con la obtención del Nocturno, un torneo que suele ser un banco de pruebas pero que Villa tomó con una seriedad profesional. «La verdad que es un año hermoso para transitar porque es año aniversario del club y por suerte en lo que va del año hemos sido competitivos en los cuatro torneos que hemos disputado», reflexiona Carlos. Al recordar ese primer título del año, el DT destaca el proceso de conocimiento: «Primero fuimos campeones en el torneo nocturno y fue una sensación hermosa porque comenzamos de menos a más. Recién nos estábamos conociendo y el trabajo recién se empezó a ver en los cruces. El equipo fue creciendo y fuimos un justo campeón contra un gran rival como lo era en ese momento Deportivo Baigorrita. Fue, la verdad, hermoso». Ese impulso fue el combustible para un Clausura que terminó siendo una exhibición de jerarquía. Tras un comienzo con dudas, donde el equipo quedó libre en la primera fecha y debió remar desde atrás, apareció la mística. «Empezamos a realmente confiar y creer que podía ser posible. En silencio fuimos disfrutando todos los partidos y metimos nueve victorias seguidas. Eso fue algo extraordinario para poder creer que podíamos llegar a coronar», afirma el entrenador, subrayando la importancia de la regularidad en una liga local siempre compleja. En Junín, el término «Lagartoneta» ya es marca registrada. Representa un fútbol que busca ser protagonista, pero que no descuida el orden. Carlos, humilde al momento de recibir los elogios, le traslada la responsabilidad del éxito a sus dirigidos y a la estructura del club. «Si tuviera que definir el ADN de este Villa, diría que nuestro estilo es ser un equipo compacto, no dar ninguna pelota por perdida y, cuando iniciamos el juego, tratar de tener el control. Tratamos de apropiarnos de la pelota e intentar hacer sufrir al rival. Eso lo venimos trabajando desde que llegamos y es todo mérito de los futbolistas; si ellos no entendieran lo que nosotros queremos plantear, sería realmente muy difícil». Una de las grandes ventajas competitivas de Villa Belgrano es la estabilidad. En un fútbol donde los planteles se desarman cada seis meses, el «Villero» mantiene una columna vertebral que se conoce de memoria. «En el nocturno acercamos algunos refuerzos, pero la base de este equipo es la misma desde hace prácticamente 10 años. Eso ayuda muchísimo y los chicos que llegan se integran muy fácil. Ellos realmente hacen las cosas muy fáciles para que nosotros podamos trabajar tranquilos», detalla Carlos. Dentro de este ecosistema de éxitos, también hay lugar para la emoción y el respeto por la trayectoria. El último partido del Clausura no fue uno más, ya que marcó el adiós de un estandarte: Ricardo Tobal. Carlos González no ahorró elogios para definir lo que el futbolista significó en el vestuario: «Ricky fue un futbolista que justamente este año le tocó más acompañar que jugar. Sinceramente, es un profesional dentro del amateurismo. Siempre ayudó a cada compañero, siempre fue alguien en el cual encontramos respuesta no solo en los entrenamientos, sino en los partidos». Su retiro deja un vacío desde lo futbolístico, pero un legado indestructible en los más jóvenes del plantel. El desafío inmediato es de una intensidad poco vista. El sorteo y el calendario quisieron que Villa Belgrano y Rivadavia de Lincoln se vean las caras en dos frentes simultáneos. Este sábado chocarán por la «Finalísima», el trofeo que corona al mejor de la temporada local, y pocos días después se medirán por los cuartos de final del Torneo Regional. «Sabemos el potencial que tiene Rivadavia. Los dos equipos ya nos conocemos y jugar la finalísima justo antes de un cruce de cuarto de final va a tener un condimento extra, pero nosotros estamos tranquilos», analiza el DT. Carlos sabe que, aunque el cansancio pesa, la mentalidad es ganadora: «No hemos parado prácticamente desde julio que iniciamos pretemporada. El cansancio es real, se nota, además con el calor, pero tenemos un plantel largo de 34 futbolistas y eso te permite rotar. Todos quieren jugar, todos van para adelante». Sobre el cruce en el Regional, Carlos llega con confianza tras haber superado series duras ante Villa Tranquila y el reciente triunfo ante Carlos Casares: «En la previa sentíamos que Casares iba a ser un rival durísimo, y el primer tiempo lo fue. Pero en el segundo fuimos contundentes y prácticamente pudimos matar la serie en el partido de ida. Ahora nos prepararemos primero para la finalísima y después, con algunos días de descanso, para el cruce de ida y vuelta». Para Carlos, el éxito deportivo es solo una parte de la ecuación. La otra mitad es el sentido de pertenencia y el vínculo con la gente de la V azulada. En un contexto social difícil, el apoyo del hincha es lo que termina de cerrar el círculo del centenario. «Quiero agradecerle al hincha por cómo ha acompañado. Entendiendo que la situación económica no es nada agradable, pero ellos siempre están. Les pido que sigan creyendo en estos futbolistas que lo van a dejar todo no solo este sábado, sino en la llave del torneo federal que tanta ilusión nos hace a todos», dice con sinceridad. Pero el agradecimiento no termina en la tribuna. Carlos sabe que el tiempo que le dedica al club es tiempo que le quita a los suyos, por eso el cierre de la charla es para su círculo íntimo: «Sinceramente, sin el apoyo de mi familia no podría dedicarle tanto tiempo a esto que me apasiona. Y también al cuerpo técnico; tener un grupo de trabajo tan humano y tan competitivo es lo que nos hace ir para adelante y siempre querer ir por más». Villa Belgrano llega al centenario no solo con historia, sino con presente y futuro. El sábado, el equipo de Carlos buscará bordar una nueva estrella local para luego ir tras el sueño grande del ascenso. La «Lagartoneta» está lista para la batalla final.
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