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» La Opinion Austral
Fecha: 27/12/2025 15:19
Durante 14 años, Mariana Villalón misionó en Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Neuquén, Salta, y en Paraguay, Brasil y Perú. El año pasado, en su regreso a RÃo Gallegos, se reinscribió a la carrera de Licenciatura en Comunicación Social. Entre sus cátedras pendientes estaba Comunicación Audiovisual, donde en 2010 habÃa iniciado un trabajo sobre los migrantes y con este motivo, habÃa entrevistado al padre Juan Barrio Herrero. Era una de las cuestiones que más me interpelaba del padre Juan, su manera de vivir la interculturalidad y la fe con los migrantes. Respetarlos, valorizarlos y hacerlos sentir en casa, menciona Mariana Villalón a La Opinión Austral. Gabriela Ramos, docente de la cátedra, le recordó el trabajo que habÃa iniciado en 2010, pero el primer gran obstáculo era dar con los cassettes Mini Dv en los que se habÃa grabado el material. Ya sea por suerte o providencia, los cassettes aparecieron y entonces llegó la segunda etapa, digitalizarlos para poder recuperar el material que finalmente será parte, en principio, de un corto documental. El objetivo para el documental Padre Juan. Huellas de su historia es revalorizar la memoria viva de un sacerdote que supo unir fe, cultura, compromiso social dejando huellas en generaciones de migrantes y en la identidad espiritual de Gallegos. El documental corto -de 10 minutos- será finalizado en febrero mientras que existe el compromiso personal de Villalón de concretar una versión más extensa en la que se extenderá la entrevista inédita realizada al padre Juan en 2010. La Opinión Austral: De lo que conocÃas de la vida del padre Juan y recordaste al reencontrarte con el material ¿qué fue lo que te sorprendió? Mariana Villalón: Al padre Juan lo conozco desde que era muy chica porque estaba en la parroquia Inmaculada, siempre en la pastoral y también por los encuentros, siempre nos juntábamos a comer y de repente en las patronales o en las fiestas aparecÃa el padre Juan. También como estuve en la Pastoral Juvenil de Gallegos siempre nos juntábamos con los chicos de San José Obrero y el padre Juan siempre lo llevaba a los encuentros o los hacÃamos en San José Obrero y el padre nos recibÃa. Siempre me llamó la atención ese acercamiento que él tenÃa con los pobres y siempre buscando estar en las periferias. Ahora, al volver después de mi experiencia misionera y revalorizar el documental, escuchar de nuevo su entrevista él tenÃa un corazón misionero muy grande y fue una vocación tardÃa porque él ya era maestro. Él estaba en Victoria, España, y era maestro de gitanos y en su servicio como maestro de gitanos iban los seminaristas de la Diócesis de Segovia a dar charlas. Dando clases, un dÃa se replantea ¿y por qué en vez de ser el maestro de los gitanos no puedo ser el cura de los gitanos?. Ahà habla con el rector del seminario, le dan muchas posibilidades porque él ya era maestro. Él entra a la Diócesis de Segovia y se ordena el 15 de julio de 1963. En Segovia, me contaba que empezó a sentir esa necesidad de ir a las misiones y se comunica mediante cartas con monseñor Magliano porque él dice: Yo quiero ir a un lugar donde se necesite, donde haya necesidad y no haya muchos sacerdotes, el último lugar, el lugar más alejado. Entonces cuando conoce un poco de RÃo Gallegos y lo que le planteaba Monseñor Magliano, dice que sà y va a llegar el 12 de octubre de 1966 a Gallegos, junto a otro sacerdote que era el padre FelicÃsimo. Él cuenta que después de un tiempo el padre FelicÃsimo se enferma, no le gustaba mucho el viento, el clima, se vuelve a España y fallece en España. Siempre un buscador de las periferias, primero maestro de los gitanos, que los gitanos en aquel tiempo, él decÃa que en España no eran vendedores de autos, sino que trabajaban mucho con animales, eran campesinos. Entonces, él siempre se solidarizó y esto de poder ir a un lugar recóndito de la Patagonia, era impresionante esas ganas de salir al encuentro y de dar su corazón misionero, eso me llamó mucho la atención porque no sabÃa que habÃa sido maestro de gitanos. Llegando a la diócesis dice que le pregunta a monseñor Magliano cuál iba a ser su parroquia, cuál iba a ser su servicio y monseñor Magliano le dice que toda la diócesis va a ser su parroquia porque los que estaban en Gallegos eran solamente salesianos y eran pocos, él es uno de los primeros sacerdotes de la diócesis. Otra de las cosas que reconfirmé del padre Juan era que revalorizaba la fe popular de los migrantes. SabÃa lo que habÃa hecho con el Nazareno de Caguach, una señora se le acercó y le pidió la imagen de Jesús Nazareno porque ella viajaba a Punta Arenas para poder encontrarse con la imagen con la que ella se sentÃa representada. Él habla con el obispo de Punta Arenas y organizan con la gente de Chiloé y lo traen para que la gente de Chiloé de acá se sienta más convocada, puedan realizar las fiestas y sentirse en casa. Después se enteraba que habÃa un boliviano y decÃa: ¿qué advocación es la de los bolivianos? La virgen de Urkupiña, vamos a acercarle a la virgen de Urkupiña a estas familias para que puedan sentirse más en casa. Vamos a hacer la fiesta Y asà también con algunas advocaciones de Argentina. Era un integrador de culturas y eso era muy importante . Retomando esto de por qué el padre Juan andaba tanto, cuando él llega y está la diócesis recién creándose con los primeros sacerdotes, no habÃa muchas jurisdicciones. El padre Juan es súper conocido en muchÃsimos barrios, porque cuando llegó trabajó en muchos barrios y también es un gran constructor entonces se le deben muchas iglesias. Él hizo trabajos en toda la ciudad, en la parroquia inmaculada estuvo, incluso en Madres a la Lucha el primer saloncito que se tuvo, lo levantó el padre Juan, para que la gente se pueda reunir y pueda rezar. Las personas sabÃan que el padre Juan estaba en la parroquia San José Obrero, llegaba un migrante y no tenÃa para comer, sabÃan que le golpeaban la puerta de la parroquia y él iba a estar, porque siempre se corre la noticia de quién ayuda. Después, toda la zona del barrio San José Obrero, Nazaret, Trencito, Barrio Vial, Juan Pablo II, y ni hablar del San Benito y de todo lo que él hizo a nivel social, las construcciones. Siempre se los veÃa con la camioneta cargada de cosas para ayudar a la gente o iba a pedir a las panaderÃas el pan temprano para poder repartirle a los pobres. Un sacerdote incansable. LOA: ¿Alguna anécdota en particular? MV: Cuando le digo al padre Juan: Tengo que hacer un trabajo para la universidad, necesito hacerle una entrevista a usted y a la gente con la que trabaja, quiero conocer los barrios donde va. Me dice: SÃ, venÃ. Asà que me iba para la parroquia San José Obrero y él me llevaba a conocer el barrio San Benito en la camioneta. Y cuando él llegaba, tocaba bocina y la gente lo salÃa a saludar, eso me parecÃa muy tierno. Y él sabÃa la historia de cada familia de ahÃ, eso me impresionaba. En un tráiler habÃan hecho su capillita en el San Benito, era todo muy precario y él siempre estaba feliz, siempre decÃa esto de que los migrantes o los pobres no tengan ni hambre, ni frÃo. QuerÃa montar una escuela. Era un gran soñador, él tenÃa muchos sueños, muchos proyectos, todo el tiempo en la entrevista él decÃa: Yo sueño que la iglesia de San Benito sea grande, que esté terminada, que tenga salones para la comunidad. También decÃa de la Virgen de Güer Aike que esté linda, el Santuario San Cayetano que fue uno de los impulsores también que querÃa que el santuario sea grande, que la obra sea linda y que la gente vaya a pedir los 7 de agosto por trabajo. Siempre me conmovió su vida misionera y no le fue fácil porque él era español, tenÃa una mirada europea, entonces eso es lo que más destaco que, a pesar de su mirada española, iba tratando de entrar en las culturas, en los pueblos, se aprendÃa las tradiciones, algunas cosas le costaban de los migrantes, pero iba haciendo un proceso. LOA: ¿Cómo te enteras de su fallecimiento? MV: En ese tiempo vivÃa en Paraguay y solÃa mirar los diarios de Gallegos para ver cómo andaba la cosa, abro la computadora, veo las noticias y me entero de la muerte del padre Juan. En ese tiempo ya estaba Facebook, empecé a mirar los posteos de la gente y me conmovió mucho también ver videÃtos que hizo el programa Todos uno en ese tiempo que estaba Liliana. Fue mucha gente a su velorio y a su entierro y pasaron por los barrios más significativos donde estuvo, las capillas, las parroquias. Fue muy emocionante. Me hubiese gustado estar, estaba lejos, pero también me sentÃa cerca con el corazón en la despedida del padre Juan. ¿Cuáles consideras que son las huellas que dejó el padre Juan? MV: Creo que fue un precursor en esto de ir hacia las periferias, incluso las periferias existenciales que después va a llamar el papa Francisco y siempre tratar de unir las culturas, desde la fe popular y de revalorizar cada vocación, cada santo que acercan a los migrantes, los acercan a la fe. Él también era devoto de la virgen del Valle. En mi vida misionera cada vez que iba a un pueblo o a una ciudad nueva, me quedó esa enseñanza de descubrir qué es lo que mama la gente de la fe. Cuando me tocó salir de Argentina para ir a Paraguay traté de conocer la devoción a la virgen de Caacupé y aprender a quererla mucho también porque me ayuda a aceptar al pueblo al que estoy conociendo y eso me hace acercarme más a la cultura. Eso me parecÃa maravilloso. Lo mismo en Brasil y en Perú. Es una huella que ha dejado en mÃ. En la ciudad me llamaba mucho la atención su incansable labor social, él sabÃa de las familias, lo que necesitaban, anotaba en su libreta y trataba de conseguir recursos, era incansable en eso, incluso en los últimos años de edad, él se levantaba temprano y se acostaba muy tarde. Recuerdo que en los velorios, algo particular era que a las doce aparecÃa. Le avisabas o él se enteraba que habÃa un velorio y él iba a rezar con la gente, era un horario clave donde aparecÃa para rezar y acompañar, eso era muy lindo. Otra huella, él era un gran educador. Hay una escuela, la 81, que se llama Padre Juan Barrio. Él también era un gran educador de corazón, como era maestro siempre abogaba porque los pobres tenÃan que tener educación y trabajo y no tenÃan que pasar hambre y frÃo, para él esos eran pilares importantes. Me contaba la catequista del San Benito que él recibÃa para la catequesis a niños que no hablaban español que hablaban aimará, quechua o guaranà y que los catequistas se tenÃan que esforzar para poder entenderlos y que ellos puedan recibir el sacramento de la comunión. Ver comentarios
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