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» El Sol
Fecha: 27/12/2025 15:18
Diciembre llega cargado de luces, reuniones, mesas abundantes y agendas apretadas. Celebramos, brindamos y compartimos, pero el cuerpo y la mente muchas veces pagan el precio. ¿Es posible disfrutar de las fiestas sin terminar el año agotados, inflamados y desconectados de nosotros mismos? El costo invisible de las fiestas El fin de año suele venir acompañado de excesos alimentarios, cambios en los horarios de sueño, mayor consumo de alcohol y un aumento del estrés emocional. Según estudios en salud integral, durante esta época se incrementan los trastornos digestivos, la retención de líquidos, el insomnio y la ansiedad, producto de la sobreestimulación y la falta de pausas conscientes. A nivel fisiológico, las comidas copiosas y ricas en azúcares y grasas generan sobrecarga digestiva, inflamación y sensación de pesadez. A nivel emocional, el cierre de ciclos, los balances personales y las expectativas sociales pueden activar estados de irritabilidad, tristeza o cansancio mental. Lejos de ser solo una práctica física, el yoga propone una filosofía de vida basada en el equilibrio, la moderación y la escucha interna. En un contexto social donde hacer más parece la norma, el yoga invita a pausar, respirar y habitar el presente. Desde la ciencia del movimiento y la neurobiología, se sabe que la práctica regular de yoga - estimula el sistema nervioso parasimpático, favoreciendo la relajación; - mejora la digestión al activar el nervio vago; - reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés; - y promueve hábitos más conscientes, también en la alimentación. En tiempos de fiestas, el yoga no busca prohibir ni restringir, sino equilibrar. En un mundo acelerado, el yoga aparece como una herramienta accesible y transformadora, que no solo impacta en el cuerpo individual, sino también en la forma en que nos relacionamos con los demás. Practicar yoga en fin de año es un acto de autocuidado y responsabilidad emocional, una manera de llegar a las celebraciones con mayor presencia y menos desgaste. Cerrar el año en equilibrio no significa hacerlo perfecto, sino consciente. Y a veces, basta con respirar, moverse suave y escucharse.
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