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  • Aprender no es talento: el poder de la mentalidad de crecimiento

    » Mdzol

    Fecha: 27/12/2025 15:03

    ¿Quién no ha dicho de sí mismo o pensado de algún otro, alguna vez, soy malísimo para las matemáticas o qué burro es con la ortografía? Estas afirmaciones se apoyan en una idea que puede resultar peligrosa y nos puede cortar muchas posibilidades: aquella que sostiene que nacemos con una capacidad innata para algunas tareas y que si no la tenemos, entonces, nunca lograremos manejarnos bien en ese ámbito. Siempre se puede aprender El peligro de esta idea es que si nos quedáramos con el no soy bueno para, habría un montón de cosas que no aprenderíamos o las aprenderíamos a medias, o con mucho desencanto porque sentimos a priori que no somos suficientemente buenos. Para hablar de esta forma de entender cómo aprendemos las personas, la psicóloga estadounidense Carol Dweck acuñó el término mentalidad fija. Quienes piensan según esta mentalidad parten de la idea de que las capacidades nos vienen dadas al nacer o no, y eso es inmodificable. De manera que si tenemos dificultades para la lectura, las arrastraremos siempre. O por ejemplo, cuando escuchamos a algún adulto decir ya estoy muy grande para aprender esto, también estamos frente a una mentalidad fija. Lo interesante es que, en contraposición a esa mentalidad, Dwek y luego Melina Furman en el escenario local educativo, hablan de mentalidad de crecimiento, para hacer referencia justamente a la actitud contraria, a la creencia de que con esfuerzo y práctica uno puede desarrollar habilidades nuevas. Tanto para el aprendizaje, como para la enseñanza, es muchísimo más enriquecedor cultivar una mentalidad de crecimiento porque no cierra las puertas, sino que las abre, cuestiona el resultado hasta que sale, fortaleciendo el sentimiento de autoeficacia de aquel que aprende. Desde esta mentalidad el enseñar y el aprender cobran un sentido esperanzador. La mentalidad de crecimiento en la educación Es cierto que las personas nacemos con talentos o habilidad para algunas cosas y sin para otras. Pero eso no implica que no las podamos dominar como si hubiéramos nacido con la habilidad. Así también es cierto que hay personalidades más optimistas que otras, pero incluso esto se puede cultivar. Lo importante es que la mentalidad de crecimiento también se puede cultivar. Adoptar este tipo de enfoque nos posiciona distinto frente al error, la frustración y el desafío. Un niño que dice soy malo en matemática suele evitar tareas difíciles cuestionando el motivo por el cual hacerlas. En cambio, cuando empieza a decir todavía no me sale, se anima a intentar, pregunta y persiste más tiempo. La diferencia no está en el contenido aprendido, sino en la forma en que interpreta su propio aprendizaje. Melina Furman, bióloga y educadora argentina, decía que aprender no es repetir respuestas correctas, sino pensar, probar, equivocarse y volver a intentar, en esto se parece al método científico. Cuando aprendemos, estamos experimentando. Imaginemos a un niño que está armando algo con bloques y su creación no se sostiene, se cae. Si se frustra y no lo vuelve a intentar, es una puerta que se cierra. Si, en cambio, se pregunta por qué no se sostiene, qué puede hacer o cambiar para que se tenga en pie, ahí hay exploración, pensamiento crítico, más experiencia. Hoy en día puede ser difícil manejar la impaciencia y la frustración en los chicos, pero es importante saber que esto se entrena. La primera forma de ayudarlos es habilitar la exploración, darles tiempo para investigar, impulsarlos a hacerlo, y no darles las respuestas fácilmente, sino apoyarlos para que las consigan por sí mismos. De este modo estaremos ayudándolos a cultivar la mentalidad de crecimiento, que alimenta también la curiosidad. ¿Cómo fomentar la mentalidad de crecimiento? - Enfatizar la retroalimentación constructiva: según la Dra. Dweck, es necesario promover una retroalimentación efectiva. Esta retroalimentación debe centrarse en el proceso de aprendizaje y esfuerzo. - Promover la valoración del esfuerzo: es importante celebrar y valorar el esfuerzo por encima de los resultados. - Incorporar el aprendizaje a través del error: ayudará la integración de prácticas que fomenten el aprendizaje a partir de los errores. Piper: el aprendizaje como autoconocimiento Piper, el corto de Netflix sobre un pichón que vive cerca del mar que debe aprender a buscar su comida, es una invitación a pensar en cómo aprendemos, y el valor que tiene el aprendizaje para el desarrollo personal. En el corto, Piper se lanza a una búsqueda y en ella se encuentra con obstáculos externos, como las olas, o el viento, y otros internos, como el miedo o la dificultad de salir de la zona de confort. Mirando a las otras aves, con ellas, Piper descubre su propia forma de buscar su comida, va reconociendo qué cosas le son útiles, qué le cuesta hacer, y así va ganando autonomía y confianza hasta que logra pescar algo. El aprendizaje nos lleva a reconocer que todos aprendemos diferente, y por ende, es un camino de autoconocimiento, que se transita con frustraciones, claro, pero con curiosidad, y de allí se sale siempre fortalecido. Esto es lo que nos muestra Piper: para aprender es necesario frustrarse, buscar otra forma de hacerlo, practicar y volver a intentar. El camino del aprendizaje tiene tropiezos, no podemos evitarlos, no conviene evitarlos. Lo que sí podemos hacer es acompañar el proceso, apoyarlos, observar hasta qué punto necesitan ayudas o intervención de nuestra parte, porque justamente esa capacidad de persistir a pesar de la frustración, es lo que les dará una herramienta poderosísima, que es la del autoconocimiento. Mantener encendida la chispa del aprendizaje Melina Furman hablaba de mantener encendida la chispa del aprendizaje. En esta charla ella cuenta cómo a partir de compartir una situación cotidiana como cocinar, uno de sus hijos le hizo una pregunta desde la curiosidad y ella la usó para impulsar la experiencia y la investigación. Hay que estar atentos, dice Furman, a esas ventanas de curiosidad que se abren frente a experiencias cotidianas porque nos sirven para impulsar el aprendizaje, y promover nuevas experiencias. ¿Qué podemos hacer como madres o padres, cuidadores para encender o mantener esa chispa? Una de las formas, tal vez más obvias, pero más importantes, es compartir tiempo y conversar con los chicos. Comentarles lo que nos llama la atención a nosotros, hacerles preguntas que los empujen a pensar. No hace falta emprender aventuras extraordinarias, podemos hacerlo a partir de cualquier situación diaria. Por ejemplo, si estamos cocinando un pan, mostrarles cómo se leva, o si estamos en un parque y vemos hormigas que llevan pedacitos de hoja, conversar sobre eso también. El libro Como criar hijos curiosos, de Melina Furman, tiene varios párrafos dedicados a esta cuestión y a cómo cultivar las ganas de aprender que permiten sostener el esfuerzo y superar la frustración. Te invitamos a jugar los juegos sugeridos en Wumbox que desafiarán a los niños y niñas a desarrollar diversas habilidades. Para conocer las propuestas de Wumbox, los invitamos a visitar el perfil de Instagram o bien la página web: www.wumbox.com

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