27/12/2025 16:34
27/12/2025 16:34
27/12/2025 16:34
27/12/2025 16:34
27/12/2025 16:33
27/12/2025 16:33
27/12/2025 16:33
27/12/2025 16:33
27/12/2025 16:33
27/12/2025 16:33
» Rosario 3
Fecha: 27/12/2025 10:22
Si bien todos los animales que llegan al centro de rescate La Esmeralda tienen pasados particulares de tráfico, tenencias ilegales, mascotismo, cotos de caza, heridas por accidentes o ataques, la historia del yacaré Ricardito es por lo menos llamativa. Antes de ser reinsertado en una laguna santafesina, pasó un año de recuperación con especialistas en el estanque de ese espacio santafesino. Llegó en mal estado desde el Instituto Malbrán de Buenos Aires, donde vivió seis años en un estanque reducido. Rosario3 presenció su liberación en una laguna de una reserva de Cayastá, departamento Garay, junto a otros animales silvestres (ver crónica y fotos aparte). Sobre un total de 520 ejemplares llevados del encierro a sus ambientes este año, este caiman latirostris fue el reptil número once en cumplir ese proceso. Hernán Ciocan, doctor en Ciencias Biológicas, jefe del área de Hábitat de la Fauna Silvestre e integrante de la red mundial Grupo de Especialistas en Cocodrilos, fue uno de los encargados de esa acción. Ciocan forma parte del Proyecto Yacaré que comenzó en la década de 1990 y con los años logró repoblar los humedales. Ese plan desarrollado en Santa Fe logró salvar a una especie que estaba casi condenada a la extinción por la caza (cotizaba mucho su piel y su carne) y por la pérdida de ambientes. El origen de Ricardito El yacaré overo adulto llegó al centro de cuidados La Esmeralda el 16 de octubre de 2024 desde un origen atípico. Estaba en unos piletones de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) Carlos Malbrán. Fue rescatado por la Unidad de Delitos Ambientales de la Policía Federal tras una denuncia anónima. Alguien avisó que el reptil estaba en mal estado, en una fosa con agua apenas separada por una reja del resto del predio oficial, a tres cuadras de la cancha de Huracán. Los agentes pudieron reconstruir parte de la trama. El yacaré había sido llevado por un ex empleado en 2018. Viajó desde el norte del país junto a otro ejemplar que falleció. Durante todos esos años, el organismo especializado en diagnóstico e investigación de virus y enfermedades, que tuvo un rol clave en la pandemia de coronavirus, alojó de forma ilegal a Ricardito. El filtro del agua del piletón que era su hogar falló. El agua se puso verde y la situación del caimán, que ya era delicada, se volvió insostenible. Como se trata de una especie protegida por la ley 22.421 (Conservación de la Fauna Silvestre), intervino la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (Ufema) y lo derivó a La Esmeralda. Por la cantidad de años en cautiverio, en principio para supuestos fines educativos, los encargados del rescate de la Policía Federal especularon con que el ejemplar ya no sería liberado. Pero en el centro santafesino La Esmeralda, exgranja, esa concepción cambió tras un año de cuidados y seguimiento. Un proyecto reconocido en el mundo Ciocan es, además de biólogo, jefe del Departamento de Hábitat de la Fauna Silvestre (en la Dirección de Manejo Sustentable de Fauna del Ministerio de Ambiente de Santa Fe). Forma parte del Proyecto Yacaré, nacido en la década del 90 cuando esa especie estaba en riesgo de extinción. Hizo su doctorado con ese programa que logró introducir más de 20 mil ejemplares en los hábitats naturales, multiplicar por diez la población y recuperar la especie. Eso fue posible con una red de trabajo mixta, entre científicos del Conicet y la provincia junto a los pobladores que antes eran los cazadores (por la piel y la carne del yacaré). Esas personas se convirtieron en el primer eslabón de la estrategia de conservación: capturaban los huevos en los lugares de origen y se los entregaban a los investigadores, quienes identificaban la zona (nidos georeferenciados) y marcaban luego a los animales. Mediante incubadoras y otros cuidados, elevaron la tasa de vida de esas crías en La Esmeralda. Ese trabajo de la ciencia pública fue reconocido como pionero y modelo de conservación en el mundo. Un yacaré puede poner 30 huevos y solos tres o cuatro llegan a adultos por el clima, si hay sequía se secan o con una inundación se pudren, y también por los predadores. Nosotros logramos un alto índice de eclosión, de 95 por ciento, con la temperatura controlada. Por eso, pudimos liberar muchos ejemplares al año de vida, ya con un tamaño significativo, en el mismo lugar de donde habían sido recolectados los huevos, explicó Ciocan. Ese último punto es clave en el operativo de liberación de Ricardito. El animal que llegó desde el Malbrán se nutrió con alimento balanceado para yacaré y cabezas de pollo aplastadas, una dieta elaborada por ese proyecto que tiene más de 30 años. A diferencia de un mamífero, como el aguará guazú, que se puede domesticar, el caimán no pierde sus instintos de cazador y supervivencia en la naturaleza. Por eso, después de un año de recuperación, el equipo de La Esmeralda resolvió que estaba apto para su reinserción. Libre pero aislado Como no conocen su origen (Ricardito no llegó desde un huevo identificado), el lugar elegido fue una laguna aislada dentro de la reserva privada de La Elena, en Cayastá. Es un curso de agua que no está conectado con otros. Optamos por un lugar cerrado porque puede ser la misma especie (yacaré overo) pero ser genéticamente distinto a otras poblaciones. No es lo mismo la cuenca del Paraná que la del río Salado, por ejemplo. Esto cumple con el protocolo internacional de liberación segura de fauna silvestre, afirmó Ciocan. Una liberación apresurada puede ser perjudicial. Un zorro enfermo, por ejemplo, puede contagiar al resto de la población, advirtió el doctor en biología e integrante del Grupo de Especialistas en Cocodrilos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Un yacaré puede medir hasta tres metros aunque el especialista nunca vio un ejemplar mayor a los 2,20. Ricardito es imponente: dos metros de cola a cabeza, con una piel dura que parece una armadura verde, perfecta para camuflarse entre las pasturas y camalotes de los humedales del litoral. El riesgo y la riqueza La camioneta del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático llegó a destino a las 11.15 del viernes 19 de diciembre, día de la liberación de Ricardito y otras especies. El yacaré fue bajado de la caja trasera por Ciocan y Mauro Pergazzere, director de la Delegación Centro del área del gobierno santafesino. Llevaron al reptil hasta el borde de la laguna de la reserva La Elena. Aunque la cola impresiona, el riesgo está en la cabeza. Tanto una mordedura como un golpe lateral pueden generar lesiones importantes. El yacaré no ataca al hombre, más bien se escapa, pero puede reaccionar al ser manipulado. El ejemplar fue marcado para su reconocimiento posterior. Se usan distintas combinaciones de cortes en las escamas de la cola (los verticilos caudales). Tras quitarle un cabezal negro, una suerte de máscara de protección, Ciocan se retiró hacia atrás para evitar cualquier golpe del animal. Pero no hubo un escape veloz del yacaré hacia el agua; todo lo contrario. El reptil quedó inmóvil con los ojos abiertos. Entre el estrés del viaje y la captura previa en el estanque de La Esmeralda, el ácido láctico se acumuló en sus músculos. Son animales de explosión, con mucha fuerza, pero pueden pasar horas quietos. Está bien pero cansado, explicó el especialista. Fue el segundo caimán de La Esmeralda que liberaron en esa laguna. Del otro lado del monte breve, quedó una carpincha adulta, también reinsertada en la reserva después de una recuperación tras un ataque de perros. Convivirán con peces, tortugas y todo tipo de aves, plantas y árboles. Incluso sin conocer de ecosistemas, sin saber el detalle de qué aporta cada especie, alcanza con mirar alrededor para entender por qué la diversidad en el ambiente es riqueza y equilibrio natural.
Ver noticia original