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» InfoNews
Fecha: 27/12/2025 00:33
Si alguien esperaba que el espíritu navideño ablandara, aunque sea por una cuestión de protocolo, la retórica de la Casa Rosada, se equivocó. Javier Milei no apareció este 24 de diciembre para ofrecer un saludo protocolar ni para empatizar con la mesa de lxs argentinxs, cada día más austera. Lo hizo para marcar la cancha. Lo que en cualquier otra administración democrática hubiera sido un mensaje de unidad, en la era libertaria se transforma en una advertencia: la "motosierra" no se apaga por vacaciones. Bajo el título que él mismo eligió para su discurso, subyace una amenaza velada para la institucionalidad argentina de cara al año entrante. El Presidente no habló de "esfuerzo compartido", sino de una purga necesaria que, según sus palabras, "apenas ha comenzado". La elección de la fecha no es inocente. Al apropiarse de un momento de sensibilidad colectiva para lanzar ultimátums contra lo que él denomina "la casta" categoría que, en la práctica, ha demostrado ser tan elástica que incluye a jubilados, docentes y trabajadores de la cultura, Milei demuestra una vez más su desconexión emocional con el clima social que se vive fuera de los muros de Olivos. El "regalo" del mandatario para la sociedad argentina fue la promesa de una radicalización. En su mensaje navideño Milei deslizó que las trabas legislativas o judiciales encontradas en 2025 no serán toleradas en el nuevo ciclo. En el mensajito de Milei no hubo una sola mención a los índices de pobreza, ni a la caída del consumo, ni a la crisis de vivienda. Para el Presidente, la realidad es un exel que debe cerrar, sin importar que los números rojos sean, en realidad, personas. La amenaza navideña de Milei es clara: el ajuste no fue una etapa de transición, es el estado permanente de su gobierno. El 2026 se perfila, según su propia advertencia, no como el año de la recuperación en "V" prometida hasta el hartazgo, sino como el escenario de una batalla cultural y económica final contra el Estado de bienestar. Mientras las familias argentinas brindan con la incertidumbre como comensal principal, el Gobierno levanta la copa por un país donde sobran los números y, cada vez más, falta la gente.
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