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» Jornadaonline
Fecha: 27/12/2025 00:11
Los detalles que separan al fútbol europeo del sudamericano Seguramente, a muchos de los millones de hinchas que tiene el Flamengo les debe haber pasado, en la final de la Copa Intercontinental, algo parecido a lo que hace apenas semanas les ocurrió a los de Estudiantes o Racing ante el propio equipo carioca en las instancias finales de la pasada Copa Libertadores: la sensación de haber estado muy cerca y que por detalles, se haya escapado una gran oportunidad de ganar un título. Flamengo, claramente inferior al Paris Saint Germain (PSG) francés, logró sin embargo empatarle 1-1 en los noventa minutos de la final de la Copa Intercontinental en Qatar al campeón vigente de la UEFA Champions League, refrescó su mediocampo y su ataque para poder soportar, incluso, los treinta minutos del alargue, y cuando llegó el momento de los penales, y pese a la efectividad notable que arrastraba el exarquero argentino de Boca Juniors Agustín Rossi, se encontró con la notable actuación del guardavallas ruso Matvéi Safónov, que contuvo cuatro de los cinco remates de los brasileños, aunque en uno de ellos pareció no haber pisado la línea de fondo y acaso debió repetirse. Lo cierto es que la distancia entre este PSG que dirige con éxito el español Luis Enrique Martínez, ganador de seis de los siete títulos que disputó en la temporada (Copa, Liga y Supercopa de Francia, Champions League, Supercopa de Europa e Intercontinental) y apenas derrotado por el Chelsea en la final del Mundial de Clubes, y el Flamengo del joven DT Filipe Luis, también ganador del Brasileirao, la Supercopa de Brasil, la Copa Carioca, la Copa Guanabara y la Copa Libertadores, fue muy parecida a la que hay entre el propio Flamengo y los equipos argentinos Estudiantes y Racing, pero en sentido inverso. Si Palmeiras de San Pablo puede considerarse como único equipo en el mismo nivel que Flamengo en todo el territorio sudamericano, aunque con un estilo más conservador otorgado por el excelente entrenador portugués Abel Ferreira -renovado su contrato y calificado como "el mejor de la historia del club" por su presidente, Leila Pereira- y que jugó ya su segunda final de Copa Libertadores contra los cariocas en un lustro, lo cierto es que el actual campeón continental estuvo muy cerca de ser eliminado por Estudiantes, de un presupuesto claramente inferior, en los cuartos de final cuando fueron a los penales en La Plata y apareció Rossi, el arquero, en todo su esplendor. En ese partido, Estudiantes ganó por un gol y pudo hacerlo por dos, aunque el segundo fue anulado por muy escasos centímetros por el VAR por posición adelantada. Ese segundo gol habría significado la eliminación del Flamengo. Ya en semifinales, los cariocas vencieron a un muy buen Racing -a juicio de este escriba, el mejor equipo argentino de la actualidad por segundo año consecutivo- por un gol sobre el final en el Maracaná, producto de un rebote en el defensor Marcos Rojo que desvió la trayectoria de la pelota, y empataron 0-0 en la vuelta en el Cilindro de Avellaneda. No se quiere decir con esto que Flamengo haya pasado las dos ruedas antes de la final ante Palmeiras en Lima sin merecerlo, sino que se marca que fueron detalles, que son parte del juego, los que determinaron la clasificación de los cariocas para la final, en la que ganaron a partir de una jugada de "pelota parada" y un cabezazo del defensor Danilo y se consagraron campeones. Esos mismos detalles, pero al revés, son los que no le permitieron a Flamengo consagrarse campeón intercontinental, rompiendo una racha de trece años sin que un equipo sudamericano lo pueda conseguir desde aquel lejano triunfo de Corinthians ante Chelsea de 2012, sólo que es la primera vez, en este amplio lapso, que los europeos no se imponen en el partido decisivo y necesitaron hacerlo en los remates desde los doce pasos. Lo que se intenta indicar es que el fútbol de hoy está determinado como nunca por lo económico, que a su vez influye en lo deportivo. En estos días se cumplieron veinte años del "Caso Bosman" que generó un cambio rotundo en la conformación de los equipos. El exjugador belga consiguió por la vía legal y por fuera de las estructuras deportivas, que se permitiera participar de cualquier equipo de la Unión Europea a todo futbolista con pasaporte de la misma entidad. Este cambio generó, a su vez, que el cupo de tres extranjeros por equipo europeo se anulara para los que tuvieran pasaporte UE, por la libertad de transitar y trabajar en el territorio, y entonces apenas los no europeos pasaron a formar parte del cupo, pero muchos sudamericanos ya tenían desde su origen también esos pasaportes y en algunos países, la residencia legal por un determinado tiempo también les otorga la nacionalidad y pasaban a no ser considerados extranjeros. Todo esto contribuyó a que la mayoría de los clubes poderosos de Europa terminaran siendo prácticamente seleccionados del mundo y la distancia con el resto de los continentes no sólo se acentuó en calidad sino que se convirtieron en un cada vez mayor polo de atracción para los jugadores del resto del mundo, debilitando a su vez a los de los equipos de los otros continentes y en el caso de Sudamérica, de los más apetecidos, directamente provocó un desgarramiento y torneos, cruzando el Océano Atlántico, con futbolistas demasiado jóvenes o muy veteranos porque los de la mejor edad eran absorbidos por los europeos. Así llegaron, como consecuencia de este fenómeno económico, las enormes diferencias entre los equipos europeos y el resto, con un desbalance de resultados en la historia porque en las viejas Copas Intercontinentales que jugaban el campeón de la Copa Libertadores y el de la Copa de Campeones de Europa hasta 2004, alternaban los éxitos desde los dos continentes, y todavía hubo un período corto en los dos primeros años del nuevo formato de Mundial de Clubes, en 2005 y 2006, en el que todo siguió más o menos igual, pero ya desde 2007 no sólo se impusieron siempre los europeos, con la excepción ya citada del Corinthians-Chelsea de 2012, sino que en varias ocasiones, los sudamericanos ni llegaron a la final. Finalmente, así como la FIFA de Joseph Blatter adaptó la realidad del fútbol para definir al mejor del mundo del año agregando a los campeones de cada confederación, a lo que denominó -con lógica- "Mundial de Clubes" desde 2005, la de Gianni Infantino quiso mostrar que hacía lo mismo ahora volviendo en 2024 a la "Copa Intercontinental" debido a esta manía de engordar los torneos con más equipos para recaudar más dinero (su único objetivo real) por lo que el "Mundial de Clubes" pasó a tener un formato de 32 equipos y cada cuatro años. Pero en este intento de "ajustarse a la realidad", la FIFA no tuvo contemplaciones en rebajar al fútbol sudamericano, ganador de 26 títulos en enfrentamientos con los equipos europeos, al mismo nivel de los campeones del resto de los continentes, haciéndolos jugar dos partidos previos de eliminación para recién acceder a jugar la final ante los campeones de la UEFA Champions League, que sin jugar nada, esperaban en la definición. Hasta hace dos temporadas, los europeos y los sudamericanos (que estuvieron empatados en títulos hasta 2004, cuando los campeones de la Copa Libertadores llevaban una ventaja de 20 a 14 títulos hasta 1995, el año de la "Ley Bosman") ingresaban en semifinales del Mundial de Clubes, uno en cada llave. De esta manera, los sudamericanos campeones de Copa Libertadores fueron rebajados no sólo a jugar dos partidos eliminatorios (Flamengo venció en ellos al Cruz Azul mexicano y al Pyramids egipcio) contra ninguno de los europeos, sino que apenas dos años atrás, los sudamericanos y los europeos ingresaban en la misma situación de semifinales y sin embargo, la Conmebol que preside el paraguayo Alejandro Domínguez, cuyo lema es "Pensar en grande", no se opuso a la medida. En un fútbol mundial en el que las distancias entre europeos y sudamericanos son siderales en lo económico, y en la que dos potencias continentales como Flamengo y Palmeiras -verdaderas selecciones sudamericanas por la capacidad de pago de sus clubes- también las establecen ante el resto de los equipos de su mismo continente, sin embargo, terminan siendo detalles los que acercan a los títulos. En cualquier caso, el formato actual de la Copa Intercontinental deberá ser revisado, con el propósito de que haya justicia histórica. Al final, Flamengo terminó definiendo con el PSG y los europeos, aún habiendo sido superiores en el trayecto, dependieron de los penales para ser campeones. Sudamérica no merece este rebajamiento, como tampoco puede afirmarse que clubes argentinos que son sociedades civiles sin fines de lucro, no estén en condiciones de ganarles a las principales potencias del continente. La distancia pasa por detalles. Por Sergio Levinsky, desde Madrid ___________________________________________________________________________________ Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.
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