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» Hoy Dia
Fecha: 25/12/2025 21:33
El 2026 no promete imagenes fundacionales caidas de muros, tratados historicos, guerras totales, pero si algo mas silencioso y, acaso, mas decisivo: la consolidacion de tendencias. Es el ano en que los sistemas politicos no cambian de golpe, pero revelan con claridad hacia donde ya no pueden volver. La clave no esta en una eleccion aislada ni en un conflicto puntual, sino en la acumulacion de tensiones mal resueltas que empiezan a operar como normalidad. El mundo no entra en una nueva etapa; se acomoda incomodamente en la actual. Por supuesto, siempre existe la posibilidad de cisnes negros para eso habra otro analisis, pero 2026 se define menos por lo imprevisible que por lo irreversible. En Estados Unidos, las elecciones de medio termino funcionan menos como una competencia electoral y mas como un test de resistencia institucional. El problema no es quien gana, sino si el sistema puede seguir operando bajo una logica de confrontacion permanente: Congreso bloqueado, justicia crecientemente politizada, estados actuando como actores cuasi soberanos. La polarizacion ya no es un desvio del sistema; es su modo de funcionamiento. Estados Unidos sigue siendo una potencia central, pero cada vez menos un organizador creible del orden politico que dice defender. Brasil, por su parte, vuelve a poner en juego algo mas que un cambio de signo politico. No define el rumbo de America del Sur, pero condiciona sus margenes. Cuando Brasil se ordena, la region respira; cuando se vuelve erratico, todo el vecindario paga el costo. En 2026, la pregunta no es desarrollo versus ajuste, sino estabilidad versus volatilidad. Un Brasil previsible aunque no transformador sigue siendo el mejor escenario posible para una region sin proyecto comun. Un Brasil convertido en campo de batalla ideologico, en cambio, acelera la irrelevancia sudamericana. Europa entra a 2026 sin grandes elecciones paneuropeas, pero con un desgaste acumulado que ya no puede disimularse. La guerra en Ucrania no se resuelve: se administra. El rearme avanza, pero sin relato politico. La autonomia estrategica se invoca, pero siempre un paso detras de Washington. El resultado es una paradoja cada vez mas evidente: la Union Europea sigue siendo central para regular mercados, datos y estandares, pero cada vez mas marginal para definir conflictos. Europa pesa en normas, no en decisiones. Y en un mundo que volvio a organizarse en torno a la fuerza, eso tiene limites claros. Rusia no colapsa ni triunfa. Se adapta. La guerra deja de ser excepcional y se convierte en condicion estructural. Moscu opera desde la logica del desgaste: energia, alimentos, presion periferica, alianzas incomodas pero funcionales. El mayor riesgo en 2026 no es una escalada planificada, sino el error de calculo: un incidente, una provocacion mal leida, una linea roja cruzada por rutina. En los conflictos congelados, lo verdaderamente peligroso no es el movimiento, sino la costumbre. China llega a 2026 con crecimiento mas lento, pero con mayor claridad estrategica. Menos Belt and Road, mas acuerdos quirurgicos. Menos discurso universalista, mas realismo duro. El Partido Comunista ya no vende futuro: administra estabilidad. Taiwan no es el escenario de una invasion inminente, pero si de una presion constante. El riesgo no es la guerra deliberada, sino la escalada accidental en un entorno saturado de senales militares. China no acelera. Espera. Y en geopolitica, la paciencia suele ser una forma superior de poder. En Medio Oriente, IsraelPalestina deja de ser conflicto y pasa a ser estado permanente. No hay shock, hay repeticion. Y esa repeticion erosiona no solo vidas, sino categorias morales. El horror se vuelve administrable: visible, pero tolerado. La region no estalla, pero tampoco se ordena. Produce lo que el sistema global teme mas que una guerra abierta: inestabilidad cronica. El mundo en 2026 no esta dirigido por grandes lideres ni grandes ideas. Esta administrado por gestores del conflicto. Gobiernos que no prometen futuro, sino control del dano. La politica deja de ofrecer sentido y se concentra en evitar el desastre. Y cuando la politica renuncia al sentido, el cinismo deja de ser una actitud: se convierte en ideologia. 2026 no sera recordado por lo que ocurrio, sino por lo que quedo claro. Que conflictos llegaron para quedarse. Que potencias ya no pueden liderar. Que regiones siguen sin voz. En un mundo sin decisiones definitivas, el verdadero poder no esta en anticipar milagros, sino en leer correctamente las inclinaciones. Porque no todos los anos hacen historia. Algunos, simplemente, deciden quien la escribira.
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