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» La opinion
Fecha: 25/12/2025 15:06
Por Papa Leon XIV CIUDAD DEL VATICANO, 25 (ACI PRENSA).-En su primera Bendicion Urbi et Orbi como Papa, Leon XIV proclamo este 25 de diciembre, desde el balcon central de la Basilica de San Pedro, que Jesucristo es nuestra paz y llamo a asumir la responsabilidad personal y colectiva para rechazar el odio, promover la reconciliacion y trabajar por el fin de los conflictos en el mundo. A continuacion el mensaje completo y bendicion Urbi et Orbi. Queridos hermanos y hermanas, Alegremonos todos en el Senor, porque nuestro Salvador ha nacido en el mundo. Hoy, desde el cielo, ha descendido la paz sobre nosotros (Antifona de entrada de la Misa de medianoche en la Natividad del Senor). Asi canta la liturgia en la noche de Navidad, y asi resuena en la Iglesia el anuncio de Belen: el Nino que ha nacido de la Virgen Maria es Cristo Senor, enviado por el Padre para salvarnos del pecado y de la muerte. El es nuestra paz, Aquel que vencio al odio y a la enemistad con el amor misericordioso de Dios. Por eso el nacimiento del Senor es el nacimiento de la paz (S. Leone Magno, Sermone 26). Jesus nacio en un establo porque no habia lugar para el en el albergue. Al nada mas nacer, su madre Maria lo envolvio en panales y lo acosto en un pesebre (Lc 2,7). El Hijo de Dios, por medio del cual todo fue creado, no es acogido y su cuna es un pobre comedero para animales. El Verbo eterno del Padre, que los cielos no pueden contener, ha elegido venir al mundo de esa manera. Por amor quiso nacer de una mujer, para compartir nuestra humanidad; por amor acepto la pobreza y el rechazo y se identifico con los que son marginados y excluidos. En el nacimiento de Jesus ya se perfila la eleccion fundamental que guiara toda la vida del Hijo de Dios, hasta su muerte en la cruz: la eleccion de no hacernos llevar el peso del pecado, sino de llevarlo El por nosotros, de hacerse cargo de el. Esto podia hacerlo solo El. Y al mismo tiempo nos mostro lo que solo nosotros podemos hacer, es decir, asumir cada uno nuestra parte de responsabilidad. Si, porque Dios, que nos ha creado sin nosotros, no puede salvarnos sin nosotros. (cf. S. Agustin, Sermon 169, 11. 13), es decir, sin nuestra libre voluntad de amar. Quien no ama no se salva, esta perdido. Y quien no ama a su hermano que ve, no puede amar a Dios que no ve. (cf. 1 Jn 4,20). Hermanas y hermanos, este es el camino de la paz: la responsabilidad. Si cada uno de nosotros, a todos los niveles, en lugar de acusar a los demas, reconociera ante todo sus propias faltas y pidiera perdon a Dios, y al mismo tiempo se pusiera en el lugar de quienes sufren, fuera solidario con los mas debiles y oprimidos, entonces el mundo cambiaria. Jesucristo es nuestra paz, ante todo porque nos libera del pecado y, luego, porque nos indica el camino a seguir para superar los conflictos, todos los conflictos, desde los interpersonales hasta los internacionales. Sin un corazon libre del pecado, un corazon perdonado, no se puede ser hombres y mujeres pacificos y constructores de paz. Por esto Jesus nacio en Belen y murio en la cruz: para liberarnos del pecado. El es el Salvador. Con su gracia, cada uno de nosotros puede y debe hacer lo que le corresponde para rechazar el odio, la violencia y la confrontacion, y practicar el dialogo, la paz y la reconciliacion. En este dia de fiesta, deseo enviar un saludo efusivo y paternal a todos los cristianos que viven en Medio Oriente, a quienes he querido encontrar hace poco en mi primer viaje apostolico. He escuchado sus temores y conozco bien su sentimiento de impotencia ante las dinamicas de poder que los superan. El Nino que hoy nace en Belen es el mismo Jesus que menciona: les digo esto para que encuentren la paz en mi. En el mundo tendran que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido al mundo (Jn 16,33). A El imploramos justicia, paz y estabilidad para el Libano, Palestina, Israel y Siria, confiando en estas palabras divinas: La obra de la justicia sera la paz, y el fruto de la justicia, la tranquilidad y la seguridad para siempre (Is 32,17). Encomendamos al Principe de la Paz todo el continente europeo, pidiendole que siga inspirandole un espiritu comunitario y colaborativo, fiel a sus raices cristianas y a su historia, solidario y acogedor con los que estan pasando necesidad. Oremos de manera especial por el atribulado pueblo ucraniano, para que cese el estruendo de las armas y las partes implicadas, con el apoyo de la comunidad internacional, encuentren el valor para dialogar de manera sincera, directa y respetuosa. Al Nino de Belen imploramos paz y consuelo para las victimas de todas las guerras que se libran en el mundo, especialmente aquellas olvidadas; y para quienes sufren a causa de la injusticia, la inestabilidad politica, la persecucion religiosa y el terrorismo. Recuerdo de manera especial a los hermanos y hermanas de Sudan, Sudan del Sur, Mali, Burkina Faso y la Republica Democratica del Congo. En estos ultimos dias del Jubileo de la Esperanza, pidamos al Dios hecho hombre por el querido pueblo de Haiti, que cese en el Pais toda forma de violencia y pueda avanzar por el camino de la paz y la reconciliacion. Que el Nino Jesus inspire a quienes tienen responsabilidades politicas en America Latina para que, al enfrentar los numerosos desafios, se le de espacio al dialogo por el bien comun y no a las exclusiones ideologicas y partidistas. Pedimos al Principe de la Paz que ilumine a Myanmar con la luz de un futuro de reconciliacion, que devuelva la esperanza a las generaciones jovenes, guie a todo el pueblo birmano por los caminos de la paz y acompane a quienes viven sin hogar, sin seguridad y sin confianza en el manana. A El imploramos que se restablezca la antigua amistad entre Tailandia y Camboya y que las partes implicadas continuen esforzandose por la reconciliacion y la paz. A El le confiamos tambien los pueblos del sur de Asia y de Oceania, duramente golpeados por las recientes y devastadoras catastrofes naturales, que han afectado gravemente a poblaciones enteras. Ante tales pruebas, invito a todos a renovar con conviccion el compromiso comun de socorrer a quienes sufren. Queridos hermanos y hermanas: En la oscuridad de la noche aparecia la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre (Jn 1,9), pero los suyos no la recibieron (Jn 1,11). No dejemos que nos venza la indiferencia hacia quien sufre, porque Dios no es indiferente a nuestras miserias. Al hacerse hombre, Jesus asume sobre si nuestra fragilidad, se identifica con cada uno de nosotros: con quienes ya no tienen nada y lo han perdido todo, como los habitantes de Gaza; con quienes padecen hambre y pobreza, como el pueblo yemeni; con quienes huyen de su tierra en busca de un futuro en otra parte, como los numerosos refugiados y migrantes que cruzan el Mediterraneo o recorren el continente americano; con quienes han perdido el trabajo y con quienes lo buscan, como tantos jovenes que tienen dificultades para encontrar empleo; con quienes son explotados, como los innumerables trabajadores mal pagados; con quienes estan en prision y a menudo viven en condiciones inhumanas. Al corazon de Dios llega la invocacion de paz que brota de cada tierra, como escribe un poeta: No la de un alto al fuego ni la de la vision del lobo junto al cordero, sino la del corazon cuando se acaba la agitacion y hablamos de un gran cansancio. Que sea como flores silvestres, de repente, por necesidad del campo: una paz silvestre. En este dia santo, abramos nuestro corazon a los hermanos y hermanas que estan necesitados y sufren. Al hacerlo, lo abrimos al Nino Jesus que, con sus brazos abiertos, nos acoge y nos revela su divinidad: Pero a todos los que lo recibieron [], les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios (Jn 1,12). En pocos dias terminara el Ano Jubilar. Se cerraran las Puertas Santas, pero Cristo, nuestra esperanza, permanece siempre con nosotros. El es la Puerta siempre abierta, que nos introduce en la vida divina. La alegre noticia de este dia es que el Nino que ha nacido es Dios hecho hombre; que no viene a condenar, sino a salvar; la suya no es una aparicion fugaz, pues El viene para quedarse y entregarse a si mismo. En El toda herida es sanada y todo corazon encuentra descanso y paz. El Nacimiento del Senor es el Nacimiento de la paz. A todos, les deseo de corazon una Navidad serena.
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