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  • Escuchar a Cecil Taylor: entrar de costado en el enigma

    » cba24n

    Fecha: 25/12/2025 11:44

    Todas las cosas tienen un principio, aunque algunos principios con el paso de los anos vayan perdiendo la materia inconmovible con la que esta hecho el material absurdo de las certezas y empiecen a cubrirse con la lenta bruma del olvido. Nada mejor entonces que la construccion de una memoria ficcional y alternativa que se imponga a ese vacio como una verdad inapelable. Resuelto esto y para establecer un punto de partida, dire que Cecil Taylor era un nombre mas entre tantos otros que poblaban las paginas de una gruesa guia de Jazz recibida como regalo de cumpleanos cuando ese genero fue ocupando el sitio que por una razon cronologica y de respeto a las nobles tradiciones argentinas, se suponia, deberia haber ocupado el tango. Tiempo despues, fue un cuento leido en una antologia publicada en Barcelona bajo el titulo de Buenos Aires; uno de los mejores cuentos argentinos de los ultimos veinticinco o treinta anos?, puede ser, que mas da. Y ese relato que es de suponer funciono para su autor como una suerte de posicionamiento frente a las coordenadas que todavia establecia una literatura que bien entrado los anos ochenta aun reconocia cierto aire vanguardista en los sedimentos de una novela como Rayuela, resulto una puerta de entrada lateral -como se entra en los entresijos de los secretos, en puntas de pie- al mundo de Cecil Taylor. Cambiar entonces el Cesar por Cecil (al fin de cuentas son cinco letras)y poder aventurar que Cecil Aira anhelaba ser leido de la misma forma en que se escucha a Cecil Taylor, como un artista excentrico y fuera de regla, raro e insolito y cuyos libros fueran abandonados en las primeras paginas, no ya como novelas aburridas y sin ningun interes aparente, sino como obras puestas en abismo e incomprensibles. Acaso resignadamente, con el correr de los anos su prosa y sus libros resultaron mas faciles y transparentes que los acordes que Cecil Taylor atacara en las paginas de su cuento Cecil Taylor. El pedido de estas lineas, debo confesar, me tomaron por sorpresa y un poco en falta: cai en la cuenta que hacia largo tiempo que no escuchaba a Cecil Taylor y lo que me resulto aun mas revelador, que puesto a pensar y a escribir sobre su figura, su trabajo no me remite a otras musicas o a otros musicos que comparten cierta idea radical de la libertad en el arte, como pueden ser Ornette Coleman, Scott Walker o el ultimo Coltrane; lo que me despierta es un alto grado de curiosidad frente a la perplejidad que me provocan algunas obras, no importa a que disciplina pertenezcan y a las cuales personalmente creo, no se pueden enfrentar y descifrar sin un ferreo compromiso con la busqueda de caminos que una vez emprendidos solo nos ofrecen el pobre consuelo de transitar apenas por sus bordes sombrios y a las que, sospecho, poco honor les hacen el facilismo del me gusta/no me gusta. Como me ocurre con la musica de Cecil Taylor, siento cierta fascinacion por esas obras que no puedo entender del todo o nada lisa y llanamente, tal como le ocurre al narrador de ese excelente ensayo de Enrique Vila-Matas llamado Aunque no entendamos nada donde, entre otras cosas, tambien confiesa su amor por las obras que no logra entender, hecho que le resulta extraordinariamente creativo y cuyo ejemplo mas claro es su total incomprension de El ano pasado en Marienbad, pelicula de Alain Resnais, que a la edad de quince anos vio siete veces en el transcurso de una unica semana y a la que todavia hoy, tal como le confesara oportunamente a un satisfecho Alain Robbe-Grillet, guionista del film, sigue sin entender. Como si hiciera falta o fuera necesario, para confirmar la importancia de Cecil Taylor dentro del universo de la musica contemporanea (para amedrentarme, en esa categoria imprecisa lo incluyo el dueno de una disqueria especializada de cuyo nombre no quiero acordarme) apele a esa guia imprescindible que es la Discografia personal del Jazz (1920-2011) de Carlos Sampayo, ahi se comentan dos de sus discos, Love For Sale y Conquistador! (que dicho sea de paso junto a Looking Ahead y The World Of Cecil Taylor fueron la banda de sonido que acompano la escritura de este laborioso desvario) y su nombre se menciona unas veintitres veces en el indice onomastico. Ese numero referencial solo es superado por Freddie Hubbard y por los grandes nombres clasicos del Jazz: Louis Armstrong, Count Basie, Clifford Brown, Ornette Coleman, Sonny Rollins, John Coltrane, Miles Davis, Duke Ellington, Bill Evans, Dizzy Gillespie, Charles Mingus, Thelonious Monk y Charlie Parker. La obra de Cecil Taylor nos recuerda que buena parte de la belleza del mundo se esconde en formas que se nos presentan extranas, cuando no directamente incomprensibles y que hallarla en este laberinto al que Enrique Vila-Matas en su ensayo definio como un absurdo cargado de sentido requiere de la domesticacion de esa pareja siempre desganada y algo apresurada que forman la pereza y la impaciencia. Y habiendo batallado contra la tentacion de sus encantos, que no son otra cosa mas que la confirmacion de nuestros prejuicios y denuestos, cuando menos lo esperamos, el milagro de la belleza, de golpe e inesperadamente, ocurre.

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