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Fecha: 25/12/2025 08:41
Aunque se fue de la Argentina hace 57 anos, el sacerdote Pedro Opeka es cada vez mas conocido en su pais por su extraordinaria obra en Madagascar, donde, a lo largo de medio siglo, logro levantar con sus manos y las de los propios beneficiarios pueblos enteros donde viven 30 mil personas; escuelas a las que asisten actualmente 25.500 chicos; dispensarios, campos deportivos y hasta un hospital y un centro de acogida. Ademas, fascinados por su testimonio, miles pidieron espontaneamente que los bautizara en la fe catolica. Eso si, el padre Pedro no la tuvo nada facil. Sufrio tres ataques a balazos de ladrones en busca del dinero para el pago de los obreros, un incendio que destruyo mas de un centenar de casas construidas bajo su impulso y una epidemia de colera que le costo la vida a mas de una decena de pobladores y puso en riesgo la de muchos otros y la de el mismo. Tambien atraveso experiencias frustrantes, como interminables tramites y cuestionarios para recibir fondos de una fundacion internacional que, finalmente, no se los otorgo. Lee tambien: Del ejemplo de la Seleccion al mal ejemplo de la AFA: la Iglesia tiene en capilla a Claudio Chiqui Tapia Pero nunca se desanimo. El disparador de su obra fue ver, recorriendo los suburbios de Antananarivo la capital de Madagascar, uno de los 20 paises mas pobres del mundo, a ninos en un basural peleando con cerdos por restos de comida. Esa escena lo llevo a exclamar: Esto no es de Dios. Tengo que hacer algo. Inmediatamente, entro a una casa de carton lindante y les dijo a sus ocupantes: Si estan dispuestos a trabajar, yo los voy a ayudar. Su obra, enmarcada en la Asociacion Humanitaria Akamasoa (Buenos Amigos, en idioma malgache) que lleva 36 anos, mas otros 15 previos en una parroquia del sur del pais donde construyo capillas y escuelas, incluye tambien una cantera para extraer la piedra con la que se levantan las viviendas, una fabrica de muebles y talleres mecanicos y de artesanias. Varias condiciones personales fueron clave para insertarse entre la gente: su inclinacion por la construccion, heredada de su padre de alli el apodo el albanil de Dios; su amor por el futbol, que funciono como gran integrador; y su perfil religioso. Yo no fui a Madagascar a buscar clientes, sino detras de un proposito humano, cristiano, evangelico, cuenta. Nacido en 1948 en San Martin, formado en la espiritualidad vicentina y ordenado sacerdote en 1975 en la basilica de Lujan, lamenta que en un pais potencialmente tan rico como la Argentina haya comedores comunitarios, aunque destaca la obra de la Iglesia, en particular de los curas villeros. Lee tambien: Pruebas 2025: los alumnos de CABA mejoraron en Lengua, pero en Matematica el nivel sigue siendo critico Opeka destaca que frente a las adversidades encuentra fuerzas en el Evangelio y que todo lo que concreta, en definitiva, es obra de Dios. Todo es del Senor; uno es apenas un instrumento, senala. Cuando el papa Francisco lo visito en 2021 le dijo, ante un microestadio colmado de pobladores: Este era un lugar de exclusion, violencia y muerte. Treinta anos despues se ha convertido en un oasis de esperanza. La entrevista completa con Pedro Opeka Durante su reciente visita al pais, convocado por el suplemento Valores Religiosos de Clarin y la Fundacion Noble, fue entrevistado por el periodista Sergio Rubin en el salon colmado de la sede de la Pastoral Universitaria de la Arquidiocesis de Buenos Aires. Presentado por su director, el padre Guillermo Marco, Opeka que desde hace anos es candidato al Premio Nobel de la Paz conto su experiencia y los desafios que enfrenta hoy la tarea social y religiosa.
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